Nominada al Óscar a Mejor película internacional, se estrena la última película de Iker Çatak, un estimulante thriller sobre la crisis de las democracias protagonizado por una inmensa Leonie Benesch
VALÈNCIA. Carla Nowak es una joven profesora de matemáticas y educación física que comienza su primer trabajo en una escuela de secundaria en Alemania. Cargada de ideales y esperanzas, la profesora Nowak cree que hay otra manera de hacer su trabajo, diferente a la que imponen las viejas estructuras del sistema escolar. Pero cuando se producen una serie de pequeños robos en la escuela y se sospecha de uno de sus alumnos, decide llegar al fondo del asunto por su cuenta, poniéndose en cuestión ella misma y sus propios valores. Este conflicto desencadenará una serie de consecuencias que irán en aumento y que terminarán suponiendo una amenaza para la convivencia escolar.
Esta es la historia que cuenta Sala de profesores, la película del director alemán de origen turco Iker Çatak, escrita junto a Johannes Duncker, que, tras su paso por la Seminci y ser nominada al Oscar a Mejor película internacional y a Mejor película europea en los próximos Goya, llega este viernes a los cines españoles. Protagonizado por una magnífica Leonie Benesch, el filme propone un estimulante thriller en el que se plantea el universo escolar como metáfora de la sociedad. A su manera, la escuela está construida como los estados democráticos, hay órganos de más y menos poder – el equipo directivo y los profesores- y órganos de control –el periódico que llevan los alumnos-, personas que por distintos motivos (puestos que desempeñan en el sistema, condición social o personal) pueden estar o sentirse en posición de superioridad o inferioridad, gente que quiere y cree que puede cambiar las cosas con sus actos y gente que quiere que nada cambie para mantener sus privilegios, o, simplemente, gente cansada y desencantada (que a menudo son la mayoría). A partir de ahí, este planteamiento simbólico sirve para reflejar cómo, en caso de conflicto o crisis (la situación que se plantea de los hurtos), puede surgir lo peor de nosotros mismos: los prejuicios (en este caso, el racismo), la desconfianza, la violencia, el acoso, el abuso de poder, la manipulación y distorsión de la verdad (las llamadas “fake news” en redes sociales), la falta de empatía hacia el otro, la pérdida de humanidad.
El fondo de la película es interesante, ver lo comunes y lo normalizados que están esos prejuicios en el día a día, la facilidad con la que puede distorsionarse y descontextualizarse la verdad, la complejidad de los hechos y las personas, cómo a menudo no hay blancos y negros, si no contrariedades y zonas de sombras, la dificultad y el poder transformador de la educación, pero también resulta atrayente la forma, cómo se cuenta ese fondo. Iker Çatak utiliza una narrativa sencilla y realista, una puesta en escena austera, donde los personajes son el centro, un formato cuadrado para aislar a la protagonista y contar la historia desde su subjetividad, creando así un relato repleto de tensión, que consigue ir de lo íntimo a lo social y al cine político. Con ello, una de las grandes bazas del filme procede de la inteligencia con la que, a través de sus distintas situaciones, sin afán de complacencia ni respuestas fáciles y edificantes, se plantean preguntas y reflexiones acerca de nosotros mismos como individuos y como sociedad.
Sala de profesores es una interesantísima película que va más allá del thriller al uso, capaz de plantear cuestiones y debates complejos, un drama lleno de suspense sobre la condición humana, la importancia de la ética y la educación en esa ética, sobre cómo a veces la decisiones más justas pueden tener consecuencias injustas e inesperadas.
Se estrena la película por la que Coralie Fargeat ganó el Premio a Mejor guion en el Festival de Cannes, un poderoso thriller de horror corporal protagonizado por una impresionante Demi Moore