Pocas veces en su vida ha dejado de llevar a su hija al colegio. Pocas veces ha dejado de acompañar a sus hijas al médico. Pocas veces se ha perdido horas de parque. Pocas veces no ha podido compartir con su mujer determinados momentos. Pocas veces ha dejado de estar con su familia cuando quería estar. Pocas veces se ha arrepentido de la decisión que tomó en su día: apostar por el teletrabajo
Hoy día puede que sea la envidia de muchos pero David ha pasado por diferentes fases y etapas hasta llegar donde está ahora. Ha demostrado que es un tipo valiente y que ha luchado por conseguir la vida que quiere vivir, y no la que el sistema nos impone. Ha aprendido a gestionar el miedo, la inseguridad, la inestabilidad económica y el vértigo que implica este tipo de decisiones y este tipo de vida.
En 2007 decidió dejar la empresa en la que trabajaba para trabajar por su cuenta. Empezar a gestionar su tiempo y comenzar a vivir una nueva vida. No fue fácil. Aprender a vivir sin un sueldo fijo a final de mes, con la incertidumbre de no saber si había elegido el camino correcto fue complicado. Recuerda que se sentía mal cuando no estaba trabajando, se preguntaba si lo estaba haciendo bien, tuvo que aprender a marcarse sus propios horarios y a saber parar cuando tenía que parar, a no mezclar la vida personal y la laboral y a tener tiempo para todo. Y lo logró. Ahora no volvería a su vida de antes. Ahora puede conciliar.
En España todavía no hemos aprendido a trabajar de otra manera. Y es que todavía nos persiguen enfoques más tradicionales de entender el trabajo y afirmaciones que perduran en el imaginario colectivo del estilo de "estar en el trabajo hasta el final", "ser el primero que entra y el ultimo que sale", "que tu jefe te vea haciendo horas", etc.
"Los trabajos de plantilla fijos o indefinidos a la antigua usanza tienen los días contados y empiezan a contarse con los dedos"
El cambio económico que estamos sufriendo y la propia evolución del mismo sistema laboral y empresarial hace que las nuevas generaciones ya tengan que adaptarse a otros modelos de trabajo, a otras costumbres. Los trabajos de plantilla fijos o indefinidos a la antigua usanza tienen los días contados y empiezan a contarse con los dedos. Hoy día, muchas empresas apuestan por otro tipo de vinculaciones laborales, lo que implica modelos diferentes de contratos laborales.
La crisis ha obligado a desarrollar una creatividad brutal y a integrar otros tipos de contratos, otros tipos de vinculaciones y otros tipos de trabajos. Unos modelos diferentes de contratos que no suponen menor calidad si no trabajar por objetivos. Las nuevas generaciones, los llamados millennials, no quieren puestos fijos. Buscan trabajar y viajar o vivir donde quieran y no donde el trabajo les obligue, buscan poder trabajar de manera deslocalizada y cobrar por proyectos. Son los nuevos "knowmads".
Hoy en día muchos trabajos necesitan de un ordenador, un teléfono y una buena conexión de internet para poder desarrollarse sin necesidad de horarios fijos, de jefes y más jefes y de estructuras rancias y obsoletas con direcciones verticales que en algunas ocasiones no sirven más que para imponer una autoridad que podría cuestionarse. Según David Blay, periodista de profesión y autor del libro ¿Por qué no nos dejan trabajar desde casa?, aproximadamente un 60% de los trabajos se podrían hacer desde casa si hubiera voluntad por parte de las empresas y de los trabajadores.
Eso sí, cuando nos referimos a "casa" nos referimos a un concepto, nos referimos a trabajar fuera de las instalaciones de una empresa con horarios inflexibles pues hay quien nunca trabajaría en su propia casa. Hay quien prefiere salir de su hogar y cambiar de entorno para trabajar, de ahí que tengan tanto sentido los espacios co-working. El problema es que no se puede elegir. Pocas empresas dan esta posibilidad, la única opción para trabajar " desde casa" pasa por hacerte autónomo y trabajar por cuenta propia.
Para trabajar desde casa se presentan dos escenarios: por un lado, trabajar por cuenta ajena y estar contratado por una empresa que permite el trabajo deslocalizado siempre que se cumplan los objetivos marcados; por otro lado, trabajar por cuenta propia y ser autónomo, una situación tremendamente riesgosa y complicada pues ni el gobierno ni las propias empresas se preocupan en facilitar las ventajas económicas y fiscales, las pensiones, etc. para que no esté considerado una decisión de alto riesgo. Incluso a nivel legal, hay una serie de vacíos que se quedan sin respuesta. Según David Blay, quienes elaboraron este tipo de leyes son perfiles de trabajadores que no han podido conciliar su vida laboral y personal. Son personas alejadas de este tipo de situaciones que plantea trabajar a distancia, por objetivos y sin horarios. En su opinión todavía queda una generación para que el cambio sea efectivo.
El teletrabajo es una nueva modalidad laboral que todavía no encaja en nuestra sociedad. En España, la mayoría de gente que trabaja desde casa es autónomo o freelance, y son pocas las empresas que ofrecen la oportunidad a sus trabajadores de trabajar desde casa o de tener flexibilidad horaria. Este tipo de rigidez horaria nos hace infelices, no tiene sentido, limita nuestra vida y ni consigue mayor rendimiento ni productividad. Existen trabajos que deben ser presenciales, pero hoy día muchos ya no. El problema es la mentalidad, las trabas, los hábitos y lo difícil que es cambiar, lo difícil que es avanzar y lo complicado que resulta dejar atrás rutinas y confiar más en el talento del trabajador.
En España Davi Blay asegura que hay un techo de cristal de directivos mayores de 55 años a los que han enseñado que llega más arriba quien más horas echa y por lo tanto no comulgan con esta iniciativa. Sin embargo, en Latinoamérica (sobre todo en México, Argentina, Chile, Perú, Colombia y Panamá) bien por cercanía con Estados Unidos o bien por sus dificultades orográficas para ir cada día a la oficina, existe mayor tradición. Incluso hay ministerios con direcciones generales de teletrabajo. El caso es que estamos a años luz de las experiencias de algunos países nórdicos o de países latinoamericanos que por diferentes motivos y razones han llegado al mismo punto: trabajar desde casa con la confianza de los jefes.
Bajo este slogan es como se ha dado a conocer una empresa de Barcelona con una mentalidad y unas políticas tremendamente abiertas y avanzadas. Una empresa que exige a sus trabajadores que se organicen ellos el tiempo, que no tiene horarios fijos y que lo único que cuenta al final es haber cumplido los objetivos y los retos que el jefe les pide. A partir de ahí, todo vale. Cada uno se organiza. No es la única empresa , hay más, pero no muchas, y entre ellas destaca el caso de Consum que también permite el teletrabajo a sus trabajadores.
Son empresas que confían en la capacidad del trabajador de autogestionar su tiempo y permiten trabajar desde casa. Algo que no les va mal si contamos los gastos que se ahorran como por ejemplo los gastos de luz o de kilometraje.
Pero todavía estamos lejos. Nadie nos enseña ni nos forma para ser freelance. Como todo en la vida, uno no nace aprendido, hay que aprender. Aprender , por ejemplo, que los puntos básicos para empezar con el teletrabajo son: marcarse los objetivos y fomentar las relaciones sociales y la vida social porque cualquier oportunidad es una oportunidad de negocio
Y para concluir me gustaría recomendaros, lo que me recomendó David, invertir 19 minutos de vuestro tiempo en ver el siguiente vídeo: ¿Por qué el trabajo no ocurre en la oficina?, de Jason Fried.
La semana que viene... ¡más!