Triángulo de Amor Bizarro vuelve a Valencia (sábado 19, sala Wah-Wah) para presentar Salve Discordia, uno de los discos del año.
VALENCIA. Dijo una vez Pamela Anderson que era genial ser rubia porque, con las expectativas bajas, es muy sencillo sorprender a la gente. Es algo que también predijeron Los Simpson, y es lo que le pasó en 2010 a Triángulo de Amor Bizarro con su segundo disco, Año Santo. Pero completamente al revés. “En Año Santo yo recuerdo el bloqueo y todo el problema de que el primer disco fuera muy exitoso, de una gira muy larga… Fue todo muy de 0 a 100, y por eso fue más sufrido”. Así lo explica, con 6 años de distancia, Rodrigo Caamaño, responsable de las letras y del 50% de la voz de la banda gallega. Lo que entonces era incertidumbre y quizá hasta abulia, hoy es supervivencia al éxito con cuatro discos en menos de una década a la que se han aupado hasta la cima por méritos propios.
“En la música no tenemos por qué agradar a nadie ni hacer un mitin”, afirma Caamaño al otro lado del teléfono y con un acento difícil de malinterpretar geográficamente: “vivimos en la Ría de Arousa, un sitio en el que viven a lo mejor 30.000 personas, y tenemos una conexión de Internet con la que nos llega 1 mega a casa”. En una década, Triángulo no ha perdido un ápice de olfato por la sangre en sus letras. Es más, las han pulido tanto que en cada uno de sus discos conviven varias de las frases del año. En Salve Discordia, su último trabajo, emerge voluptuosa un romántico “habría votado a la derecha por ti”. “Esa necesidad de tener que dividir y ordenarlo todo es algo muy humano, pero en realidad está todo mezclado: yo intento no separarlo, todo lo contrario, trato de fusionarlo porque en mi cabeza y en la de todo el mundo se juntan sentimientos de todo tipo”, confiesa el cantante y guitarrista, que igual que reconoce que no le viene muy bien que Feijóo, otro gallego, vaya a ser el sucesor de Rajoy, termina así: “creo que uno de los pecados de la izquierda es subestimar al que no es su votante”.
Meses después de la salida del disco, ¿cambiarías o harías algo diferente a como lo hicisteis con este disco?
No, la verdad es que no soy mucho de volver a los discos ya grabados. No sé ni si lo volví a escuchar. No somos mucho de escuchar porque al final puedes entrar en un bucle infinito de cosas que harías diferentes, eso está claro; digamos que en todos los discos tomas determinadas decisiones y después intentas no mirar atrás, porque así siempre aprendes para el siguiente y dejas cosas que harías diferentes y aprovechas e intentas aplicarlo con las canciones nuevas.
Entonces, ¿nunca escucháis vuestros discos anteriores?
Yo, disco entero, hace años que no lo hago. A lo mejor escuchas canciones alguna vez, pero porque llevas una temporada sin tocarlas en directo y lo haces para acordarte, básicamente (risas). Entonces a veces te sorprendes, sobre todo cuanto más pasa el tiempo, por cómo te cambia la voz… es como cuando ves una foto y te ves más joven. Es esa sensación. Yo creo que no he vuelto a escuchar ningún disco nuestro. Cuando tú haces el disco te compones una imagen de lo que es; entonces sí lo escucho, cuando estamos grabándolo y está en las mezclas, pero nunca hice el ejercicio de coger y volver a escuchar los discos. Realmente no sé por qué, pero creo que es por eso: prefiero mantenerlos así en la memoria, porque a lo mejor sí veo cosas que haría diferente al cabo de los años; al fin y al cabo soy una persona diferente también.
Lleváis cierta matemática en la publicación de discos desde que empezasteis: hay disco nuevo de Triángulo de Amor Bizarro cada tres años.
¿Sabes? Realmente siempre intentamos que sea menos, pero nunca lo conseguimos (risas). El proceso depende mucho de cada disco; por ejemplo, el proceso de Año Santo sí que se nos hizo muy largo porque fue todo muy complicado. Después es el plan de que giras, tocas y te pones a hacer otro disco y estimas siempre menos de lo que te va a costar. Aunque sean tres años… el tiempo más corto fue con este y el anterior, por la grabación; al final fueron dos años porque este se grabó en verano del año pasado. Digamos que ganamos unos meses, pero sí, nunca bajamos de los tres años. Yo creo que es eso: el ciclo no es porque lo planteemos, es porque es así, y nosotros hacemos giras muy largas en las que estamos un año y medio o dos tocando; cuando nos cansamos un poco de girar, nos ponemos a hacer el disco nuevo y tardamos sobre un año. Es algo que nos sale así, por mucho que lo forcemos no puede salirnos de otra forma.
¿Habéis sentido que con este disco las cosas han fluido más que en otros más convulsos como Año Santo?
Fue distinto proceso. Cada disco es un mundo. En Año Santo yo recuerdo el bloqueo y todo el problema de que el primer disco fuera muy exitoso, de una gira muy larga… fue todo muy de 0 a 100, y por eso Año Santo fue más sufrido. Por ejemplo, con ese disco muchas cosas fueron improvisadas y se acabaron en el estudio, pero con estos dos últimos discos hay otra metodología, aunque al final el trabajo es el mismo; probablemente le dedicamos muchas más horas a este disco que al segundo. Cada disco es un mundo, pero porque estás ahí componiendo y ensayando y llegas a tu límite; o por lo menos nosotros nos forzamos a intentar siempre hacer más y más. Siempre hay momentos en los que sientes que estás inspirado y otros no, que la mayoría del tiempo no lo estás, y va todo muy lento. Para nosotros siempre es muy complicado conseguir acabar un disco.
La apreciación no es que para nosotros este disco fuera más sencillo. Digamos que sí que fue un poco más bajo el calendario. Fue menos incontrolado el proceso.
¿Qué papel tuvo Carlos Hernández en todo eso?
Carlos ya venía desde el final de la gira de Victoria Mística. Bueno, lo conocíamos ya de nuestro primer disco, y nos apetecía hacer otro con él porque era un disco más directo, más clásico, grabado en estudio durante más días… con mucho menos proceso de mezcla de ordenador. Para eso, Carlos es la persona indicada, nos ayudó mucho. Casi desde el principio, cuando empezamos a maquetar las canciones del disco ya se lo fuimos enviando y todo el proceso de decisión fue muy desde el principio.
Repetís con él 3 discos después, pero da la sensación de que no os gusta demasiado repetir cosas.
No, porque nos gusta plantear cada disco desde cero y olvidar lo que hicimos en el disco anterior. Aunque luego el resultado pueda ser muy parecido, pero que el camino sea muy diferente. Todo depende de la evolución de cada disco. Por ejemplo, Año Santo con Paco Loco fue la hostia tal y como llevábamos el disco: con pinzas, pero él nos ayudó mucho a sacarlo adelante en una semana. Y este cuarto era el punto contrario del anterior: menos laboratorio y más nosotros tocando en el local de ensayo y después grabarlo con la mejor persona que conocemos para hacer eso.
Lo que también creo que ha cambiado son las letras. Me da la sensación de que han ido ganando peso en cada disco.
Sí. De hecho, me alegra que lo veas así porque creo que lo fui puliendo; cada disco es un proceso de aprendizaje, y en el caso de las letras, más. Cambié un poco el enfoque de las letras. Al principio eran ideas más dispersas, sueltas, y después darle una forma; ahora ya, quizá desde Victoria Mística, fue todo lo contrario porque traté de buscar una sola idea y, a partir de ahí, desarrollarla y convertirla en una letra. Es un proceso diferente. Antes me forzaba a escribir, y la mayoría del tiempo estaba dándole vueltas y no me salía nada, iba encajando como podía las cosas; ahora no me fuerzo, leo mucho y escucho muchos discos, y cuando me apetece escribir es cuando lo hago. Para mí el proceso así es mucho más natural: ahora sólo escribo cuando me apetece, y luego ya esos textos son el punto de partida para desarrollar las canciones.
Cuando escribes las letras, ¿piensas en si la vas a cantar tú o Isa?
Sí. A lo mejor al principio de todo no, pero cuando empiezo a desarrollarla, sí; y así además intento enfocarlo porque es mucho más fácil, de repente, si te pones unas limitaciones que te ayuden a plasmar lo que quieres. Eso es un proceso que desde el principio de la banda a ahora sí ha cambiado mucho, porque ahora está definido cada vez más al principio. Desde los últimos dos discos hago más las canciones más a medida del tono de quien las va a cantar, y está más integrado en la propia composición.
Isa tiene 5 canciones casi consecutivas en este disco. ¿Cómo gestionáis los roles, sobre todo cuando se trata de ver quién canta qué?
Realmente yo creo que la tendencia del grupo es a que Isa vaya cantando cada vez más y yo menos, porque también me siento cómodo tocando la guitarra y haciendo otras cosas. Estoy mucho más contento de las canciones que compongo para Isa que de las que compongo para mí. Es difícil de valorar desde dentro.
Debe de haber un grado importante de complicidad para que tú sepas cómo escribir para Isa y para que ella se sienta cómoda cantando letras que no son suyas.
Sí, pero es un proceso muy conjunto también. No es que yo llegue con una idea inamovible. Yo lo voy haciendo muy a medida y ella también participa. Es un proceso muy colectivo: estamos los cuatro ensayando y tocando muchos días juntos, y yo voy plasmando las letras, pero de repente hay veces que me ayuda Rafa con un punto de vista, por ejemplo. Es un poco puzzle. Hay letras y melodías que tienen varias músicas diferentes y van cambiando; es como un puzzle que se va haciendo hasta que sale la versión final. A lo mejor hacemos 4 o 5 alteraciones de la misma canción; ‘Barca Quemada’, por ejemplo, tuvo 5 o 6 músicas diferentes. Cuando nos ponemos a trabajar sobre la voz de Isa lo vamos viendo, y vamos ajustando a lo que ella prefiere hacer y le va mejor.
Ahora que mencionas una canción en concreto… ¿Tienes alguna que te guste más que las demás ahora mismo?
Ahora mismo ‘Barca Quemada’. Aunque va variando. Por el planteamiento a la hora de hacerla, el hecho de hacer una canción pop… No me veo haciendo una canción pop, de ese estilo, que para mí sea mejor que ‘Barca Quemada’. Tiene todo lo que quería explicar y representar.
Siguiendo con las letras, ¿te ves muy solo en el sentido crítico que siempre ha tenido Triángulo y que muy pocos grupos españoles manifiestan?
De las cosas que hablamos yo creo que simplemente son así. Obviamente estamos en un país dividido, con ideas muy opuestas, pero no me veo solo ni mucho menos. Quizá lo planteamos de una forma muy crítica, pero creo que son cosas con las que mucha gente se puede ver identificada.
Me refiero a que en Triángulo constituye algo tan natural hacer crítica social o política como hablar de relaciones o incluso de amor.
Yo creo que hay un poco de todo. No puedo hablar por los demás. Lo que no puedo hacer es, de repente, todo canciones 100% políticas o todo cánticos políticos porque sepa que con eso puedo llegar a determinada gente. Las canciones simplemente reflejan mis sentimientos y la forma de ver la vida; es imposible escapar de esas ideas porque están presentes de forma indisoluble en la vida, tanto la vida política como lo social. No sé cómo lo ve otra gente. Tampoco pensé nunca que nos metiéramos en camisas de once varas ni nada. Siempre hablamos de cosas que nos importan y, lógicamente, eso es algo que nos importa a todos, creo yo.
Has dicho que es indisoluble y creo que es la mejor definición para frases que integran tan bien aspectos aparentemente opuestos de la vida como “habría votado a la derecha por ti” en ‘Qué Hizo por Ella Cuando la Encontró’.
Sí, es que yo creo que no se pueden… Al final, esa necesidad de tener que dividir y ordenarlo todo es algo muy humano, pero en realidad está todo mezclado. Yo intento no separarlo, todo lo contrario: trato de fusionarlo porque, realmente, en mi cabeza y en la cabeza de todo el mundo se juntan sentimientos de todo tipo; todo tipo de reacciones ante todo tipo de noticias. Yo no soy tan frío como para poder diseccionarme como un cirujano y dividir por temas. Es más, justo para lo que hacemos, para el rock’n’roll y para el pop, que es algo muy visceral, juntas lo que te salga; en la música no tenemos por qué agradar a nadie ni hacer un mitin, ni intentar llegar a gente por una determinada ideología. Queremos llegar a la máxima gente posible y habrá quien se sienta reflejada y quien no, pero es transmitir nuestra idea.
¿Cómo lleváis lo de que el sucesor de Rajoy también sea gallego?
¡Pues, hombre, hay diversidad! (risas) Feijóo, para lo bueno y para lo malo, es político profesional. Y que va a acabar ahí lo tenemos clarísimo. Obviamente no va con mi ideología, pero qué le vamos a hacer: España ha votado de una forma, España es así. Nosotros seguiremos en nuestra trinchera, con nuestras ideas, y punto. Pero sí, que Feijóo va a acabar de presidente del gobierno, por supuesto. Cualquiera que esté en Galicia lo sabe.
¿Habéis pensado que el hecho de que la derecha cada vez gane con más holgura es un homenaje al amor, precisamente por lo que hablábamos antes de “habría votado a la derecha por ti”?
(risas) De todas formas, igual que pasó ahora con Trump, creo que uno de los pecados de la izquierda es subestimar al que no es su votante. Y al final acaban pasando estas cosas. Yo creo que ni se intentó convencer a mucha gente que votó lo que votó, y que a lo mejor tampoco recibió esa atención. Yo vivo en Galicia y lo veo continuamente: pongo la televisión y veo todo el corrillo político y, algo que me afecte a mí, alguien que nombre a Galicia, pues básicamente no pasa.
Has mencionado a Trump. Habéis sacado disco el mismo año que gana las elecciones…
Sí (risas). A ver, quitando la importancia que tiene Estados Unidos y que no hace falta que nadie la explique, aquí tenemos problemas. La noticia que vi el mismo día que ganó Trump en la que decían que querían sacar una ley para prohibir los memes contra los políticos… Es absurdo. Siguiendo lo de Trump había mucha gente extranjera, y era el primer tema a destacar, pero el siguiente era ese, el de que España quería prohibir los memes; como cuando aquí ves noticias absurdas de otros países. Y veía los comentarios de gente de otros países sobre esta noticia y, claro, era un ridículo espantoso. Es decir, aquí hay para todos. Me preocupa mucho más lo que hacen aquí que lo que hacen en Estados Unidos.
Tengo entendido que eras muy fan de Perdidos.
Sí, allá por 2007.
No sé si sigues viendo series y si crees que Triángulo sería un poco Black Mirror.
No estoy enganchado ya a series. ¿Sabes por qué? Por un detalle: vivimos en la Ría de Arousa, un sitio en el que viven a lo mejor 30.000 personas, y tenemos una conexión de Internet con la que nos llega 1 mega a casa. Es imposible. Nosotros estamos como en la época del modem. No podemos ver vídeos de YouTube sin recargar. Por eso te digo que en España aún falta mucho; y no vivimos en una zona aislada, ni mucho menos.