Para la economía, el calendario electoral diseñado por el señor Pedro Sánchez, es más o menos como dejar un caramelo en la puerta de un colegio. Nuestros empresarios, trabajadores, agentes sociales y financieros, necesitan de cierta certidumbre que les tranquilice en sus organizaciones o en su economía familiar.
Si no teníamos bastante con las elecciones locales, autonómicas y europeas en el mes de mayo, unas elecciones en abril ralentizan la economía. Pudo el señor Sánchez, antes de publicar su libro, haber convocado elecciones de inmediato cuando llegó al poder. Pero el poder le obnubiló. Tanto avión y tanta fotito, le hizo pensar que podría aprobar unos presupuestos.
Las empresas incluso pensaron en la estabilidad. La economía siempre es enemiga de la incertidumbre. Se trataba de, al menos para la economía, que no se parase el ciclo expansivo que el mundo tenía. Y que España, con el turismo de gran locomotora, estaba disfrutando.
Pero las compañías que se buscó el presidente no eran las mejores. Entre los que huían de la justicia, los que quieren romper España, los que no tienen un plan económico para este país, y algún agregado más, lo dejaron caer, a él y a los presupuestos.
No es mala cosa votar, aunque ya dije que hubiera estado mejor hacerlo en un solo día para ahorrar al pobre contribuyente el ingente gasto de organizar una contienda electoral. En esas, deberíamos ser más ahorradores y prudentes. Porque si luego hablamos de recortes, conviene recortar en gastos que pueden ser asumibles en un solo día.
Pero las incertidumbres que acampan por la política no son solo nacionales. A las nuestras: graves tensiones en Cataluña, incapacidad de llegar a un acuerdo con las pensiones, no haber pactado un Plan Nacional de la Educación, se añaden las internacionales.
Un Trump enloquecido por un proteccionismo que solo traerá contracción económica mundial. Graves problemas con la financiación pública de muchos países, como España, que está acabando con la concentración de ese débito en China y alguno más. Irrupción de tensiones armamentísticas por una lucha, que parecía acabada entre Rusia y EEUU. Un continente africano que necesita de ayuda y solo encuentra muros. Una América peleada entre la democracia y las dictaduras bananeras de nuevo cuño.
La economía se comporta como ciencia exacta. A mayor incertidumbre política, mayor zozobra financiera y económica. El dinero es muy cobarde, y es normal. Las inversiones se paralizan cuando la política está tocando el violón, en vez de estar solucionando el problema de la gente. El grado de incertidumbre, y unas jornadas electorales lo son, es inversamente proporcional al crecimiento positivo.
La política no es un simple parámetro de combinación en el eje economía-confianza. Es el más importante. Cualquier zozobra política, véase Venezuela, sólo repercute en la gente a la que se supone que queremos ayudar. La política se puede convertir en el lamento, o en la solución.
Para que la política sea la solución a los quebraderos de cabeza económicos de la gente, tendrá que haber cierta consistencia política en las decisiones, cierto consenso en los grupos políticos sobre el modelo de sociedad y cierta tranquilidad en las manifestaciones públicas cuando hablamos de economía.
Al griterío propio de cada campaña no podemos añadirle el cóctel de la insensatez de correr más que nadie. El consenso, que habrá de producirse a la vuelta de la apertura de las urnas, llevará consigo una renuncia a mucho de lo dicho en esta campaña. La política tiene algunos excesos verbales, pero la economía necesita de tranquilidad y sosiego.
Cuando haya pasado esta ola, en la que todos estamos inmersos, convendría no dejar de lado que la gente nos está esperando para solucionar los problemas. Tan pronto seamos conscientes de la limitación del tiempo y de que la economía no se para, tan pronto acertaremos a apaciguar y traer la certidumbre. Y con la tranquilidad la economía, o sea, el trabajo y el bienestar de la gente, señalará a la política como solucionadora de problemas. Si no creamos muchas tensiones, Europa será el continente de la solución para el mundo. Porque es aquí donde estamos más preparados para la gobernanza mundial. Si no, mire por ahí en los noticiarios extranjeros.
Emilio Argüeso es secretario de Organización de Ciudadanos en la Comunidad Valenciana y secretario primero de la Mesa de Les Corts