El periodismo local es aquello en lo que menos piensa una persona que decide estudiar periodismo, creanme, salvo que llamemos periodismo local a que un chaval o chavala de Madrid o Barcelona quiera dedicarse a periodismo deportivo.
No es el deseo en principio de nadie. Probablemente todos los que hemos tenido esta vocación al principio pensábamos en cubrir guerras o cubrir consejos de ministros o destapar el mayor escándalo de corrupción o contar el descubrimiento del siglo o ser los presentadores del programa más importante de entrevistas o del telediario en prime time...
Y luego está la vida real. Seguro que los que estudian medicina, derecho o arquitectura tampoco acaban haciendo lo que en sus juveniles e inocentes expectativas esperaban. La mayoría, digo.
Tampoco van a ser directores de cine todos los que estudian comunicación audiovisual o empresarios o como ahora llaman CEO todos los que estudian empresariales ADE, DADE, etc.
Pero se puede soñar ¿verdad? Y yo lo apoyo, lo fomento y lo recomiendo porque sin las personas que sueñan e imaginan, el mundo estaría aún en la edad de piedra.
Esos sueños se fomentan también desde las universidades sin pensar que al final se provocan muchas frustraciones y desengaños.
Me contarán ustedes para qué necesitamos en cada provincia una o dos facultades de periodismo y no voy a entrar en dos facultades de medina a menos de 10 kilómetros. Otro día hablo de los grados y los másteres como negocio y moda.
Vuelvo al periodismo local que acabamos haciendo do la mayoría de profesionales que trabajamos en medios y que aunque no es nuestra primero opción, a algunos nos acaba atrapando. Casi desde que comencé a hacer prácticas con 19 años me atrajo la situación de tener tan cercanas las fuentes y poder ver y tocar aquello de lo que tenía que hablar y escribir.
Para eso el periodismo local es maravilloso, pera cuando tienes que escribir sobre cosas delicadas o simplemente negativas, te granjeas de enemigo a tu vecino, por ejemplo.
Pero creo que todos hemos ido avanzando y madurando y la sociedad a rasgos generales entiende nuestro trabajo. Siempre que se haga desde el rigor y el respeto.
He perdido algunos “amiconocidos” en estos años, amigos de verdad no. También hay que saber muy bien dónde estamos los periodistas y evitar demasiada familiaridad o cercanía, pero a veces es imposible. El roce hace el cariño también aquí.
Estás semana atrás algunas personas, incluso compañeros de profesión que no se dedican al periodismo local, nos recriminaban que a pesar de saber el famoso rumor de un concejal de Elche en Semana Santa, no lo hubiéramos publicado desde el principio.
Hubo debate entre amigos periodistas y debate interno en las redacciones. Hubo reflexión personal y análisis, al menos en mi caso. ¿Un periodista puede no contar algo que sabe? Por supuesto.
Primero, yo no estaba allí, no lo vi y ninguna fuente se atrevió a corroborar la historia en público o ante un juez. Segundo, y seguramente más importante, para que algo sea noticia debe cumplir algunos criterios.
Debe ser de interés general, cuando digo interés me refiero a que afecta a la comunidad y no que el interés sea la broma o el chafardeo. Debe ser relevante, inusual, actual, relevante. Debe ser verdad…
Este tema del edil ilicitano y el comportamiento “inadecuado” en la iglesia cumple muchos de los requisitos pero falla en uno que desde mi punto de vista hacía imposible publicarlo antes de que se convirtiera en un escándalo. Sin confirmar y sin repercusión en el lugar donde ocurrió ni en el ámbito de la cofradía no había por dónde cogerlos, siendo serios y rigurosos.
Luego llegó un tuit en X de un perfil anónimo, después una publicación digital se hizo eco de un rumor desde la distancia con errores e imprecisiones y solo buscando los clicks y finalmente se produjo la repercusión. Para mi lo convirtió en noticia el rumor fue el confirmar que se había dado de baja en la cofradía junto al reconocimiento mediante un comunicado del edil de haber mantenido una conducta “poco adecuada” en el templo por el alcohol. Estos dos hechos objetivos llevaron el asunto a noticia sin paliativos.
También se convirtió este asunto en un escándalo mayor al tener este equipo de gobierno la religión como bandera y como dijo Esther diez” como atributo o valor” y no solo como hecho objetivo. Eso le dio más leña al fuego.
La trascendencia del tema era ya tal que Carlos González desempolvó el traje y corbata por si aún tenía que volver a la alcaldía.
No digo barbaridades. Porque conozco a Navarro y jamás hubiera llegado ahí pero se habló de ello y con 12 concejales el PSOE y uno de Compromís, el cambio de gobierno dejó de ser una utopía por momentos.
La única salida para el gobierno es la que se produjo. Muchos dicen que tarde. Yo creo que no debió de ser fácil porque hay muchas variables en esta operación. Al final Aurora Rodil, de Vox, que lo supo todo desde que se empezó a mover el rumor, aunque luego se quiso poner de perfil, alegó al perdón y apeló a la Virgen para ayudar a pasar estos.
Pablo Ruz y Aurora Rodil tienen una relación tan sólida gracias a su fe cristiana y eso les ha favorecido en la resolución de esta crisis. El perdón es obvio. Y en general, los medios de comunicación de Elche han hecho en general un trabajo exquisito en un tema delicado que habría generado muchos clicks en nuestras webs pero que afecta a personas.