VALÈNCIA. El alcalde de València, Joan Ribó, no quiere conflictos ni con vecinos ni con empresarios. “No quiere una foto con los vecinos coloreándole la cara”, dicen desde la Federación de asociaciones de vecinos, ni tampoco una con los empresarios del ocio recriminándoles recortes. Rehúye los trances y no busca soluciones. Alternativas. A la hora de afrontar el dilema que suponen las terrazas de los locales de ocio en la ciudad de València, Ribó no se posiciona y lo fía todo a una sola carta: el Síndic de l’Oci. Ésa es la impresión que tienen desde la Federación de Vecinos cuándo se les pregunta por un conflicto que lleva enquistado toda la legislatura y que no se va a solucionar en estos meses que quedan.
El incremento del turismo en la ciudad de València se ha traducido en un aumento de la rentabilidad de las terrazas de los locales de restauración. Las estrategias globales de turismo, encaminadas a mantener o incluso acrecentar el flujo de visitantes de países como el Reino Unido, las expectativas que hablan de cada vez más pasajeros y plazas para el aeropuerto de Manises, hacen prever que esta situación no sólo no se va a reducir sino que irá a más. Y ante el dilema, ante el futuro, Ribó no parece tener una opinión ni buscarla. No en estos meses que quedan de legislatura.
La propuesta del Síndic de l’Oci no convence a los vecinos. Desde el movimiento vecinal creen que la idea “copiar el alcalde de noche, una figura impulsada por el sector empresarial” no ayudará a hallar una solución definitiva. “Por sí sola supone un parche que no dará una respuesta ni supondrá una solución a los problemas de contaminación acústica derivados del botellón, el exceso de terrazas o los apartamentos turísticos”, dicen desde las asociaciones.
En su lugar, los vecinos apuestan por importar el modelo de Madrid. Así se lo plantearon al concejal de Espacio Público, Carlos Galiana, para tratar de buscar soluciones coordinadas y globales. Pasaría por la creación de una comisión del ocio similar a la que funciona en el Ayuntamiento de Madrid, en la que participan entidades vecinales, hosteleros, técnicos municipales, consumidores… En ella se estudian informes y se adoptan medidas de acción de forma coordinada que son asumidas y puestas en marcha por el consistorio.
Los vecinos querían planteárselo en una reunión al alcalde, pero éste ha rechazado reunirse con el movimiento vecinal. Desde Alcaldía han justificado su silencio en que la reunión no procede ya que, dicen, se han dado instrucciones a Galiana y a la concejal de Seguridad, Anaïs Menguzatto. “No nos han explicado qué tipo de instrucciones”, ironizan desde el movimiento vecinal. “Galiana realmente es el único que ha intentado hacer algo o que al menos ha escenificado ese intento”, explican estas fuentes. “Pero él solo no puede solucionarlo”, admiten. El propio regidor, aseguran, en la última mesa de terrazas reconoció su incapacidad para aplicar las medidas acordadas encaminadas a reducir la superficie ocupada. Y lo dijo después de un año de reuniones de trabajo. En resumen, el Ayuntamiento no puede hacer cumplir sus propias ordenanzas.
Ante esta situación, la presidenta de la Federación de Vecinos, María José Broseta, constataba este miércoles, tras la reunión frustrada, “la incapacidad” del actual equipo de Gobierno municipal para abordar el problema del ocio nocturno y de sus derivados, como el exceso de la ocupación de la vía pública por parte de las terrazas o los problemas de convivencia que generan los apartamentos turísticos. La impresión que tienen es que este gobierno municipal no solucionará el problema de manera activa. Laissez faire, laissez passer. El espíritu de Don Tancredo sigue vivo. La fiesta no para.