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LA OPINIÓN PUBLICADA / OPINIÓN

¡Que viene Tamames!

Foto: J. HELLÍN/EP
18/03/2023 - 

La idea fue, según él mismo ha ido proclamando por ahí, de un señor con una excelente opinión de sí mismo que se halla ya en la senectud. No, no hablamos de Ramón Tamames, aunque lo parezca, sino del escritor Fernando Sánchez Dragó, que por lo visto le propuso a Santiago Abascal la figura de Ramón Tamames para armar la moción de Vox con un independiente de reconocido prestigio ("Tamames está pletórico, se ve en Moncloa, siempre quiso ser presidente"). A escasos días de la moción, hay que decir que fue una buena idea, si uno tiene un mínimo sentido del espectáculo (y del humor), pero no tanto para sus patrocinadores de Vox, que están cosechando un ridículo sin igual en la historia de las mociones de censura en España (que comienza a ser nutrida).

Conviene reconocer, para ser justos, tres cosas: la primera, que Tamames parecía un perfil interesante desde la singular perspectiva que había adoptado Vox con esta su segunda moción: hacer una moción desde la ultraderecha, apoyada únicamente por los diputados de Vox, pero cuyo candidato tuviera apariencia de moderación (dentro de lo que cabe). La segunda, que la moción está consiguiendo un impacto mediático considerable, encarnado casi en exclusiva por los cientos de entrevistas, declaraciones y filtraciones protagonizadas por el candidato (mientras Vox queda en la sombra, como pagafantas parlamentario de Tamames). Y la tercera, que el candidato es independiente. ¡Y tanto!

Ramón Tamames es un señor de 89 años que, a estas alturas, está de vuelta de todo y que no considera que le deba lealtad, silencio, complicidad, o ninguna otra clase de deuda a Vox. Por eso, el circo de Vox para llevar la iniciativa política y de paso poner en dificultades al PP teniendo que "retratarse" se ha convertido en un circo protagonizado por Ramón Tamames, en el que Vox participa como mero convidado de piedra.

Foto: JESÚS HELLÍN/EP

Todo indica que esta puede ser, en efecto, una moción que debilita sobre todo a Vox y al Gobierno. En el primer caso, está bastante claro: Vox hace el ridículo y muestra que no es alternativa al PP, como mucho muleta freak. Pero las condiciones en las que se va a establecer esta moción tampoco le vienen nada bien al Gobierno ni a Pedro Sánchez, porque desactivan parcialmente su estrategia de "¡que viene la extrema derecha!", que fue la base de sus éxitos electorales de 2019. Esta estrategia, realmente, ya languidecía tras los últimos fracasos electorales de la izquierda, en la Comunidad de Madrid y en Andalucía. Pero tras la moción puede quedar aún más desactivada. Porque si el peligro de la extrema derecha se sustancia en que los ultras presentan a un señor de la Transición para que les ningunee y pase de sus soflamas para aprovechar su momento de gloria, pues la verdad es que el peligro no parece muy amenazante.

Una pena para Pedro Sánchez, que desde el principio había puesto cara de seriedad ante el reto de la moción, dispuesto a debatir con Ramón Tamames, a quien respeta con un grado de veneración inversamente proporcional a las posibilidades de que la moción prospere. A Sánchez, como a Vox, le parecía inicialmente que esta moción esperpéntica venía muy bien para socavar la posición del PP y revivir el espantajo de la amenazante extrema derecha, que está ahí, dispuesta a quitarle votos al PP y quizás impedir que la derecha sume lo suficiente para mover a Sánchez del sillón. Así que, si había que defender, sin que a Sánchez se le mude el gesto ni se le escape la risa (el hombre tiene mucha práctica en este particular), que el Gobierno se toma "muy en serio" la moción y a Tamames, pues se dice, que con un poco de suerte esto podía ser la nueva manifestación en la plaza de Colón que Sánchez anda buscando desde 2019, cuando la primera edición de "¡que viene la extrema derecha!" le reportó sendas victorias electorales.

Foto: R. RUBIO/EP

Porque, en definitiva, las consecuencias de llevar a Vox a la irrelevancia por la "vía Tamames" son benéficas sobre todo para el PP, que quedará encarnado más claramente como única alternativa real ante los votantes más conservadores, lo que puede permitirle recuperar posiciones y ubicarse nítidamente como partido más votado y con mayor número de escaños.

También puede pasar que Tamames impresione a la concurrencia con su discurso y la ciudadanía mire con mejores ojos a Vox, perpetradores del espectáculo. Pero, sinceramente, no tiene pinta de que vaya a ser así. Yo comienzo a sospechar, de hecho, si no está haciéndose Vox el harakiri con tal de acabar con el Gobierno de Pedro Sánchez. Inmolándose, reduciendo sus expectativas electorales, actuando en contra de sus intereses, los diputados ultras emularán el histórico harakiri que se hicieron los procuradores franquistas en la votación de la Ley de Reforma Política de 1976, en virtud de la cual el franquismo daba paso a la democracia. Un harakiri para fulminar a Vox y, con Vox, las posibilidades de revalidar la victoria para Pedro Sánchez, a manos de un PP que podría ganar las elecciones al modo del tan añorado Mariano Rajoy: sin hacer nada.

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