VALÈNCIA. Está exactamente igual: es una pérgola hecha con cuatro pilares con tubos de PVC y unos somieres viejos de techo que de la que cuelga algunas ramas. Es la que construyó el padre del alter ego en La Casa, la que hizo porque sus hijos no acudieron a su llamada. La que los propios hijos deciden construir para curar las heridas que ha provocado la muerte de su padre. Está exactamente igual, pero es mentira, es una reconstrucción del equipo de arte para el rodaje de la adaptación del cómic al cine, que afronta su última semana de rodaje, de un total de cinco.
La pérgola no es la misma, como tampoco es real el huerto y la piscina, que se han montado sobre un andamio para que no estén a niveles diferentes por un sentido estético del plano. La fachada, reconstruida hace poco, también tiene una segunda ‘piel’ con el gotelé rojizo que los tres hermanos han de pintar. No es lo mismo pero podría serlo, porque la casa es La Casa. La de Paco Roca y su familia, la protagonista de su cómic, que ahora lo es también de Álex Montoya, el encargado de escribir y dirigir el film.
Tras malas experiencias en otras adaptaciones, el dibujante de cómics es un firme convencido en que ha de dejarles espacio, que sean dos obras diferentes, así que ha entregado las llaves y ha confiado en el cineasta valenciano para que haga lo que crea. “Él ha querido estar en la distancia y, por ejemplo, no ha visto el guion. Yo le he ido consultando algunas modificaciones, algunas ideas. El apoyo primero era algo más condicional, pero conforme ha ido viendo cosas, le ha ilusionado más”, explica Montoya. No se trata de falta de implicación. Unos días atrás, Roca visitó el rodaje: “conforme ha ido conociendo y visitando el set, se le ha visto muy contento”.
La adaptación ha consistido en “darle ligereza” a la historia, confiesa el director: “el problema de la adaptación del cómic es que es muy contemplativo, se pasan mucho tiempo exponiendo y no mostrando, y eso es un problema. No hay suficiente conflicto, no se explica por qué quieren vender la casa… Lo difícil h sido encontrar el esquema de la película”. Finalmente, los retoques se han hecho: en vez de venir en momentos diferentes, los hermanos y sus parejas irán apareciendo poco a poco para convivir juntos un fin de semana y provocar esos roces y esos momentos de ternura y nostalgia. También se han seleccionado e incluido flashbacks, porque el cómic —muy fragmentario—, pasado al cine podría romper demasiadas veces la narración. Hace tan solo unos meses, Montoya quitó 30 páginas de diálogos del guion, algo que lo hizo “mucho mejor”.
La casa, para los no familiarizados con la historia, cuenta el último encuentro de tres hermanos en la vivienda familiar tras el fallecimiento de su padre. Quieren repararla y prepararla para su venta. En el proceso, cada rincón de la casa contará la histora familiar y revelará la relación que tenía el padre con cada uno de sus hijos, que tendrán que enfrentarse a la pregunta de si realmente quieren deshacerse de ese baúl de recuerdos gigante.
“Este cómic tiene muchos fans y creemos que ellos son el público raíz. Lo que queremos es hacerlo lo suficientemente bien para que, además, recomienden la película”, confiesa el director. Hay, así, un equilibrio entre ser fiel al cómic —las caracterizaciones de los tres protagonistas son realmente fieles, además de las diferentes partes de la casa—, y la novedad que tiene que suponer esta adaptación.
David Verdaguer, que da vida al protagonista, opina que “es muy inteligente la opción que ha tomado Álex Montoya”, pero también confiesa que le cuesta “llevar esta historia con ligereza”. Coinciden Óscar de la Fuente y Lorena López, los otros dos hermanos que también atienden a los medios de comunicación durante una pausa del rodaje.
La historia de La casa es la de tantas otras familias. “Dicen que las experiencias más traumáticas son las separaciones, las mudanzas y las muertes”, señala López. “Pues en esta película hay dos de tres, ¡a ver quién se separa!”, completan entre risa los otros dos actores.
Dejar atrás los platós y poder grabar en la mismísima casa en la que la historia, verídica, sucedió, les echa una mano para entender a su personaje: “No es por ser hippie, pero bueno, los sitios acaban teniendo ciertas energías. Aquí han pasado cosas”, aprecia Verdaguer.
En efecto, no es un decorado. Es una historia familiar convertida en contexto para un cómic primero y como escenario de una película ahora. Al equipo de Nakamura Films y Raw Films le quedan unos pocos días de germanor. Y entonces, la casa volverá a sus dueños, que a diferencia de en el cómic, mantienen la historia viva de la casa. Y como sucede en Alcarràs o en Estiu 1993 —explica Verdaguer—, las historias individuales, con cariño, se convierten en universales.
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