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tribuna libre / OPINIÓN

Recuperemos 'Fragments'

29/11/2016 - 

Desde 2003 la Unió de Periodistes Valencians organizaba la muestra colectiva Fragments d'un any donde podían verse instantáneas tomadas por los fotoperiodistas de los diarios valencianos a lo lo largo del último año. Así, el público podía disfrutar de una manera mas reflexiva y sosegada de lo acontecido en los medios durante ese periodo. Había fotos mejores y fotos peores, pero en general era una mirada honesta al resumen del año a través de las imágenes. La exposición se hizo famosa cuando quiso ser censurada por el Partido Popular en el año 2009 y Román de la Calle, entonces director del Museu Valencià de la Il·lustració i la Modernitat (el MuVIM), dimitió al negarse a retirar las fotografías del centro.

Después de 11 años montando la muestra de manera voluntariosa y con pocos medios, en 2014, un poco por cansancio y un poco por el deseo de nueva junta directiva en la Unió de replantearse el modelo, la exposición dejó de realizarse. En 2015 la Unió le encargó a Pablo Brezo comisiariar un nuevo Fragments. La del año pasado ya fue una exposición que no gustó, con unas charlas paralelas muy flojas y este 2016 ha vuelto a proponer una muestra fallida, más alejada todavía del espíritu original de Fragments.

Fragments: Mitología del fotoperiodismo ofrece una visión sesgada del periodismo gráfico con lugares manidos y que no aporta nada nuevo ni enriquece ningún debate. La exposición ni es exhaustiva, ni tiene una lógica histórica; simplemente muestra unos ejemplos aleatorios que sirven para sustentar una visión bastante negativa del fotoperiodismo.

El comisario Pablo Brezo en la expisición de 2016

Porque si lo que se pretende es ser una muestra didáctica, no lo es. La exposición es tediosa y carece de un planteamiento lúdico, estético y audiovisual atractivo. Si busca un acercamiento histórico a través de fotos icónicas de la historia del periodismo gráfico, tampoco lo consigue al mostrar una visión parcial y arbitraria. Al final, el único riesgo que corre el comisario es el de insinuar que algunos fotoperiodistas juegan con "la verdad" y actúan de forma "cuestionable". Por cierto, que si ésta es la parte más fuerte de su crítica, no es posible que haya olvidado incluir en la exposición la foto que simboliza y da fuerza a este debate: la de Kevin Carter ganadora del Pulitzer del niño y el buitre.

En la historia de la prensa hay muchas fotos macabras, no lo vamos a negar: la guerra es terrible y el mundo a veces un lugar violento y por suerte hay fotógrafos que son nuestros ojos en esos lugares para poder contarlo. Pero lo que hay sobre todo en la historia del fotoperiodismo son imágenes que han ayudado a crear el imaginario colectivo del mundo en el que vivimos. Podría haber otras fotos en esa muestra: las instantáneas de Capa, Taro, Horna, Centelles y otros en la Guerra Civil española. Podría aparecer la niña corriendo por el Napalm de Nickut en 1972, las imágenes de Dorothea Lange, Erwin o Hine durante la época de la depresión en EEUU, Mike Wells y sus imágenes que nos mostraban el hambre en Africa durante los ochenta. Los trabajos de Kouldelka, Salgado, Christine Spengler, Eugene Smith, James Nachtwey y muchos más. Hombres y mujeres que se embarcaron en una profesión difícil, arriesgada y casi siempre mal pagada y que miraron el mundo con la responsabilidad de mostrarnos lo que ocurría fuera de nuestros hogares, siempre con un compromiso con la honestidad y la historia.

Dice el comisario en su texto: ”Bajo el paraguas de este universo mitológico se justifican un número enorme de prácticas de muy distinta naturaleza, algunas cuestionables y otras indispensables. Esta exposición pretende poner en cuestión algunas de las suposiciones que comúnmente hacemos sobre el periodismo gráfico y el lenguaje que utiliza”. La pregunta entonces es la de siempre: ¿Qué distingue una buena práctica de la una mala? Si la línea de la exposición es la del debate sobre las prácticas periodísticas y la exposición del legado del siglo XX, ha olvidado a muchos reporteros. Es decir, aunque aceptáramos el giro en el tipo de exposición, nos veríamos obligados a criticarla por su pobreza de profundidad en el discurso y su escasez de recursos gráficos.

Román de la Calle junto a Pitarch y el director del Consorci de Museus, José Luis Pérez Pont

Y no pasaría nada si ésta fuera una de las exposiciones que podría organizar el IVAM ( que tiene un gran fondo fotográfico) o el MuVIM. Desde un museo caben muchas lecturas de imágenes históricas. Luego vas, la contemplas y te gusta o no. Valdría preguntarse si este proyecto de haber seguido los cauces habituales para poder ser exhibido en un museo habría conseguido llevarse a cabo. O si está en el Centro del Carmen porque es la marca Fragments, independientemente del contenido que hubiese o de quién la hubiera comisariado.

¿Pero qué sentido tiene que la Unió organice esta exposición? El día de la inauguración en el Museo del Carmen el presidente de la Unió, Sergi Pitarch, mencionó que la profesión de fotoperiodista vivía sus momento de mayor precarización. ¿Contribuye de alguna manera esta exposición a dignificar la profesión? Realmente no, ni aporta nada a un debate entre profesionales, ni cumple los requisitos para acercar el fotoperiodismo al público en general.

Le hemos cedido el nombre de Fragments a una exposición que ya no es la de los fotoperiodistas valencianos. Ahora con ese nombre, con esa marca que hicimos entre todos los que ponemos las fotos a las noticias, un único comisario pretende informar a los espectadores de la problemática de una profesión de la que ni siquiera forma parte. Le hemos negado a los valencianos la posibilidad de ver ese resumen del año en fotografías. Porque ver todas esas fotos colgadas ayudan, y mucho, a tener una visión de cómo es nuestra Comunidad. Precisamente, tres años sin un Fragments que nos hubiera mostrado en imágenes todos los cambios políticos, los juicios e imputaciones, las imágenes de la crisis, los personajes y los momentos claves de la historia que vivimos. Fragments d ´un Any tenía fuerza porque recogía una obra colectiva en la que el peso lo tenían las fotografías. Una vuelta al anterior formato devolvería a los valencianos la posibilidad de ver reunidas las fotografías de todo un año y, así sí, abrir el debate sobre la realidad y las consecuencias de esta profesión.

Y como apunte final, la cuestión de género. Ni una fotógrafa en la selección de fotoperiodistas, ni una imagen de una mujer y nueve señores hablando en la inauguración.

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