Rita Barberá, la única referencia valenciana en una cita en la que Santamaría sacó las uñas y Rivera no arriesgó
VALENCIA. El gris de Pablo Iglesias fue el más brillante -o el menos mate- de los cuatro exhibidos este lunes en el debate organizado por Atresmedia. Fue una exposición de críticas y posturas sin riesgos excesivos, con Albert Rivera por debajo del nivel esperado, Pedro Sánchez más desubicado que el resto y una aguerrida Soraya Sáenz de Santamaría en la ingrata labor de dar la cara por el ausente Mariano Rajoy.
La primera intervención de cada representante fue un buen anticipo de lo que ocurriría durante las dos horas siguientes: Sánchez ignoró la pregunta sobre las encuestas para atacar directamente a Rivera. "Los españoles no quieren más Rajoy, pero hay opciones que vienen a perpetuarlo", dijo. Fue el primero de muchos codazos a Podemos y Ciudadanos en busca de ensanchar el espacio electoral del PSOE.
Las primeras palabras de Rivera buscaron el efecto contrario: "Si no puedo formar gobierno no voy a estar ni con el PP ni con el PSOE", dijo. Este fue uno de los mantras del líder de Ciudadanos, si bien, al final del debate, quedó patente su ambigüedad cuando la pregunta derivó a si permitiría con su voto que gobernara el PP. Desde la introducción hasta el broche Rivera mantuvo una pose de hombre fiable de Estado, con algunos destellos por el camino pero con más sobriedad de la que le caracteriza.
Más natural, sin embargo, se mostró Pablo Iglesias, que aprovechó la falta de reflejos de Sánchez y Rivera para ser el primero en afear la incomparecencia del presidente. "Un saludo para Rajoy, que nos estará viendo desde Doñana", dijo. Fue uno de los muchos guiños del candidato de Podemos, que recurrió a los gobiernos de Carmena y Colau para quitar hierro a la capa caída que atribuyen las encuestas a su formación.
Por su parte, Santamaría se dedicó, desde el principio, a achicar agua en minoría, aunque con el brío de quien no tiene nada que perder. El débil argumento al que recurrió para justificar el plante de Rajoy fue, a su vez, un ataque a los nuevos partidos: "Nosotros somos un equipo. Lo que me preocupa son las propuestas personalistas", replicó.
Pese al formato abierto, la rigidez de estos roles impidió un debate ágil, aunque sí hubo aspectos frescos que desatascaron la densa velada.
En el capítulo de empleo los líderes de Podemos, PSOE y Ciudadanos parecieron olvidarse de Santamaría. En especial Sánchez, que la tomó con el contrato único que expuso Rivera. "El contrato único es el despido libre, hablemos claro", dijo, lo que le costó la primera regañina de su adversario: "no te pongas nervioso, Pedro". La expresión, como si de un pacto tácito se tratase, sería después empleada en dos ocasiones más por Iglesias contra el propio Sánchez para desesperar al líder socialista.
Ya en materia fiscal, Rivera, Sánchez e Iglesias continuaron en la lucha por presentarse como el cambio más sensato, con el PP en un segundo plano. "Varoufakis también aprobó una amnistía fiscal en Grecia cuando llegó al Gobierno", afeó el candidato del PSOE al de Podemos, que respondió con habilidad: "¿No decías hace un momento que seremos capaces de llegar al Gobierno?". En este bloque tuvo lugar el primer desliz de Iglesias al pronunciar el nombre de la consultora Price Waterhouse Coopers (PwC), una de las anécdotas simpáticas de la noche.
Los bloques sobre educación y pensiones transcurrieron con más pena que gloria, y no fue hasta el turno de la corrupción cuando subió la temperatura en el plató. Contra las cuerdas, Santamaría sacó las uñas. "Que haya habido corrupción en el PP no le autoriza a decir que el PP es un partido corrupto, señor Iglesias", denunció la vicepresidenta, que recibió por respuesta un "Luis, sé fuerte", por parte del líder de Podemos. La dirigente popular estuvo rápida y replicó con un "Paga, señor Monedero".
El ambiente se caldeó más cuando Rivera mostró la portada de El Mundo que acusó a Rajoy de cobrar de la 'caja B' de Bárcenas, a lo que Santamaría respondió tratando de salpicar a Sánchez y a Rivera con el caso de los ERE de Andalucía. El bloque derivó a la que fue la única referencia valenciana, a cuenta de la eventual eliminación Senado. "Probablemente a Montilla y a Rita Barberá no les parezcca demasiado bien", ironizó Rivera. El verdadero asunto de interés para la Comunitat que se esperaba en el debate, la financiación autonómica, brilló por su ausencia: sólo mereció una breve mención de Sánchez.
Nadie se salió de su guión al hablar de Cataluña, y en los bloques de 'pactos' y 'defensa' se defendieron mejor Santamaría e Iglesias -respectivamente-, en ambos casos por la claridad de su postura. La vicepresidenta fue la única que dejó clara la estrategia de su partido tras el 20D. "Dejaremos gobernar a la lista más votada", dijo. El líder de Podemos, en materia militar, también fue el único en concretar, al negar su apoyo a Francia en materia antiterrorista.
En el cierre del debate mandaron los tópicos, aunque Rivera e Iglesias lograron diferenciarse: el primero asociando a Ciudadanos con el cambio de la transición y el segundo haciendo lo propio con su marca y el 15M; dos importantes nichos electorales que ambos pretenden explotar.