Una madriguera en plena calle Bolsería ejerce de galería mejor del tipismo y de la herencia me diterránea. Tienda que da muchas pistas sobre la nueva realidad colindante de aprecio a lo más cercano
VALENCIA. Novedades Casino. Descomponga el nombre en dos. Casino viene de Pablo, Pablo Casino, fotógrafo valenciano de mirada aguda, apasionado por el poder de la imagen para trasladar mensajes más que por la propia derivada estética. Pablo tiene un toque cinefilo, de tipo aguerrido aferrándose a convicciones y gustos. Alta fidelidad en versión fotográfica. En el extranjero, cuando estuvo trabajando en la recepción de un hotel de Bruselas, aquí y allá, le elogiaban su apellido. Wow, casino. El cognom local sonando exótico. La importancia de apellidarse bien.
Debía ser Casino. La otra parte, las Novedades. Fina ironía terminar llamándole así al lugar de acogida de objetivos pasados, reusados, carentes casi todos ellos de cualquier atisbo de novedad. Novedades Casino, ya lo tenemos. También una buena manera de adherirse a la práctica ancestral del naming, de comercios con sabor a lo de siempre, a pie de calle, a adoración.
Pablo (Casino) es autor de libros como Barespagnol, un retrato de los emigrantes españoles residentes en Bruselas (llegaron a ser 30.000) a través de toda la estructura que crearon: bares, comercios...
Sobre la cartela de la fachada se lee: Objetos variopintos. Estampas. Souvenirs & masterpieces. Beaux livres. Un poco eso, un poco todo lo demás. Se ha convertido Novedades, en sus nueve meses de vida, en uno de los espacios de culto en la ciutat, cobijo en la calle Bolsería, inesperado e imprevisto. Visita fetiche para: a) amantes de la ciudad, a y b) amantes del imaginario urbano. Es una tienda, sí, pero es algo más que eso. Tiene Valencia un nuevo punto caliente, galería, medio museo… y potente contenido editorial sobre el valor estético de lo local, lo mediterráneo, como eje reivindicativo del pasado y el presente; medio costumbrista, medio deslumbrante.
El fotofílico Juan Reig, habitual de Novedades, circula por el estrecho cobijo curioseando ante cada pieza. “Es más un museo que una tienda y Pablo (Casino) alguien que capta como pocos la mirada local de, por este orden, Valencia, el Mediterráneo y España”.
La cabeza hace exorcismo girando sobre sí misma para pillar al vuelo todos los objetos que penden de Novedades. Estampas y carteles; fotografías y postales; libritos, libros y cuadros; piezas minuciosas inclasificables. La vieja nueva tienda de souvenirs, el fondo memorístico de un país y una costa. Pablo Casino de cuela por rendijas de la antigüedad, rastros y fuentes contacto, trasuntos de otro tiempo, de los que adquiere antigüedades que terminan resultando modernas por completo.
Nos detenemos ante carteles anunciando músculo naranjero, preciosas piezas que refulgen, puro color, capaces de crear una identidad gráfica coherente. Casino ha recuperado varios de ellos y en combinación crean un adelanto de un hipotético museo del diseño naranjero: “el universo iconográfico alrededor de la naranja -sugiere él- está desaprovechado. Es para nosotros como el ron para el Caribe, pero ya casi no hay referencias gráficas al respecto”.
Le pido que me clasifique los principales segmentos que acapara el listado de referencias de la tienda/museo/galería. “Quizá la publicidad, el fútbol, el turismo y el verano, los tópicos reinventados”. Lo popular. Un cartel de Mestalla patrocinado por Danone y por una foto del parking del estadio atiborrado de coches, con la ciudad al fondo; resulta un retrato letal de una era. Un cartel publicitario con una mujer a lo pin-up anunciando la horchata Gala Tea sobresale magnífico destrozando los propios estereotipos y detectando cómo elementos usuales, típicos, conllevaban un tratamiento gráfico privilegiado al publicitarse.
“Tenía un vacío, me iba cruzando -sigue Casino- con un montón de material ligado a lo local, a las comarcas...”. Un sitio que Valencia necesitaba, donde reencontrarse con la personalidad en plena era Ale-hop, se llegaba escuchar. “Es un acto de comunicación, muestro lo que me gusta”. La tienda cambia y cambia con el paso de las estaciones, de los descubrimientos y las ventas, donde todo es único e irreproducible, de verdad, donde todo es como un hilo del que cuando estiras no paran de aparecer historias. “Vino una pareja y terminó encontrándose un programa cartel de un circo en Mislata al que su familia circense acudía, porque en Mislata se reunía anualmente todo el sector”. Pablo Casino, en uno de esos rastros, estuvo a punto de comprar una estampa popular del Equipo Crónica. Dudó de su autenticidad. Meses después la encontró en la exposición de la Fundación Bancaja. En ocasiones se pierde.
Una realidad sobresale, más allá de Novedades Casino. La sensación de que un patrón se repite: jóvenes, creativos y fervorosos del factor local. Su manera de reinventarse. El final de la percepción de lo cercano y lo más próximo como algo garrulo, sobre lo que mirar por encima del hombro, rancio y disminuido. Una nueva manera ha emergido y quizá no nos hemos dado cuenta: la revalorización de las pequeñas cosas cercanas como arma, la rehabilitación gráfica, fotográfica, de lo que tenemos al lado. Y justamente esa mirada acaba resultado la más cosmopolita de todas. Siendo un sitio con objetos medio antiguos, los hay pocos que resulten tan contemporáneos.
Hay una nueva madriguera donde intuir muchas de las pistas sobre por dónde pasa la realidad de Valencia, su relación con ella misma y con los que vienen. Novedades Casino, la insospechada seducción de lo local.
El fotógrafo valenciano, después de su paso por la calle Bolsería y Acárraga, encara su nueva ubicación, en la calle Cádiz, como ejemplo de una deriva urbana adaptativa