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Vinosofía

Respondiendo a Trump

Los temidos aranceles trumpistas son una amenaza letal para un sector en crisis, acorralado por enemigos de lo más heterogéneos. Toca reinventarse y adaptarse para poder sobrevivir. Una ocasión para explorar nuevos caminos

Publicado: 27/06/2025 ·06:00
Actualizado: 27/06/2025 · 06:00
  • El presidente de EEUU, Donald Trump.
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Un deseable efecto positivo del trumpismo embrutecedor sería que la cultura del fast (junk) food y de la hamburguesa en general pasara a ser considerada como la emanación de un imperialismo, ya no tan amigo, que se ha dedicado durante décadas a intoxicarnos el cerebro y el organismo en detrimento de nuestra dieta mediterránea, envidia de todo el globo y de las pocas que pueden rivalizar con la también saludable dieta oriental-japonesa, fuente de longevidad inalcanzable para los mastodónticos consumidores de grasa vacuna. De paso, el lobby del vino debería tener más escudos antimisiles para enfrentarse a la embestida del nuevo proibizionismo yankee (esta vez trasversal), que lleva tiempo apuntando al néctar de Dionisio con la complicidad de los mediocres, abyectos y corruptos funcionarios de Bruselas.

Otro aspecto favorable sería el abandono de la obsesión anglosajona para las puntuaciones y las clasificaciones, que no dejan de ser simplificaciones extremas de una realidad compleja, en pos del uso mercantilista de las mismas. No es de extrañar que una población, que no entiende el subjuntivo ni el condicional, necesite el fácil recurso numérico árabe (si The Donald se enterara probablemente volvería a la numeración romana) para decidirse a la hora de realizar una compra, vinícola y no. Sin embargo, ya hemos visto con mis cinco lectores lo engañosas que pueden resultar las clasificaciones para consumidores poco expertos.

In primis, por la falta de criterio unívoco dentro de las mismas guías: ejemplar es el caso de la celeberríma Wine Advocate (ahora propiedad de Michelin) donde las puntuaciones en España, otorgadas por el experto y profesional Luis Gutiérrez (que está ayudando mucho al posicionamiento del vino autóctono), son mucho más generosas que las de sus compañeros del otro lado de los Pirineos, con las consecuentes confusiones y contradicciones para el cliente final. En otros casos, la falta de conocimiento y de independencia son mortíferas para la credibilidad de según qué clasificación, que tiende a premiar/valorar el trabajo de los amigachos de siempre, olvidando la calidad objetiva y menospreciando al cliente final, que debería ser el niño mimado de cualquier publicación crítica.

Es preciso reinventarse, para poder sobrevivir en un ambiente hostil, donde los aranceles americanos y la cruzada anti-alcohol están haciendo mella en el patrón de consumo, alejando a los jóvenes de un producto tan fundamental en nuestra cultura gastronómica como lo son el aceite, la tortilla o el arroz. Por eso, los modelos estilo Peñín (con todos mis respetos para el decano del periodismo vinícola español) y afines deberían ser superados y mejorados. Se necesita una nueva exégesis especializada, capaz de orientar con profesionalidad al consumidor de cara a las añadas, de explicar los cambios en los estilos de las bodegas, y tan independiente de la ingerencia de la industria, para ser capaz de ensalzar y promover proyectos jóvenes con fundamento, sin dejarse condicionar por la modas y por el estruendo de las redes sociales.

Los elaboradores con menos primaveras, duchos en el arte de la comunicación online, han encontrado una poderosa herramienta en los influencers omniscientes. El problema es la falta absoluta de conocimiento, de profundidad y de reflexión en las recomendaciones del tatuado/a de turno.

Una publicación que va por buen camino, dirigida por mujeres, es la plataforma Spanish Wine Lover. Es un ejemplo de buen hacer y seriedad a la hora de acercarse al mundo del vino, que debería ser fuente de inspiración para otros profesionales de la comunicación. De hecho, lo más interesante de los artículos de Luis Gutiérrez es el análisis de la zona productora y de la añada, mucho más que la reductiva puntuación. Como siempre, en épocas de crisis hace falta reinventarse y, en este mundillo, la necesidad se vuelve acuciante. Esperemos estar a la altura... Salut!

* Este artículo se publicó originalmente en el número 127 (junio 2025) de la revista Plaza

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