MADRID, (EP). En los últimos años han aumentado los casos de enfermedad celiaca tanto en población infantil como adulta, y más aún el de personas que limitan el gluten en su dieta, hasta el punto de que hay 10 veces más personas comiendo alimentos sin gluten que las que realmente están diagnosticadas como celiacos.
"Es un gran factor de moda que se está extendiendo, ha reconocido el jefe de Servicio de Gastroenterología del Hospital Carlos Bonorino Udaondo de Buenos Aires (Argentina), Julio Bai, durante un encuentro organizado por la Asociación Española de Gastroenterología (AEG) y Elsevier.
De este modo, además de multiplicarse el número de casos de enfermedad celiaca, ha añadido Miguel Montoro, responsable de la Unidad de Gastroenterología y Hepatología del Hospital San Jorge de Huesca, "también es creciente el número de personas que se encuentran más confortables si prescinden del gluten en la dieta aunque no estén evaluados por un especialista y han decidido retirarlo pensando que es mejor".
Esta situación está provocando que, ante la incertidumbre diagnóstica, el especialista se enfrente muchas veces a pacientes que ya han dejado el gluten antes del diagnóstico, lo que puede hacer que su histología "no sea del todo reproducible para un diagnóstico de enfermedad celiaca", según Javier Molina, coordinador del Grupo de Trabajo de Enfermedades del Esófago, Estómago y Duodeno de la AEG.
Lo que da lugar a que muchos pacientes desarrollen lesiones menores o atrofia vellositaria parcial "debido a que no consumen todo el gluten que deberían consumir".
Pese a esta situación, los expertos también apuntan a que el aumento de casos, que se ha duplicado en los últimos 20 años, se debe a una menor variedad del trigo, ya que el 95 por ciento que se cultiva es mejorado genéticamente y favorece que el sistema inmune sea más reactivo a estas especies mejoradas.
"Tampoco podemos olvidar que la manera en que procesamos el trigo ha cambiado radicalmente en los últimos 20 años, habiendo una aceleración con introducción de levaduras sintéticas o aditivos, que condicionan que haya proteínas o residuos tóxicos que no se digieran bien o que hagan que el sistema inmune no reaccione de manera normal", añade.
Pese a estas barreras, los especialistas insisten en la necesidad de "ser capaces de desenmascarar la enfermedad que aparece oculta sobre un trastorno aparentemente funcional", para lo que es clave interrogar bien al paciente y hacer "una descripción bien pormenorizada de ese conjunto de síntomas gastrointestinales, extra gastrointestinales y genéticos familiares".
"Hay que tomar cautela con los síntomas, ya que pueden ayudar pero, en el diagnóstico definitivo, hay que hacer seguimiento de otros muchos factores y realizar una historia detallada del paciente", ha explicado Santiago Vivas, especialista del Aparato Digestivo del Hospital de León.