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Rampova y José de Lamo: el orgullo de reivindicar frente a quienes creen que ya todo está hecho

Dos destacados activistas por los derechos de quienes siempre son vistos como diferentes se reúnen para hacer memoria y esbozar futuro

6/08/2017 - 

VALÈNCIA. Rampova, al frente del grupo musical Ploma 2 (“Cabaret ácido contra una sociedad hipócrita’) o de programas de radio como La Pinteta Rebel, escandalizó a medio país hablando de lo que no se hablaba. Entró a la cárcel con catorce años, allí fue violada sistemáticamente. Transcurrió los ochenta derribando mitos y abriendo puertas, mientras la Brigada 26 de València subrayaba en las fichas policiales su orientación sexual. “¡Qué triste época la nuestra! Es más fácil desintegrar un átomo que un prejuicio!”, afirma solemne.

José de Lamo escuchaba el programa de Rampova, reafirmaba su homosexualidad ante sí mismo (“tarde pero rápido”) hasta convertirse en uno de los portavoces del colectivo Lambda antes de asumir su nuevo cargo como director general de Igualdad, ondeando la convicción de que los derechos no evolucionan por sí mismos, sino por personas que los hacen evolucionar.

Son las 19 horas en los bordes de la Plaza del Tossal. Una mesa de turistas rompe en aplausos al resolver alguna cuita. De Lamo y Rampova se ponen al día y responden a quienes creen que ya no es tiempo de reivindicar porque ya todo está conseguido

Que comience todo. 

José del Amo: Ese cabaret tan transgresor, tan deslenguado que hacía Rampova con Ploma 2 era una manera de revindicarse a sí mismas. También ganas de lucha, sus espectáculos eran gasolina para la acción. Encontrar mensajes tan potentes te da aliento para combatir. 

Rampova: A principios de los ochenta los fundadores de Ploma 2 hacíamos coreografías por ejemplo de Lili Marleen de Fassbinder. En ese momento de todas las integrantes la única que había cotizado era yo y gracias a que mi padre tenía relaciones con el Partido Comunista. El resto sabían que para encontrar trabajo pedían un certificado de buena conducta que te hacía la policía, y nosotras, por nuestra condición sexual, teníamoa claeo que no que no podríamos trabajar. El padre de Clara también era comunista pero no tenía los contactos que mi padre. Coticé cuatro años y medio pero era consciente de que no íbamos a tener un trabajo normal y corriente, así que debíamos aprovechar nuestro talento para el cabaret. Muchas transformistas nos decían que politizándonos no íbamos a llegar a nada. ‘Vosotras sí que no llegaréis a nada y os quedaréis siempre en València, moviendo la boca como los muñecos de Mari Carmen’, les decíamos. Recorrimos todo Euskadi, toda Galicia, toda Catalunya, toda Andalucía… Llegamos a ir a Finlandia, a las repúblicas bálticas, porque yo dominaba el ruso. 

José de Lamo: No han pasado tantos años desde entonces, desde que se te impedía trabajar si querías ser tú misma… En ese tiempo lo que ha pasado es que la sociedad ha cambiado, no tanto como nos gustaría pero el salto ha sido muy grande. Gracias a personas como Rampova, como las integrantes de Ploma 2, que sufrieron desde bien joven cárcel y agresiones… Te quitaban las oportunidades, de tener un trabajo normalizado. Por eso el espectáculo era la salida profesional. Por su activismo en los años ochenta y noventa se fueron rompiendo los armarios heredados del franquismo y a empezar a visualizarse las realidades del colectivo LGTBI. A finales de los noventa ese activismo llegó también a las instituciones. 

Rampova: Me metieron en la cárcel con catorce años. Supuestamente debíamos estar aislados pero quien de verdad estaban aislados eran los presos políticos, para ellos los más peligrosos.Yo estaba junto a violadores… 

José de Lamo: Ahora hemos llegado al punto en el que la sociedad asume y respeta la diversidad sexual pero dentro de unos límites. Todo lo que tiene que ver con la pluma, la cuestión de género, cuesta mucho por una cuestión básica de machismo. 

Rampova: Hemos cambiado para peor. A finales de los setenta teníamos unas ganas de emborracharnos de libertad, hablábamos en femenino, si nos referíamos a Cuba decíamos la Fidela Castra… todas eran ‘la’, nos besábamos en la boca… Cuando vino la tontería de la Movida todo eso se perdió porque se trataba de aparentar tendencias, de ir a la moda más que tener un modo de conducta definido. Nosotros nos recorrimos todo el país… el valencià, de pueblo a pueblo. Solo tuvimos un problema en Atzeneta del Maestrat. Allí había que subir una montaña. Vinieron también a actuar dos vedettes, porque querían dos mujeres modernas. Estamos hablando de los ochenta, allí ni sabían quién era Alaska porque lo único que leían era el ABC. Empezaron esas dos mujeres a actuar y el pueblo se puso a gritarles ‘sou unes filles de putes, sou dimonis’ y a tirarles piedras… 

Rampova, durante años emitistéis el programa de radio La Pinteta Rebel. 

Rampova: Los nazis nos bloqueaban los teléfonos. Acudimos a un ingeniero de la universidad para que nos lo solucionara… Estuvimos desde 1984 hasta 1997.

José de Lamo: Lo escuchaba y ayudaba a tener referentes y a conocer un mundo del que no habías sabido hasta entonces. Mi salida del armario fue rápida, pero tarde. En cuanto lo asumí, salí. Pero tarde porque tenía 21 años. Al año y pico llegué a Lambda (colectivo de lesbianas, gays, trans y bisexuales). Hasta entonces no conocía apenas esa realidad, pero empiezas a ver las dificultades, la falta de derechos en la que vivíamos y que te afectaban en el día a día. Entrar en el activismo también es una manera de no ver sólo los problemas que a ti te afectan. De lo que más he aprendido ha sido de la personas trans. Porque algunos de nosotros lo tenemos más fácil, hay más ejemplos, pero hay otras realidades que no las tienen. Se trata de solidaridad, de trabajar por quienes tienen más dificultades por ejercer su libertad. 

Rampova: El colectivo Lambda se formó gracias a los jóvenes de los pueblos que llegaban a València a estudiar en las universidades, nos llamaban por teléfono para preguntarnos, descubrían una nueva realidad... 

José de Lamo: Sin todo ese activismo estaríamos como en los ochenta, con cierta permisividad, cierta aceptación, pero sin derechos. 

Rampova: Estaríamos como en el franquismo pero sin Franco. 

José de Lamo: No hay que irse muy lejos, en Italia se vive la diversidad sexual como aquí en los noventa, por el influjo religioso… 

Rampova: Y sin embargo en España, con Zapatero, a los homosexuales nos indemnizaron por todo lo que sufrimos, gracias a Zapatero nos podemos casar aunque yo no me vaya a casar. 

Los invitados hacen un paréntesis en la charla para refrescarse. Rampova recuerda el pasado. 

Rampova: En el franquismo me detuvieron porque me pillaron con otro chico. Me llevaron a la cárcel y en el primer mes me violaron por lo menos 200 veces, los mismos hombres, claro. Allí una me dijo, sé lista, hazte pasar por católica y ves al cura y te confiesas y le dices lo que te están haciendo. Lo hago y al día siguiente me llama el director de la cárcel y me dice: ahora te vas a poner a contar todas las baldosas que hay en el patio, a ver cuántas son, vuelve a contarlas. Así por la mañana, por la tarde, de madrugada… como castigo. Después llegaron los ochenta, y en València estaba la Brigada 26, La 26. Nos pedían el DNI. ‘¿Tienen ustedes antecedentes? ¡No! ¿No?’. Hacían sus llamadas y decían: ‘nos han engañado, sí que tienen antecedentes… ¡y por maricones!’. En plena democracia se hacían fichas policiales donde ponía tu orientación sexual. Otro día íbamos caminando una amiga y yo por València y nos paran. ‘¿Qué ocurre?’, decimos. ‘¿Qué va a ocurrir, bollera de mierda?’, le dicen a amiga y le rompen la nariz. Tuvo que pagar la operación para reconstruirla. Entonces por culpa de ello le embargaron el televisor, la lavadora… para poder pagar la operación. 

José de Lamo: La situación actual es de cierto efecto rebote. Se han conseguido derechos, por tanto la visibilidad es mayor… y entonces la agresividad de ciertos sectores es más grande. 

Rampova: En Madrid el año pasado sólo en un mes atacaron a casi 300 personas. 

José de Lamo: En las últimas semanas hemos visto denuncias por agresiones en Sant Vicent del Raspeig o en Picassent, donde a las cinco de la tarde un grupo se acercó a una pareja de chavales al grito de ‘maricones, maricones’ y les empezaron a pegar. Hay un retroceso en cierto aspecto debido a esa mayor visibilidad. Los grados de libertad que hemos conseguido en estos años nos deben permitir que nos tomemos nuestros derechos con plena libertad, es decir, yo no tengo por qué esconderme en ningún sitio. Desgraciadamente eso comporta que haya alguna gente que como eso no le gusta se siente con la legitimidad de agredir. Son agresiones que vienen por parte de gente joven, no son antiguos fascistas. Hay mucho trabajo por hacer. 

¿Qué le diríais a quien cree que ya está todo conseguido y no hay por qué reivindicar nada más?

Rampova: Tengo demencia frontotemporal asociada a parkinsonismo gracia a unos nazis que, en plena democracia, en 1997, en una ciudad tan europea como Barcelona, me dieron una paliza y quedé en estado de coma. Eso les diría. 

José de Lamo: La historia está llena de idas y venidas. Todo lo que se consigue puede volver atrás, puede perderse, por eso para mantenerlo hay que lucharlo. Estas personas rozan el ridículo… ¿que ya está todo hecho? Que se lo digan a esa pareja de Picassent a los que golpearon. No conozco a ninguna pareja heterosexual a la que hayan agredido por darse un beso. Que piensen y conozcan un poquito más, y entonces se darán cuenta de la necesidad de seguir luchando. Los intentos de volver a atrás van a ser continuos. Hay determinados grupos que están empujando constantemente para que nuestros derechos sufran un retroceso, es una fuerza en contra de la libertad. Nosotros empujamos hacia adelante, y en ocasiones tenemos más fuerza y conseguimos cosas, leyes… Pero si no seguimos empujando, nos empujan. 

¿Hay también discriminación interna entre discriminados por su orientación sexual? 

Rampova: En lugar de Norma Duval, Norma Normal…

José de Lamo: Las sociedades cambian pero muy poco a cambio. La sociedad ahora ha asumido una parte, la más fácil de asumir: te puedes casar, tener hijos… pero dentro de lo normal, en el caso de los hombres eres un hombre-hombre, no pegas grititos… porque si no lo eres ya me molesta. Con las mujeres igual, sé femenina, ponte faldita… Si te sales de esa normalidad, ya algo les chirría porque te sales del cliché. Se ha asumido lo que era más fácil de asumir para el sistema. 

Rampova: Todo se resume en Movimiento Plurisexual… ni LGTBI ni no sé cuántas letras. ¡Libertad!

¿Cuál ha sido el momento más feliz en vuestra lucha?

Rampova: Me acuerdo de una conversación con Terenci Moix y su hermana Ana María. Terenci decía: ser homosexual o ser lesbiana no deja de ser aceptar lo que los psiquiatras pusieron. Lesbiana es la que ha nacido en Lesbos. 

José de Lamo: Hace un año te hubiera dicho mi boda con Sergi, que además fue un acto reivindicativo porque coincidía con la visita del Papa. Era un acto de amor y transgresión, paradójicamente porque una boda es lo más tradicional que puede haber. Mientras nos casábamos Ratzinger daba la misa en la Ciudad de las Artes. Ahora, sin embargo, te digo el día de la aprobación de la ley trans, era una deuda histórica, resume todas las luchas. 

Rampova, ¿por qué te llamas Rampova?

Rampova: Por admiración a Natacha Rambova, mujer de Rudolph Valentino, decoradora de películas como Sangre y arena. Y que vivió en la República, incluso tiene una calle en Mallorca. Ella era amante de Alla Nazimova, que hacía Camille con Rodolfo Valentino. h

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