Una farsa breve, en cuatro actos, de sábado a un martes, en la que la vida de un pizzero se va por el retrete. Uno de los dibujantes jóvenes estadounidenses más intresantes es por fin traducido al castellano. Historias de fracasados, escritores sin talento que se creen genios incomprendidos y dolorosas anécdotas autobiográficas componen la obra de este chico que, en su día, también bebía vino barato dibujando de noche
BARCELONA. Muchos niños dejaban de leer cómics al crecer. El salto de la editorial Bruguera o los superhéroes a otras formas de viñetas no se producía. Mi nexo quizá fuese El Jueves, ir luego a buscar integrales de Ivá a tiendas especializadas y descubrir que había muchas más cosas. Antes, sin hermanos, primos o amigos que te introdujeran, las cosas eran así: casuales.
Pero si tuviera que hacerme la pregunta de por qué nunca dejé de leer cómics es por títulos como Saint Cole de Noah Van Schiver, publicado en España por La Cúpula. https://www.lacupula.com/autor/noah-van-sciver/ Contiene todo lo que me gusta de la ficción. Cruce de géneros, tragicomedia en este caso, realismo, patetismo incluso, una narración absorbente, expectación y final en alto solo al alcance de los grandes maestros. Todo lo que me impidió dejar de leer tebeos gracias a Peter Bagge o Daniel Clowes.
Antecedentes. Es una historia de white trash No deberíamos ver el término muy lejano porque muchos de nosotros, a partir de cierta edad, si no alcanzamos un nivel de ingresos apreciable tendremos muchas papeletas para convertirnos en miembros del clan. Por eso, el lector con los pies en el suelo, sabrá sentirse identificado con Joe, su protagonista.
El hombre trabaja en una pizzería. Ha tenido un hijo con su novia. Ella no trabaja y ha metido en casa a vivir, para echarle un cable, a su madre. Joe mantiene a todos y también mantiene cierto problemilla que tiene: es alcohólico; un alcohólico en la fase más complicada de la adicción. Necesita beber desde que empieza el día. Noah Van Sciver se dedica, sin más, a dejar que esa situación insostenible se vaya desarrollando, cayendo al vacío mejor dicho, hasta que pase lo que tenga que pasar.
Convendría no analizar el desenlace, pero hace justicia al lema que ya adelantó el autor en una entrevista: "El humor, cuanto más desagradable, mejor". Una obra en cuatro actos, cuatro días, pues transcurre de sábado a martes, en la que queda demostrado lo fácil que es que todo se hunda bajo los pies de los que se encuentran en las situaciones sociales menos favorecidas.
Su primera referencia es el fanzine Blammo. En los que se pueden encontrar por la red hay historias en primera persona memorables. Como una, Abby´s road, en la que pierde la virginidad, recibe la primera hostia y descubre por primera vez que es un pringado. Una pequeña obra inmortal. También dibujó hipótesis a lo Robert Crumb de cómo será él cuando sea viejo. Reflexiones sobre el cómic, su desprecio a la imagen informatizada que tienen los tebeos mainstream actuales, él aboga por lo que en España se ha llamado línea chunga.
Uno de sus últimos trabajos, del que está por llegar una segunda parte, es Fante Bukowski, sobre un escritor sin talento. Es el denominador común de toda su obra: los fracasados. En este caso se trata de un arquetipo, un escritor de 24 años, que no publica y se pasa con el alcohol. Aunque es rico, prefiere deambular por hostales y llevar una vida bohemia ni errante de la que podría sacar gran provecho literario si, como se ha señalado, tuviera algún talento.
Una burla despiadada del cliché de escritor que va de genio no apreciado. Algo que no debe circunscribirse al ámbito de la literatura, puesto que convivimos a diario con muchos genios de la música que no han triunfado por culpa de un mercado banal que les da la espalda o, incluso, a día de hoy, tampoco faltan precisamente genios de la política. No obstante, en esta obra se incide sobre el arquetipo literario.
Un patetismo que no debe confundirse con crueldad, muchas de las historias que reflejó en esta obra estaban basadas en su propia experiencia, cuando tenía 20 años y sus cómics no interesaban a nadie. Algo que también ha aparecido frecuentemente en retales en su fanzine Blammo.
Como confesó en una entrevista en The Comic Journal, "bebía vino de mierda y dibujaba toda la noche. En esos primeros años pensé que iba a ser un gran dibujante algún día y todos lamentarían cómo me estaban menospreciando. No pude ver que en realidad solo era un mal dibujante. Ahora soy más mayor y más dueño de mi mismo, lo que me ayuda a volver atrás a mis 20 años, analizarlo de forma objetiva y poner en entredicho las ilusiones con las que trabajé en esos días vergonzosos". Ya en More Mundane, pequeñas píldoras autobiográficas, logra la nada fácil misión de hacer reír con su vida cotidiana.
Su formación como dibujante y lector viene de los cómics alternativos de los 90 y primeros 2000. Se nota mucho el peso generacional. Retrata muy bien al que fue joven y adolescente en los 90 y no ha tardado en encontrarse con que lo que le gustaba a él, lo que era el sumun y colofón de todas las décadas, es calificado como "rock clásico". Eso está presente en Saint Cole, pero también en historias autobiográficas de su fanzine. Gustará a quien haya disfrutado de los cómics de Julie Doucet en Nueva York o sus pequeños delirios en píldoras Están en una línea similar a la de este autor que trabaja materiales peligrosos: el ácido corrosivo.