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BILLETE DEL DIRECTOR / OPINIÓN

RTVV y otros asuntos no urgentes

El Consell ha consumido más de la mitad de esos 100 primeros días de errores disculpables entre gestos para escenificar el cambio no siempre madurados

10/09/2015 - 
FOTO: EVA MAÑEZ

Estoy muy de acuerdo con la tradición de dar 100 días de margen a todo gobierno recién elegido antes de criticar los inevitables errores fruto de la euforia, la precipitación y el no conocer el funcionamiento de la plaza recién conquistada. ¡Ojo!, dejar de criticar no significa dejar de contar los patinazos, y en este sentido es interesante observar cómo más de un dirigente político y algún que otro asesor se toma como un ataque a su persona o a su partido lo que no es más que un relato de la bisoñez de los nuevos gobernantes. Errare humanum est, perservare diabolicum.

Han pasado 70 días desde que Ximo Puig nombró su gobierno, queda justo un mes para la centena, y las cosas van encajando poco a poco en el Gobierno bipartito, es verdad que en unos departamentos más que en otros y con varios conflictos que resolver, como la pelea competencial entre Vivienda y Agricultura por el control de los informes de impacto ambiental, claves para la actividad económica. La falta de práctica y el hecho de ser gobierno de dos partidos han provocado algunos debates internos llamativos de los que dentro de un año no nos acordaremos.

En poco demás de dos semanas, los consellers comparecerán en las Corts para explicar su programa de actuaciones, que deberá ser el real, el posible, el que se debe acometer sin prisa pero sin pausa. Es probable que empiecen por contar lo que se encontraron al llegar, que no por esperado es menos dramático. Que la caja estaba vacía ya lo sabíamos, pero hay más, hay cositas, hay concursos amañados, dicen en voz baja. ¿Y saldrán a la luz? No hay prisa, ni ganas de levantar alfombras, porque cuando uno llega al poder tiene asuntos muchos más urgentes que remover papeles para atacar a quienes ya han perdido. En todo caso, se recopila material para contraatacar en el futuro. 

Después de detallar -y, en su caso, llevar a la Fiscalía- lo que se han encontrado, los consellers tendrán que explicar qué es lo que van a hacer y qué es lo que habían prometido y no van a poder cumplir. En este sentido se avecinan meses en los que los partidos deberán medir sus gestos en el terreno de las promesas, nuevas y viejas, factibles e imposibles, con un Presupuesto de la Generalitat que será de postureo de cara a las Elecciones Generales prenavideñas.

Perseverar en el error es diabólico, ya lo dice el proverbio. Anunciar para ya medidas muy llamativas -no por ello menos justas- sin haber hablado con todos los afectados ni tener claro cómo se van a implementar y a pagar puede ser contraproducente. Hablo de la recuperación de la televisión pública, de la limitación de horarios comerciales, de la gratuidad de los libros de texto. ¿Guardaste la factura de la librería?

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El propio president ya ha sentido la frustración de ver como una de sus promesas estrella, la resurrección de la televisión pública el 9 de octubre de 2015, se ha ido al traste. Al hecho no ha sido ajena, a pesar de lo que diga Mónica Oltra, la estrategia de Antonio Montiel para evitar que RTVV renaciera con Puig y Oltra chupando cámara desde el Palau de la Generalitat. Hizo bien Puig en renunciar a su promesa de emitir el 9 de octubre, como hizo bien Oltra en cambiar de idea cuando le demostraron que la solución a RTVV no pasa por las propuestas de los extrabajadores, esos que le habían apoyado en las Elecciones Autonómicas y que ahora se le vuelven en contra, incluso le pitan.

Hay decisiones que, por muy importantes que sean, necesitan diálogo, dictámenes jurídicos, informes económicos, tiempo. La recuperación de la televisión pública es una de ellas, pero no la única.

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