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Nuestra financiación singular 

28/06/2024 - 

Con la novedosa “financiación singular” para Cataluña recientemente puesta sobre el tablero político, se queda uno ojiplático recordando promesas y garantías de quienes durante años han estado viniendo a la Comunidad Valenciana, o han recibido en Moncloa a nuestros representantes, asegurando que ya estaba en cocinas la solución al problema de esta tierra que arrastramos desde que en 2014, hace ya una década, caducó el anterior modelo de financiación autonómica.

La sorpresa no es tan grande por el pelaje de quien tanto ha prometido a los valencianos sin cumplir ni una sola vez: Pedro Sánchez. Baste recordar que ya en mayo de 2016, siendo Secretario General de su partido, antes de su dimisión como tal, presentaba en Ferraz junto a Ximo Puig, entonces President de la Generalitat, un documento llamado Un sí por la Comunitat Valenciana proponiendo la asunción de la deuda de la Comunitat causada por la infrafinanciación. En menos de cinco meses, sin embargo, Sánchez iniciaba su ruta por España para recuperar un partido que lo puso de patitas en la calle.

Pero la promesa de solucionar el eterno problema de la infrafinanciación valenciana se ha mantenido en todo caso permanentemente incólume hasta hoy. Más aún desde el regreso de Sánchez al liderazgo del PSOE en junio de 2017 y con su llegada justo un año después al Gobierno de España. Tan incólume, firme y voluntariosa la promesa como recurrente el rechazo una y otra vez de Sánchez y sus ministros competentes para abordar el problema. Una gran patraña, en todo caso, si tiramos de hemeroteca para encontrarnos con los compromisos del PSOE ante Compromís a la hora de asegurar la moción de censura que encumbró a Sánchez en junio de 2018, para su segunda investidura en enero de 2020, y una tercera en noviembre de 2023 -esta vez con Compromís incorporado a Sumar-, o para conseguir el voto de los nacionalistas valencianos a los presupuestos de 2021, 2022 y 2023, tres años en los que el nuevo modelo de financiación para la Comunitat figuró siempre como condición sine qua non, pese a no haber dado nunca señales de aparecer.

Lo asombroso en este asunto es la indolencia absoluta mostrada en las filas socialistas ante una cuenta que parece no tener nadie voluntad de pagar, y ello pese a la contrastada insistencia desde el propio PSPV-PSOE y desde la Comunitat en que se cumpla la palabra dada. Pero Ximo Puig es hoy, desde hace unos meses, feliz embajador en la OCDE como premio a su resignación y a, no lo duden, cerrar la boca en la defensa de los derechos de los valencianos. Una boca tan muda como la de su sucesora y ministra, Diana Morant, que de infrafinanciación ha dicho lo justo según manual y ha terminado bajando la cabeza ante esta novedad de la singularidad catalana que vuelve a colocar a los suyos, a los valencianos, como paganos de los tejemanejes entre Barcelona y Madrid en materia de dineros públicos. Y otra boca con palabras tan inverosímiles como la de Àgueda Micó, actual diputada en el Congreso por Compromís, relevo de Joan Baldoví, anunciando ese unicornio de que retirará su apoyo a un Gobierno del que su formación es parte si no nos llega aquí la misma financiación que se propone para Cataluña. Y es que nadie, evidentemente, se cree ya a un pagafantas cuando el que se las bebe hace mucho que perdió cualquier credibilidad.

La deuda, económica y política, con la Comunidad Valenciana, y sobre todo con la provincia de Alicante en particular, crece así día a día mientras aquí vemos pasar trenes, y no precisamente por el Corredor Mediterráneo, a los que nos vetan subir con acuerdos injustos e insolidarios que nos imponen a quienes hemos sufrido la peor falta de atención en materia de financiación de nuestros servicios públicos.

Aún debiéramos dar gracias posiblemente por no pasar este 2024 por el bochorno, al no haberse siquiera presentado un proyecto de presupuestos, de ser una vez más la última provincia en nivel de inversión territorializada en unas cuentas generales del Estado, como ya sucedió en 2022 y 2023. Y esto siendo la quinta provincia en PIB, lo que da idea de lo que podríamos hacer y ofrecer al resto de España con una financiación e inversiones adecuadas. Simplemente justas.

Resulta por ello no solo ya sorprendente, sino indignante, que a los alicantinos, y a los valencianos en general, no se nos brinden las oportunidades que merecemos para devolver beneficios al Estado de todos, esos que hemos demostrado ser capaces de producir de manera multiplicada sin milagros, sino con esfuerzo y convicción. Y todo por no reclamar “singularidad” alguna.

Es totalmente injusto que lleven tantos años engañándonos, esta vez con la financiación singular que requiere Cataluña, diciéndonos que llueve cuando, singularmente, lo que nos cae encima es otro tipo de líquido.

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