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Patagonia, Argentina bajo cero

El clima extremo y la radical geografía del sur de Argentina ofrecen infinidad de paisajes naturales de conmovedora belleza

| 22/03/2018 | 5 min, 32 seg

VALÈNCIA.- En pocos lugares del mundo la naturaleza se manifiesta con el poderío que exhibe en el sur de Argentina. La Patagonia, una tierra de enormes contrastes y prodigios naturales que casi cortan la respiración, es una de las cuatro grandes regiones en las que se divide el país austral, desde el sur de La Pampa hasta los confines de Sudamérica. Esta vasta extensión de paisaje estepario y contrastes extremos cuenta entre sus principales puntos fuertes con la Península Valdés, una reserva de fauna en la Patagonia atlántica apropiada para el avistamiento de ballenas y lobos marinos; con el Parque Nacional de los Glaciares y el mítico Perito Moreno; o con Tierra del Fuego, la provincia más meridional de Argentina y cuya capital, Ushuaia, es considerada el fin del mundo, al ser el centro urbano más austral del planeta.

El Perito Moreno, el más impresionante de los 47 glaciares que desaguan en el Lago Argentino, es uno de los imanes más poderosos del país junto a las Cataratas de Iguazú. Cada día ingresan al parque 2.700 visitantes para contemplar esta inmensa mole de hielo de 35 kilómetros de largo y cinco kilómetros de frente. Un sistema de pasarelas interconectadas a distintas alturas sobre la tierra firme de la cercana Península Magallanes permite obtener una visión general perfecta de este coloso natural. Apenas 300 metros separan los balcones de la pared de hielo. Cada cierto tiempo, el visitante se ve sobrecogido por el estruendo seco y duro que sucede cada vez que el hielo se quiebra en las entrañas del glaciar. Conviene no perder de vista la lengua de hielo que conecta el frente del Perito Moreno con la tierra firme por si el azar se conjura para hacernos testigos de la ruptura del glaciar que acontece cada ciertos años. Tras la que ocurrió en 2016, los expertos vaticinan que la próxima será la mayor en tres décadas, debido a la masa de hielo acumulada, pero es casi imposible predecir cuándo tendrá lugar.

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Más allá de esta visita esencial, para la que es preciso ir convenientemente equipado porque el ambiente es gélido, existe la opción de tener una vivencia más próxima e intensa de este fenómeno. Una de ellas es el conocido safari náutico, una navegación breve por el Lago Rico que permite aproximarse hasta la pared sur del frente del glaciar para obtener una perspectiva muy diferente. Desde la embarcación, insignificante ante los sesenta metros de altura del frente del Perito Moreno, se puede contemplar con mayor detalle las grietas y los continuos desprendimientos de hielo.

Pero la alternativa que de veras deja una huella indeleble en la memoria del viajero es la de caminar sobre el mismo glaciar en un minitrekking de algo más de una hora para el que solo se requiere una esencial condición física. Convenientemente equipados con crampones, la caminata es una increíble sucesión de caprichosas formaciones de hielo, canales o minilagunas, acompañada de un incesante crujido del metal que se clava en el hielo. Esta suerte de zoom sobre el Perito Moreno permite comprobar la ‘vida interior’ de esta mole en la infinidad de riachuelos que se abren paso a través de grietas de un azul profundo nunca antes visto.

Aunque algunos viajeros llegan desde el norte a través de El Chaltén, la puerta de entrada natural al Parque Nacional de los Glaciares —la segunda superficie helada más grande del planeta y una de las principales reservas mundiales de agua potable— es El Calafate. A 80 kilómetros del Perito Moreno, aproximadamente a una hora y media de trayecto atravesando la estepa por carretera, El Calafate es un pequeño núcleo urbano cuya actividad está totalmente volcada en satisfacer la demanda de los visitantes al campo de hielo patagónico a precios sustancialmente superiores a los de la media del país. Tiendas de material deportivo, restaurantes de todo tipo y locales de ocio copan la oferta comercial para descansar y guarecerse cuando acaban las visitas al glaciar. 

Las opciones son casi infinitas: desde paseos en trineo o en moto de nieve hasta escalada en hielo, travesías en 4x4 o pesca deportiva

Más allá de ir de tiendas, existen algunas actividades interesantes como el centro de interpretación Glaciarium, en el que también se puede experimentar la sensación de tomar algo en un bar donde absolutamente todo, desde los vasos hasta el mobiliario, está esculpido en hielo.

Desde El Calafate es posible conocer también otros glaciares como el Upsala o el Spegazzini. La visita al primero es especialmente recomendable y perfectamente complementaria a la del Perito Moreno. A diferencia de este, que se mantiene estable, el Upsala es un glaciar en regresión. La navegación a través del canal que se extiende ante su frente es un continuo espectáculo porque tiene lugar entre inmensos témpanos de formas caprichosas que se deslizan a la deriva.

A apenas una hora de vuelo desde El Calafate, la ciudad de Ushuaia o Fin del Mundo es otro de los puntos fuertes de la Patagonia argentina. El paisaje, marcado por la presencia de los últimos picos de los Andes a un lado y los glaciares al otro, resulta de nuevo sobrecogedor. La zona es un auténtico paraíso para los amantes de los deportes de invierno por su entorno de mar, lagos y bosques magallánicos. Las opciones son casi infinitas: desde paseos en trineo o en moto de nieve hasta escalada en hielo, travesías en 4x4 o pesca deportiva. Ushuaia, en la que viven cerca de setenta mil personas, también brinda opciones más relajadas, como la visita al interesante Museo Marítimo, ubicado en el antiguo penal que funcionó hasta mediados del siglo pasado, o al Parque Nacional de Tierra del Fuego y el histórico Tren del Fin del Mundo. Pero si por algo es conocida la ciudad es por ser el punto de entrada a la navegación por el Canal de Beagle hasta Isla Lobos para ver el emblemático Les Éclaireurs o faro del Fin del Mundo. 

* Esta artículo se publicó originalmente en el número 41 de la revista Plaza

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