Toda la ciudadanía tiene algo en común, independientemente de su profesión, todos y todas han pasado por la educación. Por lo tanto, educar y promover la participación ciudadana desde temprana edad, representa una tarea para el cambio. De allí que la escuela no se conciba solo para transmitir cultura, sino también para la transformación de la sociedad.
Parece razonable que algo que marca tanto el futuro y posibilidades de toda persona, debería estar "apartado" de vaivenes políticos y pasar a ser un tema de estado. Una materia que fuera consensuada por nuestros representantes, los políticos que deben acometer un ejercicio de responsabilidad y de buscar el acuerdo por el bien, en primera instancia del alumnado, pero no menos importante, del país.
Algo que no es discutible, es que un sistema educativo y por extensión una educación de calidad, genera personas formadas, con sentido crítico y con habilidades, personales, sociales y profesionales. A mayores competencias y mejor formación, ahora, a lo largo de toda la vida, hace que se tengan más oportunidades en esta sociedad líquida y cambiante, lo que supone una mejor gestión en situaciones difíciles, una mejor gestión de la frustración, una mayor resiliencia y por lo tanto una mejor salud metal.
Esto implica el transformar la escuela en un lugar de encuentro social, donde se pueda dialogar, reflexionar, deliberar, formular proyectos comunes y llegar a acuerdos para trabajar de forma cooperativa y poder materializarlos. Enseñar y aprender de esta manera, garantizará el vivir en una cultura de paz y democracia. Por supuesto, la formación de ciudadanos autónomos y críticos no es responsabilidad sólo de los maestros en la escuela, sino también de las familias, y todos los demás actores que forman parte del sistema y proceso educativo.
La asignatura pendiente sería un gran acuerdo en materia educativa. Lograr consensuar aspectos comunes donde coincidir las diferentes sensibilidades políticas, orientadas hacia las acciones que se deben tomar con el fin de dar respuesta o resolver la multiplicidad de intereses, necesidades o preferencias de todos los grupos e instituciones que conforman el sistema educativo, considerando es uno de los pilares que forma y sostiene a la sociedad. y que son extrapolables al resto de los ámbitos que se presentan dentro de una sociedad.
Es preciso comprender las bases filosóficas y argumentativas de las distintas opciones políticas para lograr un acuerdo entre ellas, en aras de mejorar la educación. No se trata de vender una u otra ideología, ni de quedarse solo en normativas y procedimientos legales que engrosan la burocracia, sino en comprender las diversas teorías para que se puedan discutir y elegir entre ellas las mejores opciones, con total conocimiento de causa.
Las áreas o aspectos que son comunes a todos deben constituir un eje vertebrador de acuerdos consensuados. Los políticos deben demostrar su visión de futuro y su compromiso con la sociedad, alcanzando unos mínimos y materializando los acuerdos que transmita a todos los padres y madres que sus hijos e hijas, van a tener las máximas oportunidades. Unas oportunidades que favorezcan el alcanzar una buena situación laboral y un desarrollo personal pleno, que conllevará al progreso del Estado.
La mejor prueba de tener una clase política con miras de altura sería lograr este acuerdo en educación, que involucre a todos los entes que participan directa o indirectamente en este proceso, de acuerdo con sus posibilidades y campos de actuación. Esta es la asignatura pendiente para la próxima legislatura.
José Seco es presidente CSIF educación CV