“Suerte para cada uno de vosotros y vuestras familias en 2017. Suerte para todos en 2017”. Así concluía el presidente de la Generalitat Ximo Puig su discurso de fin de año. Por supuesto nuestro presidente se refería a “buena suerte”, pero lo cierto es que ese deseo para el año que ahora comienza no deja de transmitir cierta incertidumbre e inquietud sobre un futuro en el que parece que no podamos hacer mucho. Y es que simplemente recorriendo las acepciones de la palabra “suerte” en la RAE, observamos que es un concepto relacionado con la fortuna o la casualidad, sin que se haga referencia a una acción planificada o dependiente de la voluntad del individuo.
La mitología grecorromana cuenta que Tyje, llamada Fortuna en Roma, era la divinidad que encarnaba el azar. Se la representaba con los ojos vendados, y empuñando un timón pues guíaba la vida de todos los seres humanos, presidiendo todos sus acontecimientos vitales, y distribuyendo según su ciega voluntad, los bienes y los males. Su culto en Roma se institucionalizó por Servio Tulio, en el siglo VI a.C., precisamente como agradecimiento al permitirle dejar de ser un simple esclavo y convertirse en el sexto rey de Roma.
Claro que creer sin más en la buena o mala suerte para explicar lo que sucede y nos sucede, es asumir que no tenemos control alguno sobre sobre nuestro destino y que, por tanto, no tenemos responsabilidad alguna sobre los resultados. Frente a esta posición, incluso los propios romanos, sin renunciar a sus tradiciones, evolucionaron hacia la convicción de que el individuo sí tenía cierto margen de maniobra. Así, se cuenta que el propio Julio César, al ser sorprendido por una fuerte tempestad en alta mar, le dijo a su piloto: “¿Por qué temes? Llevas a bordo a César y su Fortuna”.
En esta línea, el psicólogo Richard Wiseman, autor de El Factor suerte, realizó un estudio durante diez años, a lo largo de los cuales analizó más de 1.000 sujetos agrupados en dos bloques según se consideraran afortunados o desafortunados. Sus conclusiones fueron que la suerte no era simple azar o destino, sino que se relacionaba directa y positivamente con cuatro factores que todos podemos aprender y aplicar:
A la vista de lo expuesto, quizá nuestro muy honorable presidente se refería a estos cuatro factores, cuando cual jedi nos deseó que la suerte nos acompañara. Y si así fuera, que cada cual los concrete en la hoja de ruta personal que le guíe con el mejor criterio en este 2017. ¡Feliz año nuevo!