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LA NAVE DE LOS LOCOS / OPINIÓN

¿Quién pagará todo esto?

El joven presidente Sánchez está decidido a tirar de chequera como el temible Zapatero, el socialista que le antecedió en el cargo. Ha anunciado algunas medidas, como la revalorización de las pensiones según el IPC, que traerán más gasto público. ¿Quién lo pagará? Nosotros, sin duda, con más impuestos. Sánchez quiere que le paguemos la fiesta con la que entretener a sus futuros votantes

2/07/2018 - 

VALÈNCIA. Mientras el presidente Sánchez decide el día en que sacarán los restos de Franco del Valle de los Caídos y la cuneta a la que serán arrojados, mientras el joven dirigente socialista medita sobre las penas de cárcel que recaerán sobre los apologetas del franquismo (ese 15% irreductible de la población entre el que no me encuentro, tranquilos), mientras esa margarita se va deshojando, compruebo, con una mezcla de incredulidad y estupor, el saldo de mi cuenta corriente. En las últimas semanas ha disminuido de manera considerable. Al margen de un problema con el motor del coche, en gran parte atribuido a mis viajes frecuentes al sur del sur de la Comunidad, achaco esta circunstancia a la constelación de impuestos que asolan mi vida, también la tuya, carísimo lector, que tienes a bien leer estas atinadas reflexiones.

El IBI, el impuesto de circulación, el IRPF, que me ha tocado pagar, el IVA cotidiano… Y dicen quienes nos gobiernan desde hace un rato que soportamos una presión fiscal inferior a los países de nuestro entorno. Puede que tengan algo de razón en lo dicho pero en esto, como en la enseñanza, no nos podemos comparar con Suecia o Finlandia. Somos realidades distintas: ellos son más altos, más rubios y más ricos que nosotros.

La llegada de los socialistas al poder hace temer un aumento del gasto público hasta el fin de la legislatura. El joven Sánchez ha anunciado por dónde irán los tiros: extensión de la cobertura de la sanidad a los inmigrantes irregulares, revalorización de las pensiones de acuerdo con el IPC, ampliación del permiso de paternidad; tal vez una renta básica para los ciudadanos sin recursos; puede también que la recuperación del cheque bebé, lo que nos llevaría a los tiempos oscuros del temible Zapatero.

La visita de Josep Pla a Nueva York

Repasando estas medidas ciertas o probables acude a mi memoria una conocida anécdota de Josep Pla en un viaje a Nueva York. Cuando en una de sus grandes avenidas, el escritor ampurdanés vio la grandiosidad de los rascacielos, el dinamismo de sus comercios y restaurantes, el caos frenético del tráfico, las luces de neón de sus teatros, se preguntó: “¿Quién paga todo esto?”.

Esa pregunta me la hago en la situación actual: ¿quién pagará todo esto?

La respuesta es harto sencilla: los que tenemos aún la suerte de trabajar y contribuir así a la Hacienda pública y la Seguridad Social; quienes no formamos parte de las minorías mimadas por el progresismo gobernante y por lo general aportamos más de lo que recibimos del Estado. Esos mismos que madrugan para ir a trabajar; levantan las persianas de sus negocios a la espera del primer cliente; soportan al jefe insufrible para conservar su empleo y echan cuentas para llegar a fin de mes. Todos esos hombres y mujeres ayudan a que el país no se vaya al carajo. Y para que un país funcione se necesita dinero, y el dinero sale de los impuestos, y los impuestos se pagan con el trabajo y el sacrificio de mucha gente.

Saco cuentas y trabajo cuatro meses gratis para el Estado. No me gustaría que fuesen seis, pero corremos ese riesgo si el presidente Sánchez se cree Papa Noel

Un gobernante debería ser prudente al plantear más gasto público porque esto lleva a un incremento de la presión fiscal. Saco cuentas y trabajo cuatro meses gratis para el Estado y sus ramificaciones. No me gustaría, esa es la verdad, que fuesen seis en lugar de cuatro, y me temo que corremos ese riesgo si el joven presidente se cree Papa Noel tirando de chequera, como si dinero fuese suyo y no nuestro. Lo peor sería que hiciese caso a los potentados Pablo e Irene, siempre muy espléndidos con el dinero ajeno. La vida se ve de color de rosa desde el confortable Galapagar.

Alrededor del 20% del dinero es negro

La tan necesaria justicia social requiere proteger a quienes la hacen posible pues ir más allá de lo razonable, cargando más impuestos sobre sus espaldas, puede romper la cuerda, ya de por sí muy endeble. La cuerda puede romperse de varias maneras; la más frecuente consiste en idear toda clase de triquiñuelas para evitar el pago de los impuestos. Ejemplos hay muchos y a las pruebas me remito: alrededor de un 20% del dinero que se mueve en España es negro y circula preferentemente por arriba —profesionales liberables— y por abajo —los amigos de las chapuzas—. Los que estamos en el medio, presos de una nómina, lo tenemos más difícil pero la necesidad, ya se sabe, agudiza el ingenio.

A mí me gustaría que el joven presidente pagara sus gestos políticos con su dinero o el de los suyos. Así se revelaría como el hombre coherente y consecuente que no es. A medida que me hago más viejo y más resentido, tengo en más alta consideración al político gris y conocedor de los severos límites de la realidad, que se limita a gestionar, con eficacia y honradez, los siempre complejos asuntos de una comunidad.

Por desgracia para el país, el apuesto Sánchez está hecho de otra pasta. Como tanto izquierdista retórico y bienintencionado, tiene como misión el redimirnos de las tentaciones del mundo, deshacer todas las injusticias, convertirnos en buenos ciudadanos (algo por lo que no sentimos el más mínimo interés) y consolar a los afligidos. Quiere pasar a la historia y que los demás le paguemos la fiesta.

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