VALÈNCIA. Nuevo foco de tensión entre los socios de gobierno en el Ayuntamiento de València, esta vez a cuenta de la macroresidencia de estudiantes en el barrio de la Saïdia. Este martes, Compromís lanzaba un comunicado en el que mostraba su apoyo a los vecinos en la cruzada que han iniciado contra el proyecto, al tiempo que pedía modificar el Plan General de Ordenación Urbana (PGOU) para frenar la implantación del edificio terciario dentro de una manzana residencial. Un movimiento que iniciaba totalmente a espaldas de sus compañeros del Partido Socialista y que además dejaba de manera velada la pelota sobre su tejado, teniendo en cuenta que son quienes en última instancia ostentan las competencias sobre Urbanismo.
La ocurrencia sumía al PSPV en un cierto estado de estupor, hasta el punto de que declinaron hacer una valoración sobre la oferta. De hecho, recordaron que ya se está trabajando en una estrategia global para hacer frente a la terciarización y turistificación de la ciudad. Una estrategia que precisamente pone el foco en blindar el uso residencial de los edificios en los barrios más tensionados de la ciudad, para evitar que puedan ser cambiados a terciario o turístico. Por ello, los socialistas consideraron en primera instancia que no era conveniente interferir con el desarrollo de ese plan, mucho menos teniendo en cuenta que avanza en una línea muy similar a la aportación de Compromís.
Y es que, después de todo, la propuesta contemplaba una modificación puntual del PGOU para proteger el uso residencial de ciertas parcelas de la ciudad, normativa que en cierto modo sí que se solapa con el proyecto que ahora mismo tienen entre manos las concejalías de Urbanismo y Vivienda. Sin embargo, y a pesar de las declaraciones vertidas en un primer momento, el PSPV se ha recompuesto y ha reaccionado rápidamente: este miércoles, la concejala socialista de Participación Ciudadana, Elisa Valía, se reunía con colectivos vecinales de la Saïdia para escuchar sus reivindicaciones y propuestas.
"Nos ha dicho que Urbanismo no puede hacer nada contra el hotel y que la tramitación de la licencia compete a la concejalía de Actividades -en manos de Compromís por parte de Lucía Beamud-". Devolvía de este modo Elisa Valía la pelota al tejado de la formación valencianista. Aunque lo cierto es que el área de Beamud no puede rechazar un proyecto o licencia si este se ajusta a la legalidad vigente, tal y como sucede con el hotel de Saïdia. Y es que, a pesar del rechazo que parece suscitar entre las dos patas del gobierno, no es posible poner coto a este tipo de acciones si no hay una norma superior que lo ampare. Como, por ejemplo, una modificación puntual del PGOU o un plan específico que aborde el conflicto.
El problema es que este tipo de normas no suelen ser retroactivas, por lo que una licencia ya solicitada podría no estar sujeta a un cambio normativo desde Urbanismo. Es en este sentido en el que Valía insistió, tras la reunión, en que la forma más fácil y directa de poner freno al complejo hotelero es presentar alegaciones a la tramitación de la licencia. Es decir, hallar en caso de que lo hubiera algún defecto de forma para así poder paralizar el desarrollo del proyecto.
"Nos ha trasladado que el hotel le parece una aberración como concejala y como arquitecta", aducen al respecto. Y además señalan que la edil de Participación Ciudadana les ha pactado una reunión con la concejala de Urbanismo, la también socialista Sandra Gómez, para poder discutir con ella el problema y buscar alguna solución. Así, con todo, ambos partidos parecen estar de acuerdo en estar en contra de la macrorresidencia de estudiantes. Sin embargo, no acercan posturas sobre quién deberían dar el paso y echar mano de sus competencias para bloquearlo.
De hecho, la tensión escaló por parte del Partido Socialista después de conocer la propuesta de Compromís, y achacaron el movimiento a un afán de "dotar de mayor visibilidad" a la recién nombrada síndica de les Corts por la formación valencianista Papi Robles, quien también ostenta la portavocía del grupo en el Ayuntamiento de València y además fue la encargada de trasladar la idea. También es reseñable el afán de ambos partidos por ganarse el favor de los colectivos vecinales del entorno, que en los últimos meses han organizado diversas manifestaciones y protestas en contra del hotel ante el peligro de que pueda interferir en el día a día de un barrio puramente residencial. Al menos hasta la fecha.
El complejo hotelero fue presentado por el grupo Inversiones Gran Valencia 2005 en junio de 2021, y contempla un total de 575 habitaciones repartidas entre cuatro edificios diferentes: tres se explotarán en régimen apartamento-hotelero y el cuarto será exclusivo hotelero. Sea como sea, la parcela ocupa un total de 18.500 metros cuadrados entre las calles Sagunto, San Bruno, Luz Casanova y Padre Urbano. Y, ahora mismo, la superficie la dominan dos naves industriales abandonadas y solares baldíos.
El hotel, tal y como ha sido proyectado, contará con la categoría de una estrella, y en el centro se ubicará una plaza con el objetivo de conectar todos los espacios. Del mismo modo, el boceto también contempla otros servicios como restauración, bar-cafetería y terrazas, oficinas y salas de reuniones y de trabajo. Asimismo, cuenta con espacio reservado para 94 plazas de parking, muy por encima de lo que obliga la normativa. A este respecto, la cantidad de espacio para vehículos supera incluso a lo exigible para un hotel de cuatro estrellas.
En cuanto a la tramitación de la licencia, el suelo está calificado como uso residencial, aunque en junio de 2020 los promotores obtuvieron un certificado de compatibilidad urbanística para el proyecto. Por su parte, el junio de 2021 salió a exposición pública el informe, para que los vecinos pudieran hacer las alegaciones que consideraran pertinentes, aunque lamentan que por el momento no han sido atendidas.
Así, una de las alegaciones más destacadas es que el complejo, proyectado en edificios de diferentes alturas, se ubica en un entorno dominado por las fincas y las casas bajas. Es por ello que el hotel "significa el estrangulamiento de la luz y del aire para todas las viviendas que conforman la manzana", según consideran los vecinos. Del mismo modo, también presentan dudas sobre si la volumetría del edificio "se ajusta a la normativa".
Otra de las grandes preocupaciones es la del aparcamiento. Y es que, aunque el proyecto ha previsto plazas muy por encima de la normativa que se le puede aplicar a un hotel de una estrella, los vecinos consideran que todavía podría suponer un problema en las calles. A este respecto, creen que la diferencia de habitaciones y la de plazas es demasiado alta, al tratarse de una proporción de más de cinco habitaciones por cada una de ellas. Así, temen no solo el constreñimiento sino las dificultades de tráfico en las horas punta.
Y a todo ello se une, además, la inquietud por todos los problemas que podría traer un hotel en la zona, desde el ruido a altas horas de la noche hasta el cambio de modelo del barrio, que pasaría de residencial a turístico, según lamentan desde las agrupaciones de vecinos. Sea como sea, lo cierto es que la intención de levantar un hotel en la Saïdia revela un interés por extender el negocio más allá de los barrios tradicionalmente considerados turísticos, como el centro de la ciudad o Ruzafa.