Hoy es 25 de diciembre
VALÈNCIA. En la documentación se cita un nombre como autor del proyecto. Es el del ingeniero Salvador España Tamayo. Él firma en los pliegos con esa descripción: autor. Su nombre es el que se puede leer al pie del presupuesto de licitación, por ejemplo. Pero en la práctica la remodelación de la plaza de Rojas Clemente de València debería ser considerada un proyecto del pueblo para el pueblo, porque la obra que inició este mismo lunes el Ayuntamiento de València es producto de “un proceso de participación ciudadana para ver qué debía contener la plaza”, recordaban este miércoles desde la Concejalía de Desarrollo Urbano. Después ellos hicieron el diseño, pero el proyecto, la obra tal y cómo se verá, responde a las peticiones de los vecinos; no al capricho de nadie.
En la documentación oficial del proyecto se explicita también que esta remodelación y mejora nace como respuesta al estado actual de la plaza, de la cual eufemísticamente se dice que “presenta un cierto nivel de desgaste”. Más que desgaste habría que hablar de desintegración, aplastada por el mal urbanismo porque, como bien recordaba hace unos años Felip Pineda, ‘Aunque usted no lo crea, Rojas Clemente es una plaza’.
Entre sus males, la documentación municipal enumera “aceras estrechas, alineaciones irregulares”, pavimentos diferentes “que deben uniformizarse”. Aunque quizás el mal más evidente es su desaparición para el peatón, ya que esta zona se utilizaba como zona de estacionamiento de vehículos, como si fuera un solar.
La actuación municipal persigue la conversión de la plaza en lo que técnicamente se define como “un espacio peatonal integrado”. Un intento de recuperación que la devolverá a los viejos tiempos, cuando albergaba incluso hasta un cine, cuando era un punto de encuentro. Una voluntad que no nace ahora, sino que ha sido constante en el Govern de la Nau. Así, se empleó como uno de los escenarios del Bonic/a Fest. No sólo se puso en valor su rehabilitación; se consiguió que la plaza volviese a la gente, aunque fuera sólo por un día. Aquello fue un preámbulo de lo que ha de venir.
El urbanismo amable, la nueva ciudad, convienen desde el equipo del concejal Vicent Sarrià, comenzará a vislumbrarse en Rojas Clemente. La ciudad del futuro tendrá un nuevo hito. Como apuntaba el concejal esta semana, se trata de que a partir de ahora se pueda “utilizar el espacio como la plaza que en realidad debería ser”. En definitiva, abrir Rojas Clemente a la ciudad, descubrírsela. Un nuevo comienzo.
Un primer paso al que seguirá otra plaza humilde, la de Arzobispo Olaechea en el barrio de San Marcelino, para la que hay presupuesto este año. Su recuperación sale también de un proyecto participativo y en Urbanismo están ultimando una iniciativa que evidenciará también una nueva filosofía, que explican desde el equipo de Sarrià: “Está muy bien apostar por las grandes plazas, pero también queremos apostar por los barrios”.
Las actuaciones en Rojas Clemente comprenden cuestiones como la reurbanización de la calle de San Pedro Pascual, que constituye el eje principal de acceso al barrio y el mercado desde el centro de València, junto con el acceso desde la calle de Juan de Mena. También se remodelará un vial al norte de la plaza, que conecta las calles de Juan de Mena y del Botánico. Se renovará igualmente el pavimento de la calzada en la calle de Simón Ortiz, desde Juan de Mena hasta el Botánico, y en la conexión de la calle de Juan de Mena sur con la plaza de Rojas Clemente, a fin de facilitar el acceso y la unión con la nueva planta viaria de la calle de San Pedro Pascual.
La remodelación iba a tener una duración de cuatro meses, aunque la oferta ganadora de la empresa Obremo ha reducido ese plazo a tres meses. 90 días para ver la nueva Rojas Clemente. Espacios para aparcar bicis, también para zona y descarga, aceras más anchas… el interior incluirá una zona ajardinada, área de juegos infantiles, instalaciones para la práctica de actividades físicas, espacios para el descanso…
Con un presupuesto de 285.000 euros, la remodelación puede ser vista también como el prólogo al gran proyecto urbanístico del Govern de la Nau: la València de las plazas. Esta iniciativa, que tendrá como hitos la peatonalización de plazas como la de San Agustín o la del Ayuntamiento, cuyo primer capítulo debería haber sido la plaza de la Reina, sin embargo tendrá como kilómetro cero la plaza que nadie esperaba, la que nadie recordaba que era una plaza: la de Rojas Clemente.