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contracrónica | mitin central del pp 

¡Qué salao es un tal Mazón!

Foto: MARGA FERRER
22/05/2023 - 

VALÈNCIA. Domingo por la mañana. Mitin central del PP en València. Hace un día estupendo, como ayer. Cielo azul PP. El partido ha decidido programar el mitin en la plaza de toros, y eso son palabras mayores, porque allí caben más de 10.000 personas. Un mundo, en los tiempos políticos que corren. Pero si el PP ha decidido hacer su mitin allí, está claro que es porque puede llenar la plaza, que estas cosas no se dejan al azar. Voy a ver una demostración de fuerza y de capacidad organizativa. Una demostración, en suma, de que el PP ha vuelto, tras su travesía del desierto de 2015-2022 (culminada con el nefando periodo de Pablo Casado, de quien nadie se acuerda), y en estas elecciones van a por todas.


El PP siempre ha hecho aquí, en València, sus grandes actos públicos. El mítico de Mestalla de 1996, cuando José María Aznar logró congregar a más de 50.000 personas en un lisérgico mitin que se prolongó durante cuatro horas, ya queda lejos. Pero es un referente de que, aunque los tiempos han cambiado, el PP continúa con su gusto por demostrar poderío en estos actos electorales (una idea para diciembre: si logran ganar la Generalitat, para las generales podrían hacer un mitin en el Nou Mestalla, y así ponerlo en valor).

Conforme me acerco a la plaza, ya se ve a bastante gente que ha venido en autobuses y se dirige al mitin en disciplinada formación, que hay que llenar esto. ¿Fachalecos? Muy pocos, aunque después, en la plaza, aparecen más. No demasiados, que hace mucho calor, y llevar fachaleco en estas circunstancias es toda una declaración de intenciones. De hecho, tal ha sido el éxito de esta prenda en la sociedad valenciana que el calorazo sirve para eso, para separar el grano de la paja (los que lo llevan porque creen en él de los que sólo lo llevan cuando es necesario, porque hace frío).

Entro en la plaza y ya está casi llena, y eso que falta más de una hora para que comience el mitin. Hace buen día, pero a pleno sol esto significa que te vas churruscando poco a poco. Aquí no hay efecto invernadero, hay efecto solazo en la cara. El PP reparte sombreros y abanicos por doquier. También van surtidos de agua. Todo muy bien organizado. ¿Cómo explicar que el PP, gestionando los escasísimos resultados electorales de 2019, los peores de su historia, con una subvención electoral comparativamente modesta, se pueda permitir estas cosas? ¡Porque ellos saben gestionar, no como la izquierda!

Foto: MARGA FERRER   

Hay muchas banderas, españolas y de la Comunidad Valenciana; y del PP, claro. Cero banderas preconstitucionales, naturalmente. Si ni siquiera Vox tenía en su mitin, ya me dirán cómo va a tener el PP, que además se ha quedado sin su componente más ultra porque, precisamente, se ha ido a Vox. 

El animador del mitin pincha discos y lanza soflamas políticas al alimón. En un momento se pasa de revoluciones y afirma: "estamos hartos de las mentiras de la oposición". Descarto que el animador esté, en efecto, harto de las mentiras de su partido y asumo que es un lapsus freudiano de un partido acostumbrado a mandar, y más en la Comunitat Valenciana, que ya lleva ocho años sin tocar poder. Y ocho años son muchos. 

Aquí la gente está muy animada, transmite euforia contenida y también sin contener. Pero eso el PP ha sabido hacerlo siempre muy bien. Veo a algunos representantes del PP nacional: Borja Sémper, el PP más centrado, y Cuca Gamarra, el PP más oportunista, han venido a escoltar a Núñez Feijóo. Isabel Díaz Ayuso ni está, ni se le espera. Se me ocurre que este mitin es como la convención del PP de 2007: el PP valenciano defendiendo a su líder gallego de las ambiciones de la presidenta de Madrid.

Comparsa 'Aquí hay tomate'. Foto: MARGA FERRER 

Entran un grupo de chicas vestidas de carnaval, muy coloridas, con disfraces de dinosaurio, o algo así (se trata, como averiguamos luego, de la comparsa "Aquí hay tomate", que viene de Torrevieja, es decir: PP Zone 100%). Elaboran sucesivas performances con gran seriedad y profesionalidad, pero cuando llega la última melodía no pueden evitar sonreír de felicidad: el himno del PP. ¡Alegría!

La cosa comienza con puntualidad británica, a las doce. Primero sube Vicente Mompó, el presidente del PP de la provincia de Valencia, un señor al que no conoce absolutamente nadie que no esté en esta plaza hoy. Hace su discurso en valenciano, salvo una palabra: sanchismo, que en valenciano debería pronunciarse "sanchisme". Mompó lanza preguntas retóricas a la audiencia: ¿A quién preferís, a Pedro Sánchez, o sea, a los terroristas de Bildu, o a Alberto Núñez Feijóo? 

La candidata a la alcaldía de València, María José Catalá, sube al estrado. Catalá está en avanzado estado de gestación. Mientras le veo hablar pienso en lo dura que es la política, y también que tiene mérito que se atreva a conjugar su proyecto de vida personal con el político cuando se le han juntado ambos proyectos prácticamente en paralelo. Algo que Catalá reivindicará en su discurso, de hecho.

Foto: MARGA FERRER   

Dicho discurso es muy mitinero, esto es: cero programa, todo tratar de enardecer al público, al que, dicho sea de paso, es fácil enardecer. Catalá dice que los valencianos "no somos nada que no sea Comunidad Valenciana" (es decir: ni Reino de Valencia ni, sobre todo, País Valenciano) y luego reflexiona sobre la capital, València, que aspira a gobernar: "esta ciudad se ha construido y diseñado con ojos de mujer". Pienso: pues es un detalle muy bonito de Catalá que tenga un momento de reconocimiento para Clementina Ródenas, alcaldesa socialista de 1989 a 1991.

Un momento: ¿acaso existe la posibilidad de que no hable de Clementina Ródenas, sino de su sucesora, Rita Barberá, alcaldesa de 1991 a 2015? Imposible. ¡Pero si el PP en pleno, también Catalá, exigió en las Cortes Valencianas que Barberá devolviera el acta de senadora, y ésta acabó dándose de baja del PP e ingresando en el Grupo Mixto! 

Catalá da paso al candidato a la presidencia de la Generalitat, Carlos Mazón. El candidato es discursivamente muy eficaz y domina muchos registros, aunque diría que le pierde un poco su gusto por rizar el rizo, con frases como: "El domingo tendremos un presidente de facto [Núñez Feijóo] y seguirá habiendo un presidente de Falcon". Justo después de decir eso, se pone solemne: hoy no es el día en el que perdemos la seriedad ni el compromiso. 

María José Catalá. Foto: MARGA FERRER   

El frenesí discursivo de Mazón no tiene fin: lo mismo te cuenta su programa electoral en los aspectos esenciales que denuncia "a los delegados del sanchismo en la Comunitat Valenciana"; lo mismo amenaza con arrancar a cantar aprovechando que "estamos en la tierra de Nino Bravo", que pregunta retóricamente a la audiencia: ¿sois todos españoles de primera división? Mazón es hiperactivo en su intervención, y eso le lleva a un final campechano: "Duc una suá, eh... Mare meua".

Termina Mazón y el animador avisa: "Tic-tac, Pedro. Tic-tac, Pedro. Con todos vosotros, el hombre que va a acabar con el sanchismo en España". El presidente del PP, Alberto Núñez Feijóo, cerrará el acto. El discurso de Feijóo es... la verdad, este hombre no parece hecho para los mítines. Si Mazón acaba de demostrar moverse en este entorno como pez en el agua, Feijóo no parece disfrutar. O igual es que su forma de expresarse, que tantos recuerdos nos trae de su antecesor, Mariano Rajoy, mueve a veces a la perplejidad.  

Para comenzar, Feijóo cuenta una historia de su campaña de 2009 en la plaza de toros de Pontevedra, en la que ganó al entonces presidente gallego, Emilio Pérez Touriño. Y establece un paralelismo entre su historia y la de "un tal Mazón", que también se presenta hoy contra un presidente socialista: "la historia se repite siempre, o al menos casi siempre" (ominoso aviso). Si Feijóo lo consiguió, "un tal Mazón", ese tipo al que no conoce ni Dios, quizás pueda llegar también; ¡cosas más raras se han visto! 

Con este tipo de comentarios, que en teoría buscan apoyar a su candidato en la Comunitat Valenciana, Feijóo se nos aparece como un Rajoy aún inmaduro, sin la gracia inimitable que tenía el expresidente, con la que te hablaba del IVA de "los chuches", o del vecino y el alcalde, ... ¡qué nostalgia del rajoyismo! Feijóo mira sus notas a menudo, mientras que Catalá y Mazón han hecho su discurso sin papeles. Alguna vez hace pausas dramáticas antes de decir el nombre de sus compañeros o de la ciudad en la que estamos. Uno tiene la ilusión de que Feijóo mire un papel para saber dónde está o quiénes son esos señores que han hablado antes que él. "Hay que votar a... ¿Carlos? ¿Ese tal Mazón?".

Carlos Mazón y Alberto Núñez Feijóo. Foto: MARGA FERRER   

Por fin, Feijóo nos explica por qué hay que votar a Mazón, además de porque se opone a los "delegados del sanchismo" locales: la Comunitat Valenciana, dice Feijóo, sintetizando, es "una comunidad autónoma pujante, pero alegre, que sabe disfrutar, con las mejores fiestas del mundo, que he aprendido aquí lo que es el tardeo, que yo no lo sabía. Trabajo y ganas de vivir, Carlos Mazón, sé lo que le gusta, sé lo que trabaja, y sé cómo se divierte; bueno, eso todo no". Más adelante, Feijóo remacha: le encanta venir a València porque está Mazón. Sin Mazón, no es lo mismo. Por lo que dice, da la sensación de que Mazón monta juergas como ninguno; ¡menudos tardeos! Queda claro que Mazón es muy 'salao', pero eso ya lo había demostrado él mismo en su intervención.

Entre unas cosas y otras, llevamos casi veinte minutos de discurso. Feijóo no ha mencionado ni a ETA ni a Bildu en ningún momento, pero ahora llega: si te indigna el sanchismo, y que este sanchismo no rompa con Bildu, vota. Y poco más. Está claro que no es la prioridad del candidato del PP a La Moncloa, porque es un discurso que podría darles votos, pero también podría hacer que algunos de sus votantes se vayan a Vox. Así que sus llamadas a votar al PP vienen en general motivadas de forma mucho más prosaica. Se lo transmito tal y como creí escucharlo: "Si eres pensionista con una pensión acomodada y ves que a los pensionistas con pensiones más modestas no les bajan el IVA de la carne, el pescado y la conserva, vota". Vota para que le bajen el IVA de "la conserva" a algunos pensionistas. Ilusión.

Llevamos más de una hora de mitin a pleno sol y Feijóo va terminando. El candidato a derribar el sanchismo hace una confesión: en este acto hay gente que no votó al PP en 2019. ¿Cómo es posible? Murmullos escandalizados del público. Pero él se reafirma: Sí, sí, ... así es. Hombre, digo yo que al menos todos los carguillos de Ciudadanos que se ha ido agenciando el PP a lo largo de esta legislatura, especialmente en los últimos meses, y que están hoy en la plaza, votarían a Ciudadanos en 2019.

Luis Santamaría y Ruth Merino. Foto: MARGA FERRER   

Feijóo ha hablado mucho de Mazón, "El Salao", pero muy poco de Catalá. Y ahora, casi al final de su alocución, hace propósito de enmienda: "Querida María José Catalá Barberá. Me ha dicho que no lo diga, pero lo digo". La cara de Catalá es un poema. Es un poco "quiero apropiarme del legado de Barberá, pero sin pasarnos de vueltas". En fin. Al menos, el PP que quiere volver a las glorias electorales del PP de 1995-2015 recuerda a una de las principales artífices de aquella época. Para Zaplana y Camps, en cambio, ninguna mención.

El mitin ha sido, globalmente, un éxito sin paliativos para el PP. Lo ha sido desde el momento en que han logrado llenar la plaza de toros, y con independencia de lo que se dijera en el mitin; o de que se dijera algo. Es un mitin de "vamos a ganar las elecciones", que eso no lo duda casi nadie, una vez el PP se ha recuperado y ha absorbido a la mayoría de votantes de Ciudadanos. Pero con ganar no siempre basta. El PP también ganó en 2015, y fue el segundo peor resultado de la historia de la derecha valenciana en unas elecciones autonómicas. El próximo domingo sabremos si con recuperar la hegemonía de la derecha basta para recuperar el poder.

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