VALENCIA. La preocupación de las principales empresas en España por convencernos de que Halloween siempre estuvo ahí y hay que vivirlo como si no hubiera un mañana (Todos los Santos) ha logrado ocultar las terroríficas oportunidades que la 'celebración' ofrece al fan medio de Primark en Facebook. Desquiciados por encontrar un disfraz pret-a-porter que tape las primeras relajaciones dietéticas del otoño, hombres y mujeres del lugar descartan la virtuosa oportunidad de someterse al cine de terror que, influido por el pensamiento colectivo, tan apropiado es en el calendario.
Una opción traumática -y no por ello menos recomendable- es la de acercarse hasta La Rambleta, donde el colectivo CinemaScupe (tres hombres entre el humor y el odio) realizan su particular proyección comentada de Birdemic: Shock and Terror, "un clásico instantáneo del cien mierder", como ellos mismos la promocionan. Micro en mano, en pleno auditorio del espacio, Raúl Salazar (dibujante de El Jueves y Vozpopuli.com), Javi 'Bóinez' Pérez (traductor audiovisual y blogger de humor) y Sixto García (realizador, guionista y locutor de radio) destriparán al espectador a base de carcajadas.
Quién mejor que ellos para, un año más, sugerirnos una serie de películas que, muy lejos de lograr su objetivo de entretener y culturizar al público (como sus productores ejecutivos previeron), "son basura".
La selección de Raúl Salazar
Birdemic (James Nguyen, 2010)
Si Tippi Hedren estuviera viva volvería a palmar después de ver esta inmensa mierda de pájaros asesinos. Vale, que la de Hitchcock la ves ahora y si te fijas, eres capaz de distinguir el logotipo de Casa Picó impreso en las gaviotas, pero lo de Birdemic no es del fanegas de Alfred y podemos rajar de ella sin que parezcamos unos incultos de mierda (como más adelante hará Sixto).
Birdemic ha arrasado en las redes, y cuando digo redes no me refiero a una red secreta de enfermos que compran por miles de dólares películas de mierda rodadas por toxicómanos para proyectarlas en sótanos y masturbarse escondidos de la opinión pública, sino que me refiero a Internet, un invento de ahora que es fantástico. Lo ha petado hasta tal punto que en su joven trayectoria ya compite entre las peores basuras cinematográficas de la historia, que ya es mucho decir. Nos deleita con la mejor 'no actuación' del celuloide, los efectos especiales más incomprendidos jamás vistos, una edición de sonido que probablemente esté incluida en el Código Penal, tramas románticas que no interesarían ni a la abuelas venezolanas y... un momento. Me dicen que Tippi Hedren está todavía viva. Hacedle un favor. Arrancadle los ojos.
Manos. The hands of Fate (Harold P. Warren, 1966)
Aunque manos salen, y podría considerarse que da lo que promete, está cinta está considerada la peor película de terror de la historia del cine, y eso siendo suaves porque hay niños delante. La película de Hal Warren es uno de los mayores despropósitos del séptimo arte capaz de integrar todos los errores, gazapos y meteduras de pata habidas y por haber en la gran enciclopedia del celuloide.
Ritos satánicos. Una pareja de turistas algo desconcertada a la vez que desconcertante. Largas miradas a cámara a las que sólo les falta un «¿Estás grabando ya?». Fallos de continuidad que trasladan al espectador esa ansiedad que otros directores buscan con esmero pero sin éxito. Personajes secundarios que no dejan de enrollarse en el coche sin motivo aparente, a todas horas. Y sobre todo, lo más escalofriante... apariciones de claquetas de rodaje en el plano.
Una obra espeluznante que hará que te lo pienses dos veces antes de hacer una de esas escapadas por Castilla-La Mancha con tu pareja.
La selección de Sixto García
Mr. & Mrs. Smith (Doug Liman, 2005)
Es la película que más insomnio, taquicardia y angustia existencial me ha provocado en los últimos años es. Sinopsis: un matrimonio vive en monotonía y desdén y sólo la belleza y el erotismo les mantiene unidos. Por motivos laborales, se ven obligados a asesinarse mutuamente, lo cual, en toda lógica, da esa chispa que a toda pareja conviene.
¿Falla la fotografía? No, es perfecta. ¿Falla el arte? ¡Impecable! Aprovechan cada millonazo de dólares. ¿La banda sonora de audio o música? Ni un cochino fallo. ¿Es entonces maquillaje, vestuario, peluquería? ¡Nasoluto! Si usáramos ese M.V.P$ en nuestra vida cotidiana, 'nadie pasaría hambre'. ¿Efectos especiales? Hasta los efectos vulgares se vuelven especiales en esta cinta.
¡Oh, no! Entonces tienen que ser los supra-oficios del cine... Pero la dirección es incólume. Ni un robot la hubiera hecho tan robótica.
El guión, ese capazo de detritos debe ser el problema... Sí, lo es [los hermosos cónyuges ignoran a qué se dedica su media naranja. El espionaje, a ciertos niveles, no es un pañuelo. WTF!]. Pero los malos textos desaparecen como los coches que se anuncian con el precio, como las imitaciones de Fuentes, como las exparejas anodinas, como el lloro caprichoso de un niño que llaman la atención e irritan, pero pasan al olvido donde pertenecen.
Así, queridos drugos, llegamos a la producción. He aquí el mal (y sabemos que no es la primera, ni será la última). No se hizo malamente, sino con maldad. Fue un avieso designio, una intolerable insidia, un truculento y doloroso insulto.
Pretendía renovar los iconos de La novia de América, la novia del imperio, y lo logró. Mr. & Mrs. Smith, Mr. & Mrs. Pitt, Brad y Angelina, Branjolina: acabáis de enterrar el sueño americano.
Los pájaros (Alfred Hitchcock, 1963)
Del corto al largometraje encontramos una obra esencialmente muy parecida en la trama pero también en los efectos especiales, sobreactuación, dirección de arte, maquillaje... sólo vemos diferencias en la banda sonora musical (una de ellas magistral) y en que el corto no tenía script. Estamos hablando de Los pájaros.
Obra maestra basada en la novela de Daphne du Marier entre otras grandísimas figuras técnicas de la cinematografía mundial además de Tippy Hedren y Rod Taylor como estrellas. Sinopsis: en un idílico pueblo costero los pájaros empiezan a agredir a las personas durante un fin de semana y éstas se las apañan como pueden.
Y aunque ha pasado honradamente a la historia del séptimo arte, sorprende al verla hoy, lo mala que es.
Las propuestas de Javi 'Bóinez' Pérez
La venganza de Ira Vamp (Álvaro Saénz de Heredia, 2010)
Una obra que perpetró Álvaro Sáenz de Heredia después de hacer su Trilogía Chiquitistaní y antes de embarcarse en su musical sobre Primo de Rivera. No, en serio. Está en ello. Y sin embargo, me atrevo a decir que no causará tanto daño como con esta película.
El caso es que La venganza de Ira Vamp es la adaptación a cine que nadie pedía de Una pareja de miedo, obra teatral que arrasó (nunca mejor dicho) los escenarios españoles allá por… qué sé yo. En ella, Florentino Fernández y Josema Yuste, ora cómicos de éxito, ora cómicos de… menos éxito, interpretan dobles papeles, y ojo, aquí viene el gag… ¡uno es masculino y otro femenino! ¡Jajajaja! ¡Hombres vestidos de mujeres! ¡La cumbre de la comedia! ¡Jajajajajajajajajajaja! [Nota de la edición: el autor se desploma entre espasmos de puro jolgorio].
La ¿obra? es un despliegue de chistes pueriles, juegos de palabras sonrojantes (¡hasta para mí, que he sido expulsado de los menos selectos locales de Valencia por los míos!), muecas, tontunas… En fin, toda una obra de terror que da un miedo de muert… ¿Qué? Que me dicen que pretendía ser comedia. Odó. Lo que hay que leer. Se la recomiendo a fans acérrimos de Flo y Josema, todo aquel que no valore su tiempo, y completistas de Sáenz de Heredia (si los hubiera o hubiese).
La novia del monstruo (Ed Wood, 1965)
La segunda mandanga que le traigo a usted, querido lector [Nota del editor: hace un gesto como de coger el hombro a un señor, tomándose demasiadas confianzas aun siendo invisible] es el clásico de 1955 dirigido por Ed «me pirra la angora, chico» Wood, Bride of the Monster, vamos, La novia del monstruo.
Contra lo que su título pueda indicar, la cinta no versa de la última conquista de Paquirrín, sino que aúna científicos locos (bueno, solo uno), pulpos gigantes (solo uno también) y un noble bruto mutante (seguimos sin hablar de Paquirrín) en una sola película.
La producción, como solía pasar con Wood, fue delirante: el ranchero Donald McCoy accedió a apoquinar la mosca para pagar la película siempre que el director accediese a cargar con el mochuelo de su hijo, un patán que de actuar sabía tanto como yo de la teoría de cuerdas: muchísimo más bien poco.
La novia del monstruo no es tan mala, en realidad. Cuenta con una buena interpretación de un ya acabado Béla Lugosi, tiene un clímax nuclear e incluso el ya mentado octópodo gigante… el problema es que el presupuesto era ínfimo y los planos del (evidente) muñecarro pulpil se intercalan con imágenes de archivo que de haber sido una película actual tendrían un cartel de GettyImages. Hay diálogos que no van a ninguna parte, los decorados son de cartón del malo y… en fin, mejor que la vea usted mismo.