MADRID. De los 46.539.026 habitantes censados en España, 4.549.858 personas (9,8 %) corresponden al colectivo que integra la población extranjera, casi al 50% en cuanto a géneros. Los datos se extraen del Instituto Nacional de Estadística de comienzos de año. Por otro lado, del conjunto de extranjeros de la UE inscritos en España (1,76 millones), los más numerosos son los rumanos, los británicos y los italianos. Entre los no comunitarios predominan, por este orden, los marroquíes, los chinos y los colombianos.
De todos los extranjeros asentados en nuestro país, 1.588.390 estaban dados de alta en el Régimen General de la Seguridad Social el pasado mes de mayo, pero 284.077 figuraban en el Régimen Especial de Trabajadores Autónomos (RETA), según datos de la Asociación de Trabajadores Autónomos (ATA) al finalizar el primer trimestre del año. En un comunicado, la asociación agradecía el impulso emprendedor del colectivo extranjero que acaparaba ya el 8,9% del total de autónomos en nuestro país. En la clasificación de nacionalidades, ahora son los procedentes de Reino Unido y Rumanía las que más autónomos aportaron en el primer trimestre. Ello implica un cambio de tendencia en un apartado dominado hasta entonces por la comunidad china.
Hablamos, en la mayoría de los casos, de personas que han encontrado en el autoempleo la forma de sortear la crisis e introducirse en el mercado laboral español. En consecuencia, predominan los negocios pequeños, con baja capacidad para generar empleo (muchas veces familiares) y con preferencia por sectores como el de la hostelería y la construcción, áreas económicas elegidas por el 38,2% de los nuevos autónomos extranjeros, según ATA. También tienen una participación relevante en el sector comercio y el del transporte. Asimismo, muchos encontraron su oportunidad de negocio en la industria de las remesas que llegó a estar regentada, casi en su totalidad, por inmigrantes (muchos de origen pakistaní) que combinaban la actividad con locutorios o servicios de internet.
La clave del éxito en este tipo de pequeños negocios no suele ser otra que trabajar duro y depender lo menos posible de los bancos. Como clientes iniciales se empiezan enfocando a sus mismos compatriotas aunque luego van ampliando a los locales como servicio de cercanía y con precios más económicos. Como ejemplo, podría citarse el caso de las peluquerías. La crisis obligó a bajar la persiana a más de 45.000 salones de peluquería en España. Sin embargo, desde que se iniciara la recuperación, las nuevas aperturas superan ya los 55.000 establecimientos, dos tercios de ellos situados en el segmento de salones modernos y el low-cost con locales pequeños y muchos gestionados por lo que en el sector se conoce como peluquerías étnicas, según el último informe elaborado por Stanpa (Asociación Nacional de Perfumería y Cosmética).
Pero no todos los negocios que montan son así. Empiezan también a darse casos de emprendimiento en los hijos de inmigrantes acordes a los cambios y la innovación tecnológica.Un ejemplo lo hallamos en la empresa Weimei, una nueva marca de teléfonos móviles fundada en España por Juan Yuan, hijo de emigrantes chinos que montó en 2015 con su primo Pablo, ingeniero informático. Apasionados por la tecnología, ambos disfrutaban de pequeños ‘cacharreando’ con los aparatos que vendía su padre en la tienda de electrónica “Ir a la tienda era casi como un castigo, sobre todo cuando veías a los compañeros de clase paseando por la calle cuando tú estabas trabajando, pero también me dio la oportunidad de conocer todos los aparatos. Así nació mi pasión por la tecnología”, cuenta Juan, actual consejero delegado de Weimei.
Pese a llevar prácticamente toda la vida en España (llegó con 4 años), Juan sabe que la mayor resistencia que tienen que vencer en nuestro mercado para introducir sus teléfonos es la desconfianza, por el hecho de ser chinos y competir en un mercado bastante maduro. Para ello se esfuerzan en garantizar un servicio técnico y de atención al cliente impecable. No les va mal. Lo que empezó siendo un negocio de núcleo familiar se ha ido abriendo a un equipo de más de 10 profesionales cualificados. En cuanto al target al que persiguen se corresponde con el de un cliente joven, nativo digital e interesado por la tecnología y las novedades. Sus teléfonos, que empezaron vendiendo a través de la web, se encuentran ya en otras tiendas de telefonía contando con aliados de la talla de Phone House, que les han apoyado desde el principio.
Sin embargo, hay comunidades a las que la integración en el mercado nacional parece resultar más complicada debido a sus costumbres y creencias religiosas. Es el caso de la comunidad musulmana con unas normas de consumo muy arraigadas. Para ellos han surgido en nuestro país soluciones como la de Coophalal, una Cooperativa de Servicios Financieros Islámicos con sede en Barcelona que se rige conforme a los principios de la Sharia , la ley islámica que dicta desde un minucioso código de conducta hasta sentar las bases de los principios económicos que rigen sus finanzas. Por citar un ejemplo, una de sus normas prohíbe a los bancos islámicos cobrar intereses por la concesión de un crédito participando, a cambio, de los riesgos o beneficios que pueda obtener la empresa que lo solicita.
España no permite la apertura de un banco islámico, motivo que animó el nacimiento de esta cooperativa que preside una mujer de origen marroquí, Najia Lotfi, licenciada y máster en Economía Internacional, en Técnicas Bancarias y Financieras y profesora de Finanzas Islámicas en la Universidad Autónoma de Barcelona. “El objetivo de la organización es conciliar a inversores y emprendedores que quieran regirse por los principios económicos del Islam” aunque no es necesario que practiquen la religión. “Basta con compartir la filosofía financiera y respetar los estatutos”, dice Najia.
Entre los filtros que aplican para prestar sus servicios se hallan, además del análisis técnico de la viabilidad empresarial, la observación de principios como renunciar a negocios relacionados con la venta de carne de cerdo, tabaco o alcohol. Asimismo, antes de incluir a un miembro, se aseguran de que carezca de antecedentes penales.
También Amuda Goueli nació en un país que profesa mayoritariamente la religión islámica, Egipto. El cofundador de Destinia, abandonó su país huyendo de la falta de democracia en el régimen de entonces. Estuvo viajando por todo el mundo hasta recalar en España donde se alió con el australiano Ian Webber para montar la primera agencia online española especializada en la reserva de hoteles. Goueli halló en el emprendimiento la libertad por eso tampoco pone límites a su crecimiento empresarial, presente ya en 35 países. Ya lo dice él: “No importa donde estés, sino lo que haces”.