VALÈNCIA. “Un largo paseo, contemplativo y en el que poder reflexionar”, esta es una de las definiciones que Rodrigo Cuevas asocia a la “romería”, comprendiéndola tanto como viaje, como fiesta y también como forma de vida en sí misma: “Hay que saber vivir la vida como una romería, un momento en el que uno se encuentra y descubre su pasado”, añade sobre este paseo físico y espiritual. Su imaginario propio sobre este concepto se despliega el 10 y 11 de mayo sobre el escenario de La Rambleta donde presenta en concierto Manual de Romería, un disco en el que hace el camino de principio a fin a lo largo de catorce temas. Entre sintetizadores, taconeos y tambores Cuevas celebra el folklore, sus orígenes y la actualización de un relato más antiguo que el tiempo. El disco se compone de historias que viajan desde su Asturias natal hasta València en un concierto en el que despliega toda "su magia" para generar un choque único entre culturas sobre el escenario.
En Manual de Romería el paseo musical comienza con una bajada hacia la aldea con BYPA -Baxando yo pela aldea- pasa por la cima con Allá arribita y desciende en Matinada (Resaca). Entre las letras de estos temas Cuevas ofrece, a quien le quiera escuchar, consejos sobre la vida y el futuro cargados de emocionalidad: "La gente en la ciudad no sé cómo lo hace que a mí las cosas de allí no me satisfacen", resuena en una de las estrofas de Allá arribita, donde le canta a la vida contemplativa a la que “aspiran los artistas”. Cuando compone alejado del ruido y basándose en las historias que le llegan las letras le salen de forma natural, posteriormente añade musicalidad a las historias y con todo esto "salen las canciones".
Entre estos temas Cuevas, recién galardonado con el Premio Nacional de las Músicas Actuales 2024, repasa desde los instintos más naturales con temas como Más animal hasta un relato místico con letras como la de Dime, ramo verde. Todos estos relatos caben en el imaginario de este artista, cantante y compositor que trabaja siempre desde el folklore. Para el artista el folklore, al que canta tanto en asturiano como en castellano, es una vía para traducir su historia desde lo oral: “Contamos una historia al público con los espectáculos, los instrumentos y a través de diferentes perfiles. Desde el folklore se puede trabajar con historias muy ricas y variadas además de darle un toque propio, es un reconocimiento hacia la gente que nos precede, al como eran”.
Aunque se basa en relatos antiguos Cuevas los cuenta desde la actualidad y ve en el folklore una forma de innovar que tiene tantas versiones como perfiles que lo trabajan: “Hay mucha gente haciendo cosas con el folklore, muy ricas y muy descaradas. Estamos viviendo un momento muy interesante en el género y hay espacio siempre para más innovación”, añade el artista, quien comprende que no es el primero ni el último en “jugar” con este legado musical, “siempre hubo gente haciendo cosas con el folklore y rescatando historias antiguas, cada vez está más reconocido. Realmente los folklóricos de ahora escribimos como lo hacían las señoras de antes, y así hablamos de lo que nos rodea”.
Entre guitarras, sintetizadores y hasta ruidos de motor Cuevas trabaja sobre sus orígenes a través de las melodías y las palabras, escuchando siempre lo que le pide la música y añadiendo elementos nuevos según le conviene: “Me interesa incluir elementos que puedan provocar un poco de risa musical, me interesa librarme de la seriedad que se atribuye a componer y hacer lo que me nazca”, explica. Esta liberación se escucha a través de “chillidos”, sonidos de agua y hasta cánticos como el de Josefa Diebra Faúndez en El alto de la sierra, un tema en el que “los hombres quedan pariendo y las mujeres van a arar”. Dentro de este último trabajo Cuevas juega entre taconeos y rasgados de guitarra a rescatar cuentos y leyendas del imaginario colectivo para contar el camino de una romería, “aventurillas que pasan aquí en el pueblo” y que le fueron llegando a lo largo de los dos años que le llevó componer el disco.
“Escribo sobre las cosas que pasan con mucha retranca y mucha comedia, también desde la observación y la curiosidad, al llevarlo al escenario intento que se entienda desde lo visual y le hago un poco de reverencia al lugar y a su cultura”, añade sobre el espectáculo, en el que repasa relatos y consejos que vendrían muy bien ahora y que le conducen a un estado más contemplativo, desde el que crea. En el campo, y si puede rodeado de sus dos burras, intenta dialogar sobre estos cuentos desde la actualidad conversando con “las amigas, la familia, el paisaje y el río” desde el estado mental “de la romería”, en el que se quedaría a vivir toda la vida. A través de Manual de romería pretende que quienes le rodean sean capaces de comprender la vida desde un escenario más contemplativo al menos durante el rato que dura su concierto, un rato en el que pretende viajar a este "lugar perfecto".