Ay la ciudad del Guadalquivir, ¡cómo se está poniendo!
Siempre que digo mi nombre me preguntan, ¿andaluza? Y no, soy valenciana. Pero ¿qué hace una valenciana llamándose Macarena? Pues oye, cosas de padres o concretamente de mi madre, que me contaba una historia de que me llamaba así porque le di pataditas viendo a la Virgen de la Macarena. Una historia al más puro estilo de la de Dicaprio, que se llama Leo porque su madre lo notó viendo una obra del grandísimo Leonardo Da Vinci.
Sea como fuere, siempre noté una conexión especial con la Esperanza y quieras que no, con Sevilla. Y eso que soy más de norte que de sur, pero me hace gracia pasear por allí que todo lleve mi nombre, que sin Congelados Macarena, que si Traspasos Macarena. ¡No somos tantas por el mundo! Dicho lo cual, volver a Sevilla independientemente de historias personales, siempre es un buen plan. Porque oye, cómo se está poniendo Sevilla. Ha metido el turbo y en nada la tenemos ahí compitiendo con las grandes urbes españolas.
Que ya lo hacía. Dime tú en qué otra hay espectáculos como el Alcazar o la Plaza de España. Pero hablamos a nivel hedonista, del que nos gusta. Para empezar, la capital hispalense celebra una nueva estrella Michelin, la que luce -por fin- Cañabota. En su día ya fue algo rompedor para Sevilla, con el formato barra y cocina a la vista y ahora la guía roja premia la propuesta sin igual de Juanlu Fernández, una clara apuesta por el pescado y marisco como protagonista, que ya ha afianzado platos míticos como la ensalada de hígado de bacalao o el tartar de gamba blanca semi curada en escabeche.
Si nos ponemos en plan disfrutón, hay que hablar también de las dos novedades hoteleras de la ciudad, porque no solo son hoteles, sino que han nacido -o renacido- como espacios de buen gusto y buen comer. Una de ellas es la llegada del Radisson Collection Magdalena Plaza Sevilla, el primero de su categoría en España. Piscina en la azotea, habitaciones maravillosas y una localización a apenas unos minutos andando de la Giralda. Pero también una apuesta por la gastronomía, con Justa Rufina, del Grupo Azotea, donde Manuel Berganza revoluciona el espacio con una propuesta donde materia prima y creatividad, encuentran un equilibrio perfecto. También en los bajos de este hotel ha abierto Basque, de Eneko Atxa, en el que recetas tradicionales vascas y mucha parrilla, hacen gala de lo mejor del norte en el sur. Quisquillas al ajillo, talo de tomate, brioche de anguila o castañetas en tempura, son solo algunos de los platazos que se pueden probar allí.
La otra apertura o más bien reapertura, ha sido la del Gran Meliá Colón, emblema sevillano de la hotelería, frecuentado por personalidades como Picasso o Ava Gardner. Renace con un lavado de cara de muchos de sus espacios comunes. Ahora es casi imposible no quedarse ensimismado con el lobby, que ahora acoge multitud de librerías dedicadas a grandes hitos o iconos sevillanos como la Exposición Universal de 1929, la cerámica de Triana o las hermandades, sí, como la de la Macarena (guiño-guiño) o la Esperanza de Triana.
Mención merece su cúpula acristalada, bajo la que se ha instalado el Bar del Colón, un espacio con coctelería que está a puntito de presentar una carta ad hoc, inspirada en el viaje de Colón a las Américas, utilizando ingredientes que se llevó, otros que encontró... Todo un portento. Y tengo que hablar de otro lugar que me conquistó, su nueva Abacería. Inspirada en los tradicionales ultramarinos donde se puede degustar allí mismo, han creado este espacio donde reinan las latas de conservas, los embutidos, chicharrones, quesos andaluces o un mollete de pringá al que se le puede -y debe- poner un piso. Todo ello coquetamente presentado en vajilla de La Cartuja. Más sevillano imposible.
A nivel gastronómico hay mucho más que explorar. Como pasarse a conocer la espectacular Casa Ozama, una villa de 1912 rodeada de jardines, donde ponerse fino a tapeo, arroces o una fideuà con chocos de Isla Cristina que quita el sentío. El final del 2021 ha sido especialmente prolífico con la apertura de varios espacios la mar de interesantes, como Candiles, del sevillano Francisco Sánchez, en el que se combina la inspiración francesa con los productos andaluces, en un espacio de lo más coqueto. También ha visto la luz Fatouch, nuevo libanés en la ciudad con concepto de pasarlo bien en la calle Feria.
Y ahí no queda todo. Atentos a los próximos meses que vienen curvas. La próxima primavera abrirá el nuevo hotel boutique Tayko de la Puerta de Jerez. Un nuevo hotel siempre es buena noticia pero más si abre con una cervecería-marisquería de nada más y nada menos que el gran Rafa Zafra de Estimar, que vuelve a su Sevilla natal. “Volver para mí es un sueño cumplido. Sevilla siempre ha aportado mucho a mi trayectoria y esta vuelta es una forma de agradecer a la ciudad y a su gente lo que han significado en mi carrera”, asegura. Mar, sur, barra, terraza... Pinta de lo más apetecible. Ah y Mandarin Oriental ha cerrado un acuerdo para abrir en la capital hispalense su tercer hotel en España. Si lo que yo os digo, hay que volver a Sevilla cuanto antes.