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opinión

¿Qué consecuencias traería el 'Brexit'?

El economista jefe de Lazard Frères Gestion analiza el impacto que tendría que saliera vencedor un 'sí' en las urnas y se consumara el 'Brexit'

3/06/2016 - 

MADRID. En primer lugar, es necesario tener en cuenta que el proceso de salida de la Unión Europea llevaría tiempo y no concluiría hasta pasados unos años. Si sale el sí a la no permanencia, el Gobierno británico invocará el artículo 50 del Tratado de la Unión Europea y notificará al Consejo Europeo su intención al respecto. En la práctica, nada cambiaría en las relaciones entre el Reino Unido y la Unión Europea, si bien se abriría un periodo de negociación sobre las modalidades de la salida. El país saldría sólo cuándo se llegara a un acuerdo y fuera ratificado por mayoría cualificada. Las partes dispondrían de dos años para encontrar un acuerdo. Si pasados dos años, no se alcanzara ningún acuerdo, la salida sería automática, aunque las partes podrían, llegado el caso, acordar una prórroga (para lo cual sería necesaria la unanimidad).

La historia demuestra que, llegado el caso, estas negociaciones llevarían varios años. Cuando Groenlandia obtuvo su autonomía de Dinamarca, celebró un referéndum para saber si seguiría formando parte de la Comunidad Económica Europea, en febrero de 1982. Groenlandia tardó tres años en hacer efectiva su salida. Cuando los suizos rechazaron la adhesión a la Unión Europea, la negociación de acuerdos bilaterales sobre siete temas, entre los cuales estaban la libertad de circulación, la agricultura y las trabas técnicas al comercio, comenzaron en 1994 y sólo culminaron en 2002. Según los términos de un documento de trabajo del Gobierno británico, “harían falta cerca de diez años para renegociar, en primer lugar, la salida, en segundo lugar, las relaciones con la Unión Europea y, en tercer lugar, todos los acuerdos comerciales”. Además, en una entrevista en Financial Times, el director de la Organización Mundial del Comercio (OMC) declaró que el Reino Unido debería renegociar los términos de su mantenimiento en esta institución. Esto podría llevar varios años, más allá de una eventual salida de la UE, dejando al país en una fase de incertidumbre prolongada.

El efecto a largo plazo sobre el crecimiento británico dependerá de varias cosas. En primer lugar, ¿cómo evolucionará el marco británico del comercio internacional y en particular el comercio con los países de la Unión Europea? Los partidarios de la no permanencia llevan tiempo afirmando que el país podrá mantener su acceso al mercado único, pero esto es muy poco probable.

Hay que recordar que Noruega, aunque no es miembro de la Unión Europea, debe cumplir con gran parte de la normativa europea y aporta una contribución significativa a los diferentes presupuestos de la Unión Europea. En función del régimen comercial que negocien los británicos, la capacidad del país para exportar sus servicios, principalmente servicios financieros, podría quedar mermada.

Crecimiento potencial

En segundo lugar, ¿cómo evolucionará el crecimiento potencial del país? Si el Brexit conllevara un descenso de la inmigración, esto significaría un descenso del crecimiento de la población activa. Además, el crecimiento de la productividad se vería penalizado por un aumento del coste del capital. El Reino Unido se ha beneficiado de un flujo regular de inversión directa que podría desaparecer.

Uno de los argumentos esgrimidos por el bando de la no permanencia es que el crecimiento británico está, supuestamente, penalizado por la normativa de Bruselas, pero los estudios de la OCDE muestran que el Reino Unido tiene ya una de las economías menos reguladas, tanto a nivel del mercado laboral como del mercado de bienes y servicios. Por tanto, es poco probable que un “Big Bang desregulador” conlleve una mejora de la productividad.

La mayor parte de las modelizaciones que se han hecho estiman un coste en términos de PIB de entre el 2,5% y el 9% para el período comprendido hasta 2030 en comparación con el nivel que alcanzaría el Reino Unido si se mantuviera en el seno de la Unión Europea.

La salida de uno de sus países miembros sería una prueba para la construcción europea. ¿Llevaría a los países de la Unión Europea y sobre todo los de la zona euro a una mayor integración, o sería el comienzo de un movimiento de desintegración? Una vez más, se pueden escribir dos guiones igualmente creíbles en un sentido u otro. Ciertamente, el sentimiento europeísta no está en su mejor momento, pero el espectáculo de una economía británica en recesión o casi recesión como consecuencia de esa elección mermaría la credibilidad de los más euroescépticos. Por otro lado, una parte de las inversiones realizadas en Reino Unido para construir fábricas destinadas a producir para el mercado europeo podrían trasladarse al continente, lo que sería positivo para el crecimiento de la zona euro.

La libra esterlina podría desplomarse un 20%

Si bien no habría cambios a corto plazo, no significa que no tendría consecuencias económicas, sobre todo porque los agentes económicos reaccionarían al fuerte aumento de la incertidumbre económica, más aún cuando sería muy probable una crisis política, dado que la credibilidad de David Cameron como líder del partido conservador quedaría muy cuestionada. De hecho, este aumento de la incertidumbre ha tenido efectos sobre el crecimiento en los últimos meses, como refleja la estimación en tiempo real del crecimiento realizada por el NIESR, a pesar de que el contexto haya sido bastante favorable.

Pero la variable que reaccionará más en caso de Brexit será sin duda la libra esterlina. Según diversas estimaciones, podría caer un 20%. ¿Por qué una bajada brusca? El Reino Unido registra una de las cuentas corrientes más elevadas entre los grandes países, y ese déficit se ha incrementado durante los últimos trimestres, principalmente debido al efecto de la bajada del precio de las materias primas sobre los beneficios de las empresas de los sectores energético y minero.

En cualquier caso, el déficit a día de hoy es superior al registrado en 1974, antes de la intervención del FMI, o al de comienzos de los años noventa, antes de la salida de la libra esterlina del sistema monetario europeo. Un déficit por cuenta corriente sólo puede financiarse si se atrae capitales procedentes del resto del mundo. El Brexit reduciría el atractivo del Reino Unido, haciendo necesaria una depreciación significativa de la libra para reequilibrar la balanza de pagos (véase el gráfico 3). Dicho esto, incluso en caso de mantenimiento, este déficit corriente pesaría sobre la divisa británica.

A corto plazo, el aumento de la incertidumbre y la bajada de la libra tendrían múltiples consecuencias. La inversión caería, la inflación se aceleraría y el consumo se frenaría con motivo del encarecimiento de las importaciones. Según las estimaciones del Tesoro británico, el PIB podría contractarse un 0,4% anualizado durante cuatro trimestres en un escenario de Brexit con impacto contenido y del 2% si el impacto es mayor.

Sin embargo, la repercusión en la economía de la zona euro debería ser bastante limitada. Mientras que las exportaciones hacia la Unión Europea representan un 13% del PIB, las exportaciones al Reino Unido tan solo suponen un 3% del PIB de la zona euro.

En el peor escenario, la pérdida de crecimiento para la zona euro debería ser de alrededor del 0,3-0,4%, teniendo en cuenta que la tendencia de crecimiento debería ser del 1,6-2,0% para los próximos doce meses. Por otro lado, pensamos que es poco probable que el aumento de la incertidumbre en el Reino Unido afecte a la inversión en el continente.

Julien Pierre es economista jefe de Lazard Frères Gestion

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