el rey de las legumbres cierra la tienda tras 45 años 

Orriols se queda huérfano: Juan Carlos cierra Casa Ezequiel

Juan Carlos Navarro se jubila, cierra Casa Ezequiel y comienza una nueva etapa en su vida. También Orriols y el resto de València, que se queda sin uno de los colmados más preciados de la ciudad 

| 07/04/2023 | 6 min, 0 seg

Dicen que cuando una puerta se cierra otra se abre, pero no se habla del gran vacío que supone ver esa persiana bajada y lo huérfano que queda un barrio o incluso una ciudad ante la noticia, especialmente cuando esa tienda se ha convertido en un patrimonio del barrio. No se habla, pero se siente. Y ese vacío emocional se percibe en el barrio de Orriols desde que Juan Carlos Navarro anunció que se jubilaba y, por tanto, cerraba Casa Ezequiel. Fue ayer, 6 de abril, pero desde que lo comunicó su pequeño colmado ha sido más que nunca una parada y fonda de quienes se detienen para comprar legumbres o frutos secos, pero también para conversar un rato con el tendero. Muchos de los cestos de mimbre que hay en la tienda están vacíos, pero la gente no pierde la esperanza de llenar por última vez su despensa con los productos que Juan Carlos Navarro selecciona a conciencia. 

Un buen hacer e inquietud que ha hecho que su pequeño colmado fuera un punto de encuentro para quienes en sus fogones siguen cocinando platos de cuchara con legumbres de primera calidad, pero también para quienes prefieren comprar a granel y en tiendas de barrio antes que productos envasados y en grandes supermercados. Solo aquí pueden encontrar siete variedades de garbanzos, diez clases de lentejas o 32 tipos de alubias, además de frutos secos, chocolates y especias. "Lo que encuentras aquí no es fácil encontrarlo en otros sitios", comenta un cliente. 

Precisamente, la calidad de las materias primas y la cercanía de Juan Carlos es lo que ha convertido a Casa Ezequiel en toda una institución en el barrio —y sin miedo se puede decir que en toda València y alrededores—. Hasta aquí vienen personas de otros barrios y localidades pero también de otras tiendas y restauradores, como Jose y Miguel (Rausell) o Chemo Rausell (Napicol en Meliana), para adquirir las legumbres y otras especias que más tarde se convertirán en deliciosos guisos.

Un colmado con 45 años de historia 

Hablar con Juan Carlos estos días es complicado. La clientela habitual se acerca para ver si le quedan existencias de productos cuya calidad saben que tardarán en encontrar. “¿Te quedan judías rojas?, ¿Y garbanzos o lentejas?”, pregunta Vanesa con una lista de la que pocas cosas tachará. Ya quedan pocas existencias y Juan Carlos se excusa con pena: “mañana cierro”. Entre pedido y pedido Vanesa lamenta el cierre y que no haya un relevo generacional: “va a ser muy difícil encontrar otra tienda como Casa Ezequiel, no solo por los productos sino también por Juan Carlos, una persona amable, profesional y tranquila. Es una pena que nadie tome el relevo”. De hecho, Vanesa viene desde Benifaraig para llenar su despensa y la de su madre: “Desde que era niña venía con mi madre todos los viernes a comprar”, comenta sin ocultar su tristeza e incluso un cierto sentimiento de abandono: “¿dónde voy a ir ahora a comprar?”  

La radio suena de fondo, pero con el alboroto que hay cerca del mostrador a penas se escucha. Ahora Rubio está pasando lista a los ítems que su mujer Josefa ha escrito. Son clientes desde aquel 11 de abril de 1978 en el que abrió la tienda. Sí, en pocos días cumpliría 45 años abierto. Por aquel entonces Juan Carlos Navarro a penas tenía dieciocho años. “Entré a trabajar junto a mi padre cuando dejé los estudios —Artes y Oficios— y solo he cerrado un año, en el que tuve que ir a hacer la mili”, comenta sobre una historia que tan bien recogió Fernando Miñana en El CallejeroJuan Carlos presume de sus 34 clases de alubias—. Con tranquilidad y mimo Juan Carlos va colocando sobre la balanza garbanzos lechosos, alubias blancas y especias como ras al hanout… que luego irá colocando en bolsitas.

Colas para despedirse y un pequeño homenaje

Juan Carlos tiene una sensación agridulce. Por una parte está pletórico por empezar su nueva etapa, en la que retomará viejas aficiones, como pintar o tocar la guitarra —la acústica y la clásica— y dejará el hábito de ir al quiosco a comprar El País antes de abrir la tienda y comenzar su jornada laboral. Hasta la hora del cierre escucha la radio y siempre hay un par de personas conversando con él. Es el caso de José Antonio Mas, dueño de una droguería que hay próxima a la tienda. “Cuando un comercio dura 45 años te dice muchas cosas, tanto de los productos que venden allí como de la persona que está tras el mostrador”, comenta de corazón. Son amigos y en esa rutina generada por el trabajo y los lazos de amistad, por las tardes se toman algún quinto juntos. 

En la rueda de esa rutina también está Luis, que ha visto cómo estos días está más concurrido el colmado. Tras el mostrador observa lo que ocurre y espera paciente el momento en el que conversar con su amigo: “Pasamos la tarde juntos, nos tomamos café y hablamos de nuestras cosas”. Luis lo dice con pena, aunque sabiendo que a partir de mañana crearán nuevos hábitos y las conversaciones tendrán lugar en la calle. Quien sabe, hasta incluso le acompaña mientras Juan Carlos retoma dibujar con carboncillo. Eso vendrá mañana, ahora Juan Carlos sigue atendiendo y él haciéndole compañía. 

Juan Carlos sonríe, atiende con tranquilidad y sin agobiarse de las cinco personas que están haciendo cola. Al poco se acercan más. Lo más seguro es que no podrán llevarse a casa todo lo que querían, pero también es una excusa para desearle buena suerte en su nueva etapa. Un deseo que ha mostrado todo Orriols y personas de otros barrios y poblaciones que han querido acercarse estos días y hacerle un pequeño homenaje. Un pequeño detalle para darle las gracias por su buen hacer, por dar vida al barrio y por poner la materia prima de tantos guisos y platos. 

A partir de hoy Juan Carlos Navarro comienza su nueva etapa y pasar por el número 84 de la calle Sant Joan Bosco ya no será lo mismo. Deja un vacío y solo queda la esperanza de que traspase su tienda y otra persona coja su relevo. 

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