El lunes rompemos aguas. Nuestra criatura, nuestro Anuario Hedonista 2019, verá la luz. Como siempre, está pensado para vuestras manos, las de todos
VALÈNCIA. En muy pocas ocasiones, por no decir en ninguna, he escuchado a los cocineros hablar bien de los anuarios. La misma afirmación es válida para jefes de sala y personal de hostelería en general, desde los restauradores más pudientes, hasta los camareros y los friegaplatos; que en esto de dar de comer es tan importante el primero como el último. Nunca he escuchado que pusieran en valor el trabajo de los periodistas que recomiendan sus restaurantes a la clientela. Muy al contrario, cuando la conversación se produce en confianza, sin que haya grabadoras de por medio, los comentarios van en la línea de "estoy en un puesto que no me corresponde", "no lo digo por ti, sino por tu jefe", "qué sabrá ella si ha venido dos veces a comer", "solo aúpa a sus amigos", y el recurrente "no tiene ni puta idea".
Al parecer, para "tener idea" hay que saber de cocina más que el chef. Y no.
Hoy voy a pecho descubierto, que la ocasión lo merece. El lunes presentamos en sociedad el Anuario Hedonista 2019, una guía gastronómica que recopila los mejores restaurantes de la ciudad, ordenados en diferentes categorías y atendiendo a múltiples criterios. Es una publicación elaborada con inmenso cariño. Desde que se concibe por parte del director, Jesús Terrés, hasta que se pone en común con Valencia Plaza, y más tarde se determina que la editora vuelva a ser Olga Briasco, quien este año además escribe. Luego vienen los encargos a los redactores, los mismos que semana tras semana nos esforzamos por rascar temas de interés en el ecosistema valenciano. Intentamos visitar todas las casas que nos asignan (ocho, diez, quince...), y no siempre llegamos a todo, o vivimos la experiencia completa; pero de verdad que lo intentamos.
Escribimos con honestidad, con las tripas; escribimos con el estómago y con el corazón, sobre una disciplina que además amamos: la gastronomía.
En Guía Hedonista no somos los mayores gastrónomos de España, algunos ni tan siquiera nos consideramos críticos, sino periodistas que hablan sobre las cosas del comer. Porque nos gusta, porque nos da la vida. Escribimos lo que experimentamos como mejor sabemos, y no lo hacemos pensando en el cocinero, ni en el dueño del restaurante que quiere ponerse una Estrella, sino en la gente. Queremos ser el Anuario de la gente. De esa clientela que disfruta con la buena mesa, y a la que de vez en cuando le asaltan las dudas sobre dónde cenar, en una ciudad tan viva como València. El Anuario de todos, del que corta las patatas en allummette y del que no ha oído hablar del mis en place en su vida (¿y qué?).
Nos despojamos de lo rancio, de lo trasnochado, de lo carcamal. Que no se malinterprete, sentimos un inmenso respeto por los clásicos (admiramos a ese Antonio Vergara que de vez en cuando se cuela en nuestras páginas, junto a otras firmas de reconocido prestigio).
No nos sentimos "gacetilleros", como él dice. Y tampoco es que vayamos de modernos, ¡basta ya de moderneces! Somos gente normal que escribe para otra gente normal.
Y prosigo: queremos ser el Anuario de Anyora. El de la bodega, el de la taberna y el de las barras de toda la vida, como Maipi. El Anuario de La Principal y de Casa Montaña. Nos gusta lo que hace Diego Laso en Momiji y José Gloria en Casa Amores. Nada nos vuelve más locos que dar con una nueva propuesta coherente, como la de Yarza o La Aldeana 1927; nada nos ilusiona más que celebrar Arrels. Todo esto sin olvidar que Ricard es un maestro, y que a Quique le debemos mucho, pero siendo conscientes de dónde somos fuertes. Lo que de verdad nos distingue de otras publicaciones es la falta de prejuicios. Descendemos del cielo estrellado a la hostelería disfrutona; un viernes escogemos las bravas de Rausell como plato de la semana, y al otro recomendamos la paella de Casa Carmela, sin detrimento de que el restorán destacado sea un chino de la calle Pelayo.
Es que así es como come la gente, que de vez en cuando también se zampa una pizza o se pide un kebab. Que igual nunca se ha comido una gamba roja de Dénia.
Dicho todo esto, el lunes, cuando por fin rompamos aguas, cuando pongamos en vuestras manos a nuestra criatura, sed compasivos. No, mejor: sed justos. El Anuario 2019 es un trabajo de un grupo de personas, con sus aciertos y sus errores, que se lo ha currado. Marga Ferrer ha invertido muchas horas de su vida en visitar a los cocineros para fotografiarles en la intimidad; Diego Obiol ha tirado de ingenio para maquetar todo el contenido; Paco Roca (apenas me creo que esté escribiendo en una publicación ilustrada por él) ha puesto a funcionar todo su talento para adaptar una idea (increíble, ya veréis) a la parcela del buen comer. Todo se ha perpetrado desde el inmenso respeto que sentimos hacia las personas que se dedican al mundo de la gastronomía, y en ningún caso para cuestionar el trabajo de los restaurantes incluidos; ni tampoco de los excluidos.
No nos situamos por encima ni por debajo, sino al lado. Hablamos de vosotros porque sois nuestra pasión. Y se lo queremos contar a ellos, a nosotros, a la gente.
Bienvenidos al Anuario Hedonista 2019. Bienvenidos, TODOS.