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EL TINTERO / OPINIÓN

Plus Ultra

Como es lógico, a los valencianos que han ido a Cuba a intentar ganar terreno en las inversiones de la isla, donde parece que nuestros vecinos del norte están en posición aventajada, no los habrán recibido “arrojándoles tabacos o palomas”.

16/10/2016 - 

En la última semana los valencianos, los habitantes del histórico Reino de Valencia, hoy Comunidad Valenciana –definición anodina que debería contentar a todos– hemos celebrado dos fiestas que se refieren a dos fechas cruciales en nuestra historia. Dos momentos que pese a las torticeras interpretaciones y las perversas manipulaciones, son fundamentales para entender que somos cultural, social y religiosamente. Que nadie se espante por lo de ‘religiosamente’ que aquí participan en la Semana Santa, la Ofrenda a la Virgen y hasta en los Moros y Cristianos, insignes líderes de los partidos que en público detestan el hecho religioso y parecen abominar de nuestra tradición cultural consolidada por siglo y siglos de historia.

Como les decía, hace una semana se conmemoraba la entrada del Rey Jaime I en Valencia en 1238 y la consagración de la hasta entonces mezquita en templo cristiano, la actual catedral de Valencia. Y el pasado miércoles celebramos el hecho, posiblemente, más importante de la historia, el descubrimiento del Nuevo Mundo y como consecuencia la transmisión de lengua y religión que pese a todo y todos, significa una hazaña refrendada por datos de los que debemos sentirnos profundamente orgullosos y que deberíamos poner en valor todos.

Según el Instituto Cervantes, la institución pública que promueve universalmente el estudio y el uso del español, nuestra lengua, esta en la que usted lee la prensa a diario, es la segunda lengua materna del mundo por número de hablantes –detrás del chino mandarín–; también es la segunda en cómputo global alcanzando casi 559 millones de usuarios potenciales. Y también ocupamos la posición de plata en las redes sociales más extendidas en todo el mundo: Facebook y Twitter. ¿Nada que celebrar?

La imagen que ven en la parte superior es la de la expedición valenciana a tierras cubanas, que quizá ha sido realizada en esta época por el simbolismo de la fecha, amén de la “apertura” forzosa del régimen castrista. Por el aspecto abarrotado de la sala donde nuestros hombres de negocio, los Boluda, Bertomeu, Utor o Morata entre otros muchos y el aspecto casual de sus atuendos, no imagino un recibimiento similar al que describían los valencianos que fueron a la Guerra de Cuba en 1895. Habían partido desde el puerto de Valencia –hoy en día clave en nuestro desarrollo empresarial y comercial– y el teniente del batallón ‘Tetuán’, Francisco Bara, con descendientes valencianos y quien dejó escrito unas memorias de aquella hazaña, lo describía así:

"Formado el Batallón por compañías, en columnas por secciones, y luego formando de a cuatro, según lo permitía el espacio, hizo la entrada en medio de atronadores vivas. La capital se hallaba engalanada con arcos de triunfo y castillos de fuegos, arrojando al paso de los soldados el pueblo infinidad de tabacos , palomas, pañuelos, cintas y otros obsequios".

Como es lógico, a los valencianos que han ido a Cuba a intentar ganar terreno en las inversiones de la isla, donde parece que nuestros vecinos del norte están en posición aventajada, no los habrán recibido “arrojándoles tabacos o palomas”, aunque seguro que más de uno se ha fumado un buen puro cuando caía la noche. Un gran amigo, no fumador, me contaba como estando allí sintió la imperiosa necesidad de saborear un habano y comprendió el trato sagrado que se le dispensa al tabaco en Cuba. El ritual del mismo junto a la degustación de un destilado añejo forma parte de la vida social, gastronómica y cultural de la isla caribeña. Aunque parezca un asunto menor, en este tipo de expediciones institucionales y empresariales, suele ser en el hábil manejo y adecuado comportamiento de las situaciones informales cuando se traban amistades y confidencias que pueden fructificar en inversiones y negocios. 

Así que la realidad histórica de cómo nuestra nación rompió el mito de las columnas de Hércules, las cuales simbolizan una especie de puerta al mar para indicar el fin de la tierra conocida. De ahí el lema que Carlos I instauró (aconsejado por su médico milanés), ‘Plus Ultra’, que significa ‘más allá de’, sigue siendo el lema de nuestro escudo y es una realidad la intensa relación atlántica de España, como se manifiesta estos días. Los lazos de cultura, lengua y religión hacen que podamos mantener relaciones estrechas con los países iberoamericanos, y también con Estados Unidos donde la presencia hispana –aunque no le guste al bravucón Trump– es cada vez mayor y más influyente en todos los ámbitos de la sociedad: política, cultura, economía, etc. Ojalá podamos conocer una Cuba libre y democrática más pronto que tarde.

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