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tribuna libre / OPINIÓN

Prohibido trabajar, y progresar

6/12/2024 - 

Décadas atrás en nuestra empresa procurábamos que quien quisiera realizar horas extras pudiera hacerlo. Poder hacer 5 ó 10 horas más a la semana les permitía ese plus para las extraescolares, viajar en vacaciones o un vehículo adicional en casa. Un día caímos en que Esteban hacía 60 horas a la semana. A los 35 años tenía el piso pagado.

La riqueza no cae del cielo sino del trabajo de la gente. Si un taxista echa 40 horas puede facturar un 7% más de que si hace 37,5 horas; si un carpintero fabrica una mesa por hora, podrá vender 10 mesas más al mes. Reducir la jornada disminuye la producción. Y la tarta a repartir entre capital, trabajo y Estado, punto.

Uno de los objetivos de la reducción de la jornada laboral es trasladar riqueza de la empresa al trabajador. Yolanda dice: echas menos horas pero ganas lo mismo; la pérdida la asume la compañía. A corto plazo, el trasvase puede funcionar; a largo, los tres agentes pierden pues la tarta es menguante.

Aunque la lucha de clases sigue anclada en la testa de algunos, la realidad no es tan simple. Hay 5,8 millones de españoles con acciones de empresas cotizadas y 300.000 cooperativistas. Si éstos trabajan menos, podrán mantener el salario un tiempo, pero perderán lo no producido en dividendos. Serán un 7% más pobres y su cooperativa menos competitiva.

El capital es conservador y calculador, si la relación riesgo-rentabilidad-regulación no es atractiva, la inversión se ralentiza y la riqueza se esfuma. Si un país se hace incómodo para quien arriesga sus ahorros, éste tiene dos opciones: quedarse quieto (que invierta S.P.M.); hacerlo en empresas cotizadas de otra nación.

Reducir la jornada es dos veces dañino. Primero, reduce la riqueza; segundo, traslada el mensaje perverso de que trabajar es nocivo. Sería naif pensar que los gobernantes conocen las tres necesidades psicológicas básicas de las personas: sabernos competentes y útiles; sentirnos conectados a los demás; ser libres y autónomos. Desarrollar una profesión brinda un marco saludable para: sentir que contribuimos con nuestro talento a la sociedad, relacionarnos y generar el sustento que nos permita sentirnos libres. Por desgracia, para muchos la alternativa al trabajo es más tiempo de televisor, bar u otras actividades que no dan ningún sentido a la vida. Tampoco parece que el legislador conozca que la inactividad laboral va asociada a la depresión o la falta de autoestima.

Quizás promulguen la reducción para repartir el trabajo entre más personas, como si fuera limitado. Aquí los populismos de izquierdas y de derechas se parecen. Las evidencias de que el número de puestos de trabajo no ha dejado de crecer en todo el mundo son tan palmarias que parece que solo los motivos electorales mueven a quienes quieren repartir el trabajo o limitar la inmigración con la excusa de que los de fuera quitan el sustento a los de casa.

Parece una broma que en un país de hijos de inmigrantes como EEUU quiera frenar la llegada de otros nuevos. Allí no hay desempleo, y sí 63 millones de trabajadores más que en 1980. Y eso que trabajan dos horas semanales más que los alemanes. La jornada mayor no conlleva peor salario, en el estado más pobre de EEUU -Mississippi- es mayor que en Alemania; y el salario real medio del país ha crecido un 57% de 1990 a 2019. En España solo lo ha hecho un 8,1% en ese período.

Aquí estamos batiendo récords históricos de vacantes de puestos de trabajo por cubrir, los números oficiales son 150.000, los reales superan el millón. Faltan cocineros, albañiles, mecánicos, electricistas, conductores, ingenieros... ¿Cuánta riqueza se deja de crear en nuestro país?

Patronal y sindicatos negociaban subir de 80 a 150 el número de horas extraordinarias anuales permitidas. Ello no llega a compensar la reducción de la jornada. El empeño regulatorio empobrece el país e impide a los trabajadores progresar. ¿Qué pinta un gobierno impidiendo que dos partes, la empresa y el trabajador, decidan de forma libre que quieren producir más (y pagar más impuestos)?

Las horas extras posibilitan a los trabajadores ahorrar y es una manera eficiente de asignar recursos. Personas ya formadas y productivas hacen un pequeño esfuerzo adicional mejor remunerado. La legislación es absurda. No permite trabajar más de 40 horas para la misma empresa, pero sí para varias. Existen cerca de 585.000 pluriempleados en España. Quieren o necesitan trabajar más de lo normal. Seguro que muchos preferirían hacerlo en un único lugar. Eso sí, realizar más horas no puede ser un coladero de tiempo no remunerado. El control horario efectivo se hace imperativo.

Aunque en las siglas del partido gobernante aparezcan los obreros, no siempre acierta al pretender que éstos progresen. En los años 70 y 80 la izquierda se asociaba a la libertad y la lucha por los derechos de los trabajadores. Ahora a la regulación. Entonces el trabajo escaseaba, ahora abunda; aplicar la misma receta a una persona enferma que a una sana es una negligencia. Muchos obreros en Europa ya piensan que las izquierdas están más pendientes de favorecer a quien no quiere trabajar que a quien lo hace, luego nos sorprendemos de que voten a la extrema derecha.

Las cifras indican que España no está haciendo progresar a los trabajadores. El gobierno no debería ponerles la pierna encima. Hay quien no quiere conciliar porque no tiene familia, otros necesitan trabajar más porque la tienen. Hay quien de joven quiere ahorrar para de mayor descansar ¿Quién es el Estado para imposibilitar que uno haga lo que desea con su vida? No me parece saludable trabajar tanto como Esteban hacía, tampoco prohibirlo.

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