Una propuesta en la que "se entrecruza la lucha feminista con el activismo climático"
VALÈNCIA (EP). Produccions Ultramar estrenará el próximo 29 de mayo en su sala de València su primer montaje, La confiança, una propuesta en la que "se entrecruza la lucha feminista con el activismo climático y se denuncia de la violencia obstétrica", según comunicado.
Desde el espacio cultural consideran que "la violencia obstétrica, la gestación y la crianza han sido, tradicionalmente, las grandes olvidadas de la lucha por la igualdad de género". Este "vacío en el feminismo" es afrontado por la dramaturga Guadalupe Sáez en el primer montaje de Produccions Ultramar, La confiança, programado del 29 de mayo al 13 de junio en la Sala Ultramar.
"La defensa de aquellas compañeras que no quieren ser madres ha sido el principal motor de la lucha del colectivo, y por el camino hemos desatendido a aquellas personas que, voluntariamente o no, deciden tener hijos", expone la autora de un texto que toma su nombre de la necesidad de confiar en los profesionales sanitarios durante un trance tan íntimo.
La confiança, sin embargo, no explica qué significa parir, sino que se centra en un aspecto que trasciende el acto en sí mismo: la violencia obstétrica. "Se trata de un poderoso texto de denuncia en el que se explica cómo se enmudece a la mujer para poder convertir el acto de dar vida en un hecho protocolario, medicalizado, práctico y violento. Parir como un elemento más de la cadena de producción del mercado", argumenta, por su parte, la directora de la pieza, Eva Zapico.
La propuesta busca hacer valer los derechos reproductivos de las personas gestantes, valorar el cuidado, y atender a la violencia que se produce dentro de un paritorio y en las clases de preparación al parto, a fin de evitar reproducir esquemas que aíslan y hieren a las mujeres durante el acto de dar a luz.
La construcción escénica del dolor, del sudor y del placer de dar a luz por parte de Zapico no pretende la verosimilitud. El lenguaje evita la representación naturalista del acto para partir en busca "de lugares más abstractos que pasan por una ejecución física y vocal muy exigente de la protagonista para representar toda esa violencia ejercida sobre el cuerpo de la mujer y materializar la rebelión frente al intento constante de doblegar sus necesidades y su voluntad".
La responsable de subir el alumbramiento al escenario es Mertxe Aguilar. La actriz tiene dos hijos biológicos y, aunque la llegada al mundo del primero de ellos se asemeja a la experiencia que plasma la obra, explica que para dar vida a su personaje no le hacía falta haber pasado por un paritorio: "La interpretación es técnica, investigación y trabajo creativo". A ese respecto, el ritmo del texto es muy importante. Las palabras de Sáez le sirven a la intérprete de guía para encontrar esos estados por donde pasa la mujer que va a dar a luz.
La obra se fraguó durante un taller con el dramaturgo francouruguayo Sergio Blanco en el que se planteaba trabajar a partir de un relato personal, un objeto, una imagen y una noticia. Como resultado, La confiança parte de la experiencia de Sáez al dar a luz, de la litera como objeto, de la noticia de la detención de una mujer embarazada de 42 semanas y de la imagen de una orangutana luchando a muerte en la selva de Borneo para proteger su casa.
Desde finales del pasado siglo se viene afirmando que "ambas luchas van de la mano", por considerar la degradación ambiental y la desigualdad de género como las dos caras de una misma moneda. De este vínculo surge en la obra la presencia paralela de una primate luchando contra una excavadora de las industrias madereras.
A Aguilar la acompañan sobre el escenario Diego Ramírez, que representa a diferentes personajes, desde el ginecólogo hasta el operario de la excavadora; y Clara de Luna, que es un trasunto de la voz femenina protagonista y la encargada de crear, en directo, la atmósfera sonora de la pieza. Su trabajo no solo acompaña al texto, de manera descriptiva en algunos momentos, sino que también crea los sonidos que actúan de enlace entre el mundo hospitalario y la selva. Tanto la música y el espacio sonoro vienen firmados por Luna y panorama de los insectos.
Tras casi doce años de actividad la Sala Ultramar ha anunciado su cierre, una triste despedida de la ciudad que se hará realidad el día 4 de febrero con la última función de ‘Morning Glory’, una obra de su directora: Mertxe Aguilar, quien se despide del espacio apenada pero por todo lo alto