Lo estamos viendo en conflictos como el de Rusia y Ucrania o el de Israel con Oriente Medio. La guerra ya no es solo munición y campo de batalla, ahora es también cuestión de mucha tecnología. No es que la relación sea nueva. Como señala Pedro Duque, astronauta, exministro de Ciencia, Innovación y Universidades (entre 2018 y 2021) y ahora presidente de la empresa Hispasat, «siempre se han desarrollado tecnologías de defensa que luego se han revelado útiles para el uso civil y a la inversa. Un satélite de observación de la Tierra puede servir tanto para hacer mapas de las cosechas como para ver dónde está el enemigo».
Informática y telecomunicaciones, biotecnología, sensórica, aeroespacial, nanotecnología, robótica, aviónica o, cómo no, la inteligencia artificial son tecnologías a las que no parece muy complicado asignarles un destino militar. Esto es lo que invita a algunas empresas a abrir sus desarrollos, en principio de orientación civil, al mercado de la defensa aunque, en este caso, la Unión Europea establezca una estricta vigilancia en materia de transferencia a países extranjeros no comunitarios, obligándolas a inscribirse en el Registro Especial de Operadores de Comercio Exterior (REOCE). Existen, además, restricciones adicionales para vender en países que la Unión Europea considera de embargo como Rusia, Irán y Corea del Norte.

- Pedro Duque, astronauta y presidente de Hispasat.
Salvando estas limitaciones a la exportación, y dado el contexto geopolítico actual, hacer negocio con el sector defensa parece ahora una buena oportunidad a la que no quieren renunciar ni las empresas ni los inversores. Menos ahora, cuando a todos los países se les exige un notable incremento del gasto en esta industria.
La guerra como un videojuego
El proyecto de XRF arranca en 2022 como una empresa dedicada al desarrollo de videojuegos que impulsa el emprendedor canario Gustavo Medina. «Durante la erupción del volcán de La Palma, y como media España, sentimos la necesidad de ayudar en todo aquello que pudiéramos. Así pues, compartimos con algunos responsables de emergencias la idea de tener información actualizada y accesible, con una experiencia de usuario única, y con el tiempo comenzamos a tener feedback y a aprender. Este descubrimiento nos impulsó a realizar un giro estratégico, pivotando por completo nuestro negocio hacia el desarrollo de soluciones tecnológicas avanzadas centradas en la funcionalidad, la precisión y la toma de decisiones rápidas, con consecuencias reales y de alto impacto. De la mano de Telefónica, llegamos al mundo de la defensa, donde nuestra solución aporta mucho valor», declara el CEO de una compañía, que, hoy en día, cuenta con treinta y siete empleados y delegaciones en Miami, Madrid y Las Palmas y cuyo objetivo es consolidar firmemente su posicionamiento en el sector de la defensa y la seguridad, apoyando la toma de decisiones en escenarios complejos. La Dana que sufrió la provincia de Valencia el año pasado es un buen ejemplo. Entre los clientes que puede revelar destacan el Ejército de Tierra, la Armada, NEOM (Arabia Saudí) o el Cabildo de La Palma.

- Gustavo Medina, fundador de XRF. -
En cuanto a su tecnología, XRF ha creado con inteligencia artificial (IA) y realidad extendida (XR) un centro de mando virtual desde el que organizar y supervisar operaciones militares: «Ya sea en el contexto de una operación militar o en la gestión de una situación de emergencia, en lugar de enfrentarse al desorden de mapas físicos y datos fragmentados, nuestra plataforma ofrece una visualización centralizada, clara y accesible de toda la información relevante. Es, en esencia, como disponer de un centro de mando en la palma de la mano, pero con la fiabilidad y simplicidad que eliminan el estrés de perderse entre dispositivos y documentos», resume Medina sobre la eficacia de sus herramientas.
XRF ha sido la única startup española seleccionada, entre cuatrocientas candidaturas, para formar parte del programa de defensa europeo Eudis Business Accelerator.
Los soldados del ciberespacio
En CounterCraft lo que han cambiado es al enemigo, porque su tecnología, en esencia, sigue siendo la misma. Esta empresa de ciberseguridad, nacida en 2015, se dedica a desplegar emboscadas en el ciberespacio para detectar a posibles atacantes, responder en tiempo real a los ataques dirigidos y extraer la máxima información posible de ellos. Empezaron dirigiendo su solución de Cyber Deception a grandes corporaciones, pero ahora el 70% del volumen del negocio procede de la industria de defensa.
Detrás de CounterCraft se encuentran Fernando Braquehais, Daniel Brett y David Barroso, este último CEO y anteriormente uno de los principales responsables de la división de seguridad de Telefónica (ElevenPaths). CounterCraft cuenta con clientes en Europa y Estados Unidos, entre los que destacan el Pentágono y otros departamentos de inteligencia y defensa nacional, instituciones financieras, grandes empresas e infraestructuras críticas.

- Los fundadores de CounterCraft. -
En IDBotic, por su parte, se dedican al cifrado, la comunicación encriptada y autenticación por hardware de comunicaciones IoT en el ámbito de la defensa, la industria y las telecomunicaciones. Enmarcados dentro de lo que llaman Internet of Military Things, la empresa la fundó el matemático y estadístico David Lanau Pera con la misión de proteger el espacio digital.
Drones para operativa naval
La más joven —se constituyó el 1 de enero de 2025, tras cinco años de investigación y experiencia— es la startup Valyra Aerospace, ligada a la Universitat Politècnica de València y que nace de la mano de dos ingenieros aeronáuticos: Joan Albert Such y José Domingo Cerdán. En proceso de convertirse en una spin-off de la Universitat Politècnica de València (UPV), se dedican al desarrollo de aeronaves no tripuladas (UAV) para todo tipo de operativa naval. Son naves con una capacidad de carga de hasta seis kilos, con despegue y aterrizaje vertical, como los helicópteros, aunque, ya en el aire, se desplazan como los aviones. Las aeronaves van equipadas con cámaras, radares y todo tipo de tecnología de vigilancia de vanguardia.
Para verlo más claro Joan Albert Such pone un ejemplo de cómo funcionan las naves de Valyra Aerospace. «Imaginemos un barco de la Guardia Civil en mitad del Estrecho vigilando la entrada de posibles narcolanchas. Con el procedimiento actual, cuando detectan alguna dan aviso para desplegar helicópteros desde la base costera o desde el mismo barco para que las intercedan. Nuestros drones permitirían acceder a esa vigilancia de manera mucho más rápida, multiplicando la capacidad de detección al tiempo y a un coste mucho más económico y sin poner vidas en riesgo».

- Parte del equipo de Valyra Aerospace.
Such explica que construir un helicóptero cuesta quince millones de euros y tres mil euros cada hora de vuelo, mientras que la construcción de una de sus naves ronda 250.000 euros y doscientos euros por cada vuelo. En cuanto a las misiones que pueden desempeñar se encuentran la asistencia a naufragios, la vigilancia o la participación en cualquier evento que se produzca en el mar y requiera una intervención rápida.
Sus principales clientes son gubernamentales, como el Servicio Marítimo de la Guardia Civil, pero también disponen de una línea de negocio civil en la que ofrecen servicio a la industria energética, a instalaciones petrolíferas que necesitan logística, vigilancia de plataformas offshore eólicas o logística marítima.
El interés de los inversores
K Fund y el fondo de origen valenciano GoHub figuran entre los inversores de XRF. Aunque cada uno tiene sus propios criterios de inversión, coinciden en señalar la oportunidad de mercado que, en este momento, supone apostar por las tecnologías de doble uso.
«Lo que vemos aquí es un mercado que se tiene que modernizar a marchas forzadas, un mercado con mucha dificultad, pero en el que la oportunidad es enorme. Nosotros, como fondo, nos sentimos un poco responsables de naturalizar las relaciones entre el ejército y las startups. Esa es una responsabilidad genuina y general, pero también está la oportunidad de negocio», reconoce Pablo Ventura Aranguren, de K Fund.
Coincide José Ignacio Ruiz, asesor estratégico de GoHub, en subrayar esa misión de los fondos de eliminar la barrera existente «entre la tecnología que se está haciendo tanto en España como fuera con la parte militar» e invita a todas las startups con soluciones susceptibles de aplicar a seguridad y defensa a abrir una ventana nueva en sus webs con esta indicación.
Otra persona que ha sabido anticiparse al potencial de las tecnologías duales es Pablo Casado, anterior presidente del Partido Popular y ahora integrante del equipo fundador de Hyperion Fund, un fondo que centra sus inversiones principalmente en este tipo de tecnologías y en la protección de infraestructuras estratégicas.
Valgan los referidos como ejemplos de que las firmas de capital riesgo en España han detectado la oportunidad de invertir en defensa, aprovechando que la OTAN exige a España elevar el presupuesto destinado a armamento y que el sector cuenta con cerca de un millar de empresas muy atomizadas.

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* Este artículo se publicó originalmente en el número 129 (septiembre 2025) de la revista Plaza