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obras basadas en fósiles

Paleoarte: cuando ciencia e ilustración se alían para revivir a los dinosaurios

17/08/2018 - 

VALÈNCIA. Desde hace meses, la prestigiosa editorial Taschen cuenta entre su catálogo con Paleoarte. Visiones del pasado prehistórico, una máquina del tiempo en forma de libro de gran formato repleto de animales extintos y estampas pretéritas. Un homenaje a toda una rama de la ilustración que había permanecido en un quinto plano hasta hace muy poco. A pesar de ser un campo bastante desconocido por el púbico generalista, esta disciplina no es una recién llegada. De hecho, para encontrar su primera muestra es necesario retrotraerse hasta 1830, fecha en la que el inglés Henry de la Beche pintó Duria Antiquitor, una acuarela basada en los fósiles disponibles en la época. Desde entonces, se han sucedido los expertos decididos a componer escenas pictóricas protagonizadas por brontosaurios, mamuts, triceratops y otros seres de un tiempo remoto. Uno de ellos es Óscar Sanisidro, biólogo valenciano al que sus habilidades han llevado a convertirse en ilustrador científico de Instituto de Biodiversidad de la Universidad de Kansas. 

La suya es una vocación surgida en la infancia: “De pequeño siempre me interesé por la naturaleza y los animales. Era un ávido lector y, en el caso de los libros de paleontología, siempre me quedaba horas mirando sus ilustraciones,  se podría decir que allí nació mi afición por esta disciplina. Recuerdo que solía comparar la forma en que cada artista representaba las diferentes especies”, explica a Cultur Plaza. Sin embargo, Sanisidro no debutó en este ámbito hasta que llegó a la Universidad de València, donde realizó sus primeras ilustraciones para el antiguo museo del Departamento de Geología, el actual Museo de Historia Natural de la UV.

Henry de la Beche 

A pesar de emplear los fósiles disponibles como referente fundamental, la historia del paleoarte es también el relato de las tendencias plásticas que han atravesado los últimos dos siglos. Así, movimientos como el romanticismo, el fauvismo o el art nouveau dejaron su impronta en estas obras. Así, los pterodáctilos o los ictiosaurios veían mutar sus líneas en función de las modas estilísticas imperantes en cada momento. En este sentido, Sanisidro señala que hasta finales del siglo XX “solo los ilustradores en contacto directo con museos, especialistas, o con acceso a publicaciones científicas contaban con información de primera mano para reconstruir de rigurosamente el aspecto de los animales del pasado. El resto copiaban el puñado de ilustraciones disponibles, heredando errores de las mismas y añadiendo algunos propios”. 

Como sucede en tantos otros campos, las nuevas tecnologías han transformado profundamente esta disciplina, pues, “con la popularización de los ordenadores, nuevos programas de diseño gráfico han proporcionado herramientas muy potentes y relativamente baratas para generar paleoarte". Eso en lo que a herramientas se refiere, pero, a nivel documental, “también existe un mayor acceso a la información gracias a Internet y los contenidos se comparten y distribuyen más rápido que nunca. Este auge en popularidad también ha generado cierto ruido, de hecho, se generan miles de ilustraciones al año de muy diversa calidad y rigor” expone el científico valenciano.

El paleoarte no consiste simplemente dibujar, sino recrear de la forma más verosímil y minuciosa posible un mundo que ningún ser humano ha visto con sus propios ojos, un entorno del que no existen testimonios gráficos. Sin embargo, Sanisidro le resta dramatismo al proceso “sigo el mismo procedimiento que uso cuando analizo nuevos restos fósiles en mi trabajo como paleontólogo. El primer paso obvio es observar el material, medirlo, fotografiarlo y, de un tiempo a esta parte, obtener un modelo en 3D. Lo siguiente es acudir a la literatura científica y ver qué hay publicado sobre el tema y cuál es la hipótesis que manejan los expertos sobre ese organismo en particular. Repito este mismo proceso para cada uno de los animales y plantas que van a formar parte del paisaje”. “Al final, una buena parte del tiempo se invierte en documentación previa”, resalta el joven valenciano.

Óscar Sanisidro 

Los fósiles revelan algunos secretos sobre su antigua vida, pero también presentan múltiples incógnitas. ¿Qué se puede hacer ante ese silencio impenetrable? Sanisidro es tajante al respecto: “completo las áreas dañadas, deformadas o perdidas mediante diversos algoritmos matemáticos. Tras esto, comparamos las marcas de inserción que dejan los músculos en los fósiles con especies actuales y se añaden capas musculares desde dentro hacia fuera. Una vez se tiene la anatomía general, se añade otros tejidos blandos como piel, o las orejas en el caso de mamíferos”. “Cuando finalizamos este proceso para todos los integrantes de una composición, podemos colocarlos en su lugar correspondiente en el ecosistema”, remata. El arte, como la vida, siempre se abre camino.

Compatibilizar rigor y creatividad

Alcanzar el equilibrio entre rigor científico y creatividad puede parece un reto, pero para el investigador se trata de dos cuestiones “totalmente compatibles”. En el caso de las reconstrucciones de animales, por ejemplo, señala que “la rigurosidad pasa por seguir los mismos pasos para obtener una reconstrucción anatómica no solo realista, sino replicable por otros expertos. Actualmente estoy trabajando en incorporar modelos matemáticos y tecnología 3D a la reconstrucción de especies fósiles. Por primera vez no sólo podemos reconstruir fósiles, sino también saber el error estadístico asociado a cada paso. Aunque esta tecnología se encuentra todavía en pañales, creo que debería ser el estándar a incorporar en el futuro”. 

Pero la vertiente artística e imaginativa también juega “un papel muy importante en otros muchos otros aspectos y es parte fundamental del proceso, de la misma forma que dos fotógrafos de naturaleza pueden tener visiones muy diferentes de un mismo animal”, apunta el paleontólogo, quien añade que “siempre existe cierto margen para la creatividad, y debe haberlo, ya que es lo que diferencia a unos ilustradores de otros. La creatividad puede ser empleada para decidir cosas tan importantes como el uso de los colores, la composición o la luz, asuntos fundamentales para sumergir al espectador en las obras y hacerlas atractivas a la vista”. 

Óscar Sanisidro 

La ilustración científica nos lleva acompañando desde hace décadas, pero, ¿somos conscientes de su presencia? Así lo cree Sanisidro: “estoy seguro que una de las primeras cosas que la gente se pregunta cuando abre un libro de paleontología o ve una reconstrucción de un fósil en un museo es cómo sabemos la apariencia que tenían estos animales en vida”. 

Todavía es mucho lo que nos queda por averiguar sobre el universo jurásico y los vecinos que lo habitaron, sin embargo, este valenciano instalado en Kansas reivindica la validez de sus composiciones, pues “aunque algunos aspectos como el color sigue siendo en muchos casos un misterio, mediante un proceso riguroso de reconstrucción anatómica se consigue una idea bastante certera de cómo era el aspecto del animal, ¡nada mal para especies que hace millones de años que se extinguieron!”. Decía Paul Klee que el arte “no reproduce aquello que es visible sino que hace visible aquello que no siempre lo es”, probablemente el pintor no estaba pensando en dinosaurios al pronunciar semejante sentencia, pero tenía razón: con unos cuantos trazos y algo de pericia, estos ilustradores lograr traer hasta los ojos contemporáneos figuras que, de otro modo, resultaría imposible observar.


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