VALÈNCIA. El Hospital Quirónsalud Valencia es un referente en el abordaje mínimamente invasivo de hernias abdominales, un tipo de tumoración que se manifiesta en el abdomen en forma de un «saco» que sobresale a través de un orificio natural o una incisión quirúrgica.
Las hernias abdominales más habituales son las hernias inguinales (75% de los casos), que ocurren cuando protruye contenido a través del canal inguinal.
Sin embargo, también hay hernias umbilicales (cuando hay una protuberancia en el ombligo), hernias de hiato (cuando la abertura del diafragma, por donde pasa el esófago, se ensancha y el estómago se desliza hacia arriba) o hernias perineales (cuando órganos o tejidos empujan a través de una abertura o debilidad en el piso pélvico hacia la cavidad abdominal).
La mayoría de las hernias abdominales deben operarse.
Sin embargo, dependiendo de su gravedad, se optará por realizar la intervención de inmediato o esperar un tiempo.
El tratamiento suele hacerse por laparoscopia, una técnica mínimamente invasiva y llena de beneficios para los pacientes.
Aunque no siempre hay causa definida, la mayoría de las hernias abdominales tienen un origen identificable.
Los más comunes son «levantar objetos pesados, hacer algún esfuerzo o cualquier actividad o problema de salud que incremente la presión en el tejido y los músculos de la pared abdominal, como sobrepeso, ascitis, tos y estreñimiento crónico, fibrosis quística, agrandamiento de la próstata, diálisis peritoneal, desnutrición, tabaquismo o esfuerzo excesivo», explica el Dr. Luis Saldarriaga, especialista de la Unidad de Cirugía General de Quirónsalud Valencia.
Las hernias abdominales también pueden presentarse al nacer o durante las primeras etapas del desarrollo, aunque es posible que la protuberancia no sea notoria hasta más adelante.
«Los bebés y los niños pueden desarrollar hernias cuando hay una debilidad en la pared abdominal. También en los casos de criptorquidia, es decir, cuando un testículo no ha descendido».
Generalmente, el primer síntoma de la hernia abdominal es una tumoración visible, acompañada de molestia o dolor.
«La molestia puede ser peor al ponerse de pie, hacer esfuerzo o levantar objetos pesados. Tarde o temprano, la queja más común es una protuberancia que se hace dolorosa o estéticamente relevante», añade el especialista de Quirónsalud Valencia.
En algunos casos, la hernia se agranda, puede atascarse dentro del orificio y su contenido pierde el riego sanguíneo.
«En este caso, nos encontramos ante una hernia complicada que puede originar náuseas, vómitos o incapacidad para eliminar gases o tener evacuaciones intestinales, siendo necesario recibir atención médica urgente».
El diagnóstico de las hernias abdominales suele ser sencillo.
Normalmente, el médico puede ver o palpar la hernia examinando al paciente, y no es necesario hacer pruebas complementarias al paciente.
Aun así, a veces se le puede pedir que tosa o que ejerza tensión en el abdomen «para que la hernia se agrande y pueda palparse mejor».
De hecho, en el caso de los bebés y los niños, las hernias solo son visibles o palpables cuando están llorando o tosiendo.
Únicamente en casos muy concretos se solicitan pruebas como una ecografía, una resonancia nuclear magnética (RNM) o una tomografía computarizada (TC) «para apoyar el diagnóstico».
Aunque la mayoría de las hernias no suponen un riesgo grave para la salud, a veces pueden complicarse y dañar las estructuras contenidas en el saco.
«Este contenido, en la mayoría de los casos, es graso o intestinal. Cuando se ve comprometido su riego sanguíneo, diagnosticaríamos una hernia estrangulada. Si el intestino está involucrado inicialmente, presentará un cuadro de obstrucción, y si se estrangula, puede presentar una isquemia y una perforación intestinal posterior».
El Dr. Saldarriaga insiste en que, cuando se sospeche de una hernia abdominal, debemos pedir cita con un Cirujano General y del Aparato Digestivo.
«La mayoría de las hernias necesitan reparación quirúrgica, pero no siempre de inmediato. Si la hernia es pequeña o con poca sintomatología, se puede valorar el riesgo y beneficio antes de operar».
En todo caso, el especialista de Quirónsalud Valencia asegura que la mayoría de las hernias tienden a empeorar con el tiempo, por lo que la recomendación general es la intervención quirúrgica, «siempre que la condición clínica y los antecedentes del paciente lo permitan».
La reparación de las hernias abdominales se realiza por laparoscopia.
«El proceso es sencillo. Se hacen pequeñas heridas en el abdomen (de 0.5 a 1 cm), se insufla dióxido de carbono en la cavidad y se introduce una cámara iluminada en el extremo. Después, se llega hasta saco de la hernia con unos instrumentos quirúrgicos especialmente diseñados con este fin».
Luis Saldarriaga recalca las ventajas de este tipo de abordaje frente a la cirugía tradicional, aunque insiste en que cada caso debe valorarse individualmente.
«Con la cirugía laparoscópica podemos intervenir a través de pequeñas cicatrices en lugar de con una incisión. El dolor posoperatorio es menor y la recuperación es mucho más rápida».
Además, la mayoría de las intervenciones de hernias abdominales con laparoscopia pueden efectuarse como Cirugía Mayor Ambulatoria y los pacientes son dados alta el mismo día (siempre que no haya complicaciones).
«Si la intervención se realiza con anestesia regional (raquídea), tendrá que esperar a sentir y poder mover las piernas durante un par de horas antes de ser dado de alta. Cuando se utiliza anestesia local y sedación, el alta también se produce a las pocas horas».
Después de la operación, el paciente puede sentir dolor e incomodidad en la zona intervenida que suele aliviarse con analgésicos.
«También es posible que tenga ganas de toser o estornudar. Si esto ocurre, puede aplicar una pequeña presión en la zona intervenida para sentirse más cómodo», añade el Dr. Luis Saldarriaga.
Lo habitual es que el malestar disminuya considerablemente a partir del tercer día postquirúrgico, aunque siempre deben seguirse las instrucciones de los médicos para facilitar la recuperación y volver gradualmente a la vida «normal».
«Si todo va bien, se puede regresar al trabajo después de 1 o 2 semanas, aunque si el trabajo implica esfuerzo físico, puede necesitarse más tiempo».
Respecto a las actividades rutinarias, como andar, pueden ayudar al proceso de curación, «aunque se debe evitar levantar objetos pesados y realizar actividades extenuantes durante 4-6 semanas», concluye el especialista en Cirugía General y del Aparato Digestivo de Quirónsalud Valencia.