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LA OPINIÓN PUBLICADA

Puig se reubica en el tablero español

Con las elecciones generales a dos años vista, y sin Ábalos en el ministerio para hacerle sombra, el president de la Generalitat necesita labrar un discurso propio para consolidarse como barón de su partido y referencia periférica en la política nacional aunque sea buscando alianzas estratégicas en el Partido Popular

| 06/08/2021 | 3 min, 6 seg

VALÈNCIA.- Ximo Puig y Pedro Sánchez no comenzaron su relación con buen pie. En las dos ocasiones que Sánchez se presentó a elecciones primarias para alcanzar la Secretaría General del PSOE, Puig apostó por la misma persona: la entonces presidenta de Andalucía, Susana Díaz. Ello supuso, para Sánchez, tener el aval del de Morella en su primera ocasión, porque entonces contó con el apoyo de Díaz como marioneta fácilmente manipulable que le calentaría a la presidenta andaluza la silla, a la espera de tiempos mejores. Cuando la marioneta demostró no ser tal y difirió de la línea marcada por el susanismo, Ximo Puig, susanista de la primera hora, contribuyó a derribar a Sánchez de la Secretaría General del PSOE, dimitiendo de la Ejecutiva (lo que obligó a formar una gestora), y después votando contra Sánchez en el surrealista Comité Federal de octubre de 2016 en el que este también acabó dimitiendo. Meses después, Puig culminó su apuesta susanista apoyando de nuevo a Susana Díaz en las segundas elecciones primarias a la Secretaría General del PSOE a las que se presentó Pedro Sánchez... que también ganó.

Han transcurrido cuatro años desde entonces, y Puig se ha pasado ese período recomponiendo la relación con Pedro Sánchez. La mano izquierda del president de la Generalitat y su carácter conciliador han sido factores de peso, pero también (en sentido contrario), sin duda, la ominosa figura de José Luis Ábalos, tan firme en su apoyo a Sánchez en todo este proceso como lo fue Puig sosteniendo su apuesta por Susana Díaz. La relación ha pasado por vicisitudes de todo tipo, pero justo ahora, tras fulminar Sánchez a José Luis Ábalos tanto del Gobierno como de la Secretaría de Organización del PSOE, parece encaminarse hacia una normalización definitiva. Además, la ministra valenciana que entra en la remodelación del Gobierno, Diana Morant, es indiscutiblemente afín a Ximo Puig. Con todo ello, el president ve cómo se le aclara el panorama interno, enfilado hacia un congreso del PSPV plácido y tranquilo por primera vez desde... ni me acuerdo ya, pienso que estaría en el instituto. ¿Tal vez a principios de los años noventa, cuando Joan Lerma, antecesor socialista de Puig en la Generalitat, mandaba con mano firme en el partido?

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Amainado el frente interior, Puig puede dedicarse ahora a los dos años que le quedan antes de la nueva convocatoria electoral autonómica (si no se adelantan las elecciones, posibilidad que ahora parece muy remota), tanto en el gobierno de la Generalitat como en las alianzas que pueda tejer en España, dentro y fuera del PSOE. Un escenario en el que a Puig se le abre una oportunidad de ejercer esa cierta «geometría variable» de barón socialista que regenta una autonomía con lengua propia, identidad específica y peso económico y demográfico significativos (la más importante de las que regentan los socialistas, de hecho).  

* Lea el artículo íntegramente en el número 82 (agosto 2021) de la revista Plaza

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