VALÈNCIA. No hace mucho tiempo asistí a la celebración del Grand Prix de Cádiz de Sail GP. Todo muy espectacular, con el dinero de tío Larry, y en el concurso algunos de los regatistas más prestigiosos del mundo. Un circuito sostenible, según sus regidores, y, cómo no, vegano. Esta es la última gilipollez en el mundo de la vela. Un circuito donde está prohibido el plástico, el carbono, la gasolina y la carne. ¡Manda huevos!, que diría Federico Trillo.
Resulta que este gran circuito, que tiene como CEO al multimillonario y exregatista Russel Coutts, tiene en el agua nueve catamaranes F50 totalmente construidos en carbono; dieciocho neumáticas con motores de gasolina de no menos de 300 CV; diez barcos de invitados propulsados por gasoil; dos gigantescas grúas para bajar y subir a los barcos, también de gasoil; coches VIP de gasolina para trasladar a los invitados a los aeropuertos y hoteles… En fin, no sigo más porque me da la risa.
Pues bien, el circuito contrata empleados, a ser posible veganos, esos que no quieren saber nada de jamones y carnes. En los tres comedores del village se sirven productos que no atenten contra la Agenda 2030; es decir, absolutamente nada que contenga grasas animales. La sala de prensa cuenta con un bufé para el consumo de los periodistas, con platos encargados a una empresa de catering, a la que obligan a firmar un contrato para que no sirvan nada de carne… También hay, al igual que en todo el recinto, carteles de Plastics Free. Todo muy ecológico de boquilla para poder trincar las subvenciones millonarias de los organismos internacionales de la Agenda 2030.