¿El Cabanyal del futuro debe ser de fincas o de casas bajas? ¿Se inclinan los vecinos por ser un barrio más de la ciudad o prefieren preservar su fisonomía y esa identidad de pueblo? Los redactores del Plan Especial del Cabanyal (PEC) que marcará su desarrollo urbanístico en los próximos años parecen inclinarse por las fincas y por un conjunto de bloques residenciales de alto impacto, con la aprobación plenaria municipal del pasado jueves y los votos a favor de PSOE, Compromís, Podemos y Ciudadanos, más la bendición de Salvem el Cabanyal y la Associació de Veïns.
¿Por qué tras tres décadas de lucha contra la prolongación de la avenida de Blasco Ibáñez la izquierda y los colectivos más significados optan por una alternativa que poco tiene que ver con sus propias reivindicaciones históricas? De hecho, bien pensado, en su redacción inicial el PEC sustituía la prolongación de Blasco Ibáñez por otra avenida de bloques de cinco alturas paralelos al mar. La tentación de dar carpetazo a tres décadas de pesadilla es comprensible pero después de tanto sacrificio, ¿no merece la pena un esfuerzo más para reflexionar, con honestidad y transparencia, sobre muchos aspectos del plan que ofrecen más sombras que luces?
El PEC incluye un hotel de quince plantas, una zona residencial de lujo y cuatro áreas con bloques de cinco alturas (aunque más adelante explicaremos que esto se ha reconsiderado). Es un plan que apenas hace mención a la histórica reivindicación de una rehabilitación integral y que ofrece como alternativa a la prolongación de Blasco Ibáñez, toneladas de hormigón y una perspectiva de años (más de una década tal vez) de obras, camiones, grúas, polvo y molestias.
La rehabilitación del antiguo Poble Nou de la Mar y la regeneración de la zona cero ha sido (y es) la alternativa a la prolongación de Blasco Ibáñez para muchos cabanyaleros durante décadas y lo fue, mientras gobernaba el PP, para los defensores de este plan. Por eso cuesta comprender que la base esencial del PEC sea un gran volumen de nuevas construcciones en altura. ¿Por qué? ¿Para qué?
¿Por qué los impulsores del PEC consideran que el futuro del Cabanyal pasa por la construcción de 1042 nuevas viviendas, de las que 466 serán de renta libre, 288 VPO para alquiler social y 288 dotacionales? Es el precio a pagar, argumentan, para obtener una bolsa de vivienda social para la ciudad pero, ¿por qué construirlas en el Cabanyal, un barrio castigado durante décadas, con una trama y un patrimonio histórico en peligro, y no en el Parque Central o en el futuro PAI del Grau, pongamos por caso? ¿Un hotel de 15 plantas, 466 viviendas de renta libre y 1250 plazas de aparcamiento para financiar 576 viviendas sociales de distinta consideración y la peatonalización de unas cuantas calles…? ¿Eran estas las reivindicaciones históricas? ¿Es lo que necesita el Cabanyal? ¿Es el único futuro posible?
De todas formas la vivienda social en el Cabanyal es bienvenida y necesaria, sin duda, para jóvenes, mayores, familias desfavorecidas y para realojar a los propietarios del Clot. Y además es útil, por diversas razones, pero ¿por qué no se utilizan los 530 inmuebles y solares de titularidad pública para este fin? Se cumpliría así, como plantean algunos vecinos, una triple función: oferta de vivienda social, rehabilitación y revitalización de la zona cero y cierto control sobre la gentrificación.
Los autores del plan, sus impulsores y los que lo bendicen han decidido que el Cabanyal será un barrio de fincas y que progresivamente desaparecerán las casas bajas que le confieren singularidad e identidad “de pueblo”. Lo ha decidido el govern de la Nau al no cambiar en cuatro años la normativa sin sentido que permite construir cuatro plantas más buhardilla a un paso de la playa y detener la amenaza vertical, por ejemplo. Pero fundamentalmente, al impulsar ahora un plan lleno de fincas de cinco alturas. ¿Cómo se frenarán, con el paso de los años, las presiones para alzar fincas en todo Cabanyal si el PEC y las propias instituciones han abierto la veda? Sencillamente será imposible. El PEC, con su volumetría y sus alturas, es la puntilla al Cabanyal como antiguo pueblo de casas bajas, como conjunto modernista, con su patrimonio, singularidad e identidad sin parangón.
Conviene hacer memoria, al hilo de esto: una de las amenazas del proyecto de prolongación de Blasco Ibáñez del PP era el efecto dominó que la avenida generaría sobre las áreas adyacentes a las grandes fincas, propiciando a medio plazo un Cabanyal vertical del que desaparecería la práctica totalidad del patrimonio modernista y, desde luego, la vida de pueblo que propicia su singular urbanismo, heredero precisamente de la época en que fue municipio independiente.
Esto es lo que aparecía en la primera versión del PEC (de la cual ya escribí una crítica aquí) y lo que aparece en la actual, aunque fuentes municipales de toda solvencia nos informan que se ha reconsiderado la altura de las unidades residenciales y que se van a limitar a tres plantas, excepto en los edificios que realojarán a los propietarios del Clot, donde habrán cuatro, pero que no dio tiempo de incorporar estas modificaciones al dossier. Habrá que estar muy atento a la exposición pública del plan porque si se rectifican las alturas –que es una decisión muy importante– se reducirán sustancialmente, en buena lógica, el número de viviendas y, por ende, el volumen financiero del plan.
En este sentido, el diseño de unidades residenciales en bloque no parece tampoco, desde luego, la solución arquitectónica más en harmonía con la identidad urbanística del Cabanyal. Es más: toda nueva construcción debería guardar una correlación estética con el entorno y por supuesto no superar la fisonomía tradicional de las casas típicas del Cabanyal: bajo, primer piso y buhardilla. Esto es mantener un pueblo marinero de casas; lo otro, convertirlo en un impersonal barrio de fincas.
El PEC reinventa el solar frente al paseo Neptuno como un atractivo espacio de lujo. Se trata del enclave donde se expropiaron y demolieron decenas de chalets modernistas para construir unas piscinas, por el interés público, cuyo proyecto se descartó y se acabó vendiendo el suelo a particulares, como explicaron los periodistas Pablo Plaza y Daniel Valero aquí. Esa extraña y sospechosa sucesión de hechos culminará con la construcción de 274 viviendas de renta libre y un hotel de quince alturas junto a una amplia zona verde, a un paso de la playa y de la Marina.
Así es como este rincón del Cabanyal, antigua playa de vías del trenet cuya estación de término fue demolida sin miramiento junto al apeadero, será una área residencial de alto standing para, según nos explican, financiar parte del PEC.
Existe una cuestión de fondo difícil de comprender para muchos vecinos: ¿por qué se plantea como solución a 30 años de degradación este PEC faraónico cuando el objetivo era un sencillo plan de rehabilitación integral que mejorara la vida de los vecinos? O desde otra óptica: ¿para financiar 576 viviendas sociales y dotacionales es necesario poner en venta 488 de renta libre y alzar un hotelazo y cinco edificios de aparcamiento, si ni siquiera es necesario construirlas?
Este PEC es a todas luces excesivo: ¿en qué contribuirán las nuevas edificaciones a mejorar la vida de los vecinos? ¿Es el objeto último del PEC traer 3.000 nuevos habitantes al Cabanyal? ¿Quién lo ha decidido así y para qué? En vez de construir, ¿por qué no se incentiva la rehabitación y, según casos, rehabilitación del 21% de las viviendas que están vacías?
Devolver la dignidad a los vecinos que llevan décadas sufriendo la degradación de su entorno vital para vivir de nuevo en un Cabanyal "sancer i viu" –uno de los eslóganes históricos– fue la prioridad hace nada de todos los que lucharon por una alternativa a la prolongación; en ningún caso construir un hotel, bloques residenciales y una bolsa de vivenda social, por interesante que sea esto último.
Este plan, como el de Rita Barberà, incentiva la construcción y la promoción inmobiliaria, y utiliza un pretexto para justificarlo: la conexión con el mar de entonces versus la creación de una bolsa de vivienda social ahora. Ambos coinciden también en su vocación faraónica y en la previsión de una ejecución larga que afectará a la vida cotidiana de los vecinos durante al menos una década. La diferencia esencial, que no es minsa, es que el del PP destruía 1600 viviendas y éste se ejecuta sobre solares preexistentes.
Si la filosofía del PEC hubiese sido regenerar la parte del Cabanyal degradada por el Pepri, proteger el patrimonio, mantener la vida de pueblo y resolver urbanísticamente algunos desajustes, se hubiera redactado un plan más económico, sencillo y rápido de ejecutar. El anhelo de muchos cabanyaleros no tenía grandes ínfulas ni pretensiones: volver a vivir con dignidad en el pueblo de siempre.
La legislatura toca a su fin y el Govern de la Nau no ha hecho los deberes en el Cabanyal. Este PEC pretende ser una declaración de intenciones, casi un programa, para la siguiente legislatura pero, con todas sus sombras, ¿conseguirá ilusionar a los votantes de izquierdas y contribuirá a que el tripartito siga en el ayuntamiento?
El PEC tendrá una fase de exposición pública y un periodo para alegaciones. No se empezará a ejecutar en esta legislatura y ni siquiera llegará a validarlo la Generalitat. Hay tiempo, por tanto, para reflexionar a fondo sobre la trascendencia que tendrá para el futuro de toda la ciudad de Valencia y para reconvertirlo en un plan más digerible y aceptable, más austero y realista, y en definitiva, más en sintonía con las expectativas de un votante de izquierdas.
1. Pantallas compactas de cinco plantas frente al mar. Esta era la disposición de los bloques proyectados en Eugènia Vinyes y su entorno y en el jardín de Doctor Lluch. Un proyecto de otra época que recuerda la lacra del desarrollismo en nuestras costas y agravaría el aislamiento entre el núcleo del Cabanyal y el mar, iniciado años atrás con la barbarie de Doctor Lluch, limitando la perspectiva y creando una caldera en un Cabanyal histórico aislado del mar. La edificación en altura está limitada en muchas zonas del pueblo a no más de más de dos o tres plantas. Habrá que contrastar la reducción de alturas anunciada que en todo caso jamás debiera ser superior a dos plantas más buhardilla.
Son miles los vecinos que adoran vivir en el Cabanyal porque les permite llevar una vida tranquila, “de pueblo”, en una de una de las grandes capitales de la Europa del sur. ¿Qué le confiere esa sensación de vida “de pueblo”? Sin duda su fisonomía, su ambiente y su gente. Estas estructuras residenciales de hormigón no encajan de ninguna manera ni respetan la trama urbana tradicional ni la estructura social del barrio y deberían, por tanto, replantearse de una forma radical.
2. El Clot se asolará y los propietarios recibirán viviendas muy económicas en el mismo entorno. Toda solución tenía pros y contras y por tanto parece razonable que se dé por buena la que ha surgido del consenso entre vecinos y administración, pero urbanísticamente no hay necesidad de elevar, como en el resto, más de dos plantas y buhardilla ni de formar pantallas compactas y menos en un entorno de gran valor histórico y arquitectónico, con la Lonja de la Marina Auxiliante, la casa dels Bous, la Fàbrica de gel y la calle Drassanes a un paso.
3. Estación del Cabanyal. En el plan la rotonda actual se retrae hacia la avenida y la estación queda envuelta de un jardín que se convierte en un tapón al acceso vehiculizado al Cabanyal. Frente a la prolongación siempre se defendió la penetración en peine, sin anchos invasivos, pero con este jardín se anularía la entrada al centro neurálgico del Cabanyal y al mercado (ya se cerró el giro frente a Pedro de València). O existe alguna explicación no detallada en el plan o es un grave error que debe revisarse.
4. Los huertos urbanos de Cabanyal Horta regeneraron un espacio abandonado durante décadas por la administración y lo humanizaron. Ahora se ven afectados por el PEC, pero una parcela del jardín previsto se podría ceder al colectivo para mantener el proyecto, y de hecho parece que existe un preacuerdo para ello, lo cual sería una gran noticia. Más aún teniendo en cuenta que el PEC contempla la urbanización del último reducto de huerta histórica, a espaldas del tanatorio de Tarongers.