El ayuntamiento y la empresa han mantenido un pulso mediático en las últimas 24 horas. A pesar de la justificación técnica, también ha tenido mucho que ver la voluntad política
VALÈNCIA. Ha llegado el día. Hoy la incógnita se despeja. Hoy por fin se sabrá si se celebran las Paellas Universitarias. Ha habido movimientos de última hora, la empresa se ha apresurado ha intentar corregir las causas en las que se apoyó ayer, a menos de 24 horas de la celebración el evento, el Ayuntamiento de València para denegar el permiso. La idea es intentar mostrar el trabajo hecho para que el departamento de Actividades les conceda las licencias a tiempo de abrir con todas las de la ley. Si no es así, el festival abrirá sus puertas de todas formas, en contra de lo que diga el Ayuntamiento. Y entonces, se entienden otros dos escenarios posible, el de celebrarse con normalidad, y el de clausurar el evento y evacuar a la parte de los 25.000 jóvenes con entradas que ya hayan llegado y asumir las consecuencias de ello.
La imagen del segundo escenario es la esperanza en la que parece apoyarse la promotora; más aún cuando ya hubo estampa similar en 2014, cuando el evento se canceló el mismo día y los usuarios cogieron su alcohol y se movilizaron, a través de redes sociales, hasta la playa de la Malvarrosa, provocando alteraciones del orden público. Este año, Ayuntamiento y organización, desde puntos diferentes, intentarán que no termine así.
Paellas Universitarias no consigue la autorización y asume las consecuencias de su apertura
Por lo pronto, la concejala de Seguridad del consistorio le anunció al delegado del Gobierno, Juan Carlos Fulgencio, de que se había denegado el permiso al festival. Desde la administración central contestaron que la Policía Nacional estaría preparada para responder a la petición de "mantenimiento del orden público", pero para ello tendrán que esperar a saber cuál es "el estado de la cuestión", según cuentan desde la misma delegación. Sin embargo, desde anoche se lleva corriendo un bulo en los grupos universitarios que asegura que los antidisturbios ya están convocados para intervenir. Ay, las redes sociales y los dramas de la juventud.
Esta situación era inimaginable a ojos de los promotores hace 48 horas, cuando daban por hecho que el Ayuntamiento les concedería los permisos sin problema. Fue su sensación desde el principio, y fue lo que motivó abandonar la plaza de Moncada para finalmente decidir celebrar las Paellas Universitarias en La Punta. La historia de cómo se ha llegado a este punto es un emocionante cúmulo de voluntades políticas, prisas, guerra mediática y 25.000 entradas vendidas.
Todo empieza el domingo, cuando Culturplaza adelantó que el festival, que mantenía un conflicto con el Ayuntamiento de Moncada (su emplazamiento el año pasado, y el previsto para este en un primer momento), trasladaba el evento a La Punta para asegurarse de que se pudiera celebrar. La organización destacaba "la buena disposición del Ayuntamiento de València en que se celebre el evento", mientras desde la otra parte, se subrayaba que aunque tendrían "que adaptar algunas cuestiones por normativa y seguridad, ya se han celebrado Paellas Universitarias en València y en principio no tendría por qué haber ningún problema". A cinco días de la apertura de puertas, la promotora conseguía un lugar y una disposición por dar cabida a las 25.000 personas con entrada. El precio no sería bajo: todas las medidas pensadas para lavar la imagen de otros años, que salieron de un informe de la Universitat de València encargado por la empresa privada, se tendrían que poner en funcionamiento. Desde reforzar la higiene y la seguridad más allá de lo marcado por la ley, hasta reforzar la presencia de los puntos violeta o una acción para limpiar residuos en La Punta.
El lunes las reacciones no se hicieron esperar. El alcalde, Joan Ribó, en declaraciones a la prensa, afirmaba que faltaba "algún detalle" pero "esperaban" que se pudiera resolver. También que garantizaría que se cumplieran "las exigencias normales respecto a cualquier fiesta de este tipo que se hace en la ciudad". Es decir, nada que pudiera pensar el desenlace de ayer. Pero los vecinos de La Punta, a través de su asociación La Unió de La Punta, hizo saber su firme convicción de que las paellas no debían emplazarse en la pedanía y mostraban su entera indignación a que llegarán el viernes "una manada desbocada de búfalos". La ofensiva continuó y se empezaron a disparar las alarmas en el Ayuntamiento.
En los siguientes días, la prensa iríamos publicando cómo se podía llegar a judicializar esta disconformidad y echábamos la vista atrás con los problemas generados otros años, algo que pudo girar la veleta de la disposición del consistorio en dar salida al evento. Consultados casi diariamente por este diario, las fuentes del Ayuntamiento afirmaban que "el expediente aún estaba abierto" pero que "nada podía hacer pensar que se fuera a denegar", mientras la organización avanzaba el montaje mientras se coordinaba con los diferentes servicios municipales. Más allá de la tinta, la máquina parecía seguir engrasada. Sin embargo, varias fuentes han comentado a Culturplaza que Joan Ribó ya sabía que el evento no se autorizaría desde hace días.
El rumor se extendía, pero nadie lo confirmaba, ni desde la administración ni desde la promotora. El tiempo corría y la única manera de saber qué cambió ha sido ir preguntando día a día al alcalde su opinión sobre la celebración de paellas. "No queremos dejar colgadas a miles de personas que habían comprado una entrada. Pero si no se cumplen los requisitos necesarios, será que no", dijo el miércoles, la primera vez que la balanza se inclinaba hacia la denegación públicamente. 24 horas después, también en respuestas a los periodistas, afirmaba que no era "demasiado optimista" respecto a que el Ayuntamiento fuera a autorizarlo. Y pocas después, así fue. Permiso denegado.
La primera comunicación del Ayuntamiento alegaba que la promotora "se dirigió al Ayuntamiento de València a pocos días del evento" y que era "responsabilidad de cualquier empresa vender entradas para un evento teniendo la certeza de que podrá celebrarlo". Empezando por el final, cabe recordar que aún mediáticamente siga sorprendiendo, es habitual que un macroevento se autorice a pocos días (incluso horas) de su celebración. Las mismas paellas llegaron a recibir la autorización un año a tres horas de la apertura de puertas, y el mismo ayuntamiento ha llegado a dar licencias dos meses después de la celebración de un concierto de Nicky Jam. Lo primero tampoco es exacto: la empresa presentó la solicitud el 12 de marzo, simultáneamente con la petición a Moncada y a otros dos espacios. No fue hasta el 2 de abril cuando el Ayuntamiento abrió el expediente y empezó a coordinar diferentes servicios, el viernes 5 se remitió las diferentes peticiones a diferentes concejalías, que respondieron a lo largo de los primeros días de la semana. Tampoco la promotora presentó la documentación necesaria hasta este mismo lunes 8 de abril, y admiten que las conversaciones se intensificaron "hace unos diez días" cuando La Punta se convirtió en el escenario "más viable".
La realidad es que desde que presentaron la documentación el lunes, la promotora ha ido teniendo que corregir o completar su propuesta a pocos días de la celebración del evento. Por ejemplo, faltaba un documento exigido por bomberos, que pudieron resolver días después.
Aunque ya se afirmaba que se denegaría, algunos técnicos del ayuntamiento se sorprendieron ayer por la mañana ante la petición de algunos informes adicionales a los que ya habían remitido, que afinaban el detalle de manera insólita. Peticiones que difícilmente se podrían resolver en el mismo día, pero que así se hicieron para justificar la denegación que desde altas instancias ya se sabía desde hacía días.
Las cuatro causas por las que el consistorio desautorizó ayer las Paellas Universitarias a través de un informe hecho por los técnicos municipales contaban con una consistente justificación legal y eran cuatro: la documentación completa no se presentó hasta el 8 de abril, había un peligro de tráfico ferroviario, el nuevo Plan de l'Horta era incompatible con la ocupación del espacio prevista y no había informe acústico. La promotora intentó resolver a destajo todas estas cuestiones durante la tarde y noche de ayer, mientras decidía mantener el pulso con el Ayuntamiento: cuando los jóvenes ya estaban buscando cómo reclamar el dinero de la entrada, la organización anunciaba que Paellas Universitarias se celebraría. Este es el tercer año consecutivo que el evento se celebra a pesar de todo, en circunstancias similares.
La disposición y la colaboración que han mantenido durante días, se ha convertido en pocas horas en un duro conflicto de intereses a horas de la celebración del festival, por una parte, y del inicio de dos campañas electorales consecutivas. Dos bombas de relojería, cada una con su idiosincrasia. Mientras, la gente con entrada, se prepara el litro de alcohol que le permiten entrar esta mañana alarmados por si llegan los antidisturbios.