Hoy es 14 de octubre
El discurso tan personal, emotivo, conmovedor, valiente y generoso del director del Festival Humans Fest, Samuel Sebastián, en la gala de inauguración ha sido un pistoletazo de salida espléndido que marca el inicio de un festival que no dejará indiferente. Samuel Sebastián nos contó en primera persona la vulnerabilidad que sintió en una época de su vida que tuvo que vivir en la calle
Esta vivencia tan personal hace que Samuel tenga unas sensibilidad que si bien ya la arrastraba de antes, ahora se evidencia aún más en primera persona. En el discurso de inauguración del Festival Internacional de Cine y Derechos Humanos, Human Fest, Samuel contó ese frío invierno de 2014 cuando vivía sin luz porque no tenía ni con qué pagar la electricidad. Venía de estar peor. De vivir en la calles de Barcelona. Su discurso nos eclipsó.
“En 2014, el primer año en el que participé en el festival, vivía sin luz eléctrica porque no podía pagármela, no tenía agua caliente en casa y no podía cocinar. Por supuesto tampoco podía usar la nevera ni cargar el móvil y por las noches leía al lado de la ventana para aprovechar la luz de la calle. Llegué a escribir guiones en bibliotecas y espacios públicos que me hicieron darme cuenta de lo importante que son los impuestos públicos cuando se destinan a este tipo de espacios. Y sin embargo no era la peor época de mi vida ya que solo unas semanas antes había tenido que vivir en la calle cuando vivía en Barcelona. Terminar dirigiendo este festival es como cerrar un círculo para mí porque uno de mis objetivos es que mostrar que las personas que sufren exclusión social o que sus derechos son vulnerados, no les dé miedo hablar de ello. La exclusión social debe comenzar a dejar de ser un motivo de vergüenza.”
El testimonio de Samuel nos hace ver que cualquier de nosotras en algún momento podemos terminar en la calle también. En aquel entonces Samuel ya era un cineasta con proyectos de sus espaldas, ya había dirigido cine y se encontraba dentro del sector audiovisual valenciano con una red construida aunque reconoce que sus relaciones familiares han sido muy difíciles, sin apenas relación. Sus amigos le ayudaban de vez en cuando pero no supieron en el hoyo en el que se encontraba. El se encargaba de no mostrar su realidad ni su debilidad.
Samuel reconoce que fue una concatenación de varias cosas que le llevaron a dormir en la calle y una concatenación de otras circunstancias que le sacaron de allí.
Este es el testimonio de Samuel. Y no ha sido hasta ahora cuando lo ha reconocido, cuando ya no siente esa vulnerabilidad ni esa exclusión social. Samuel reconoce que cuando estas viviendo una situación de exclusión social te das cuenta que hay un muro invisible que no lo quieres romper, tienes el miedo de sentirte vulnerable ante los demás y sientes que te han vulnerado os derechos humanos. Y aunque el ya había estado cerca de personas sin techo y había colaborado como voluntario en programas sociales, sentía que no podía contarles esto porque sentía que se rebajaba. Sentía que se podía romper ese muro.
Ahí Samuel se dio cuenta y fue testigo directo de cómo las personas que sienten exclusión social, tienen un muro invisible que le impide denunciar .
Cuando vivía en la calle, se dio cuenta de la vulnerabilidad a la que estas sometido y el tiempo pasa de otra manera. Cambia la concepción del tiempo y del espacio. Las calles de Barcelona y sus aceras eran el pasillo de su casa. No tenia privacidad. El testimonio de Samuel fue desgarrador y sin querer eclipsó esa gala que tuve el placer de presentar. Me dejó sobrecogida. Y pensaba las veces que le había entrevistado porque Samuel y una servidora comenzamos nuestras carreras profesionales al mismo tiempo y eso une.
Y lo más duro de todo es que no fue hace tanto tiempo para lo bueno y para lo malo. Ahora ese director que deambulaba por las calles de Barcelona en 2014 sin esperanza y sin norte es el actual director de uno de esos festivales maravillosos que acoge la ciudad de València. Uno de estos festivales necesarios e imprescindibles a día de hoy que pretende sensibilizar sobre los derechos humanos a través del cine.
En este caso Samuel Sebastián es el ejemplo de una vida que se puede cambiar y que te da segundas oportunidades. Una vida valiente.
La historia de Samuel podría ser una de las proyecciones que se proyectan dentro del Humans Fest en diferentes espacios de la ciudad de València hasta el próximo 1 de Marzo. Samuel podría ser protagonista de una de esas historias que cuentan las proyecciones seleccionadas pero lamentablemente son muchos otros protagonistas también los que hablan de vulneración de derechos humanos y que el festival los hace visibles.
El festival ha arrancado con fuerza. Con una gala como les cuento maravillosa, sensible y cercana. Nunca imaginé lo bonita y entrañable que podía ser. Y lo bonita que la hicieron cada uno de los discursos de las personas que subieron al escenario, como Beatriz Garrote que recibió el premio “Por el Cambio Social” en nombre de la Asociación Víctimas de Metro por el trabajo que han hecho para descubrir y denunciar la existencia de una corrupción sistémica en toda la Comunitat que abarcaba desde el funcionariado hasta las altas esferas políticas y judiciales. El discurso de Beatriz fue de aliento, esperanza y de seguir en la lucha de la denuncia por la vulneración de los derechos humanos. También la directora feminista y referente del cine valenciano, Giovanna Ribes, hizo un discurso muy interesante y calificador. Ella visualizó entre los miembros de la sala donde se celebraba el acto la discriminación que sufrimos la mujer en cada uno de los rincones que habitamos. Por otra parte, fueron maravillosos los discursos del director de cine saharaui y profesor de la escuela de cine del Sahára, Lafdal Mohamed Salem y del actor Pepe Viyuela que recibió el premio “Pau i Justicia” por su larga trayectoria comprometida con causas sociales y la capacidad de realizarlo a través del humor y que nos contó su proyecto “Un viaje hacia nosotros”; el presidente de la Fundación por la Justicia, institución bajo la que nace el festival, Jose Maria Tomás y Tio con sus discursos siempre tan entrañables; o el director Emilio Martí cineasta y arteterapeuta que con su cortometraje Makún está recorriendo muchos cortometrajes internacionales y acaba de volver de los campamentos del Sáhara, etc.
Todos y cada uno de ellos hicieron que la gala fuera especial. Una gala que marcaba el inicio de un festival que destaca por dar visibilidad a los Derechos Humanos y que entre las líneas de trabajo están, su compromiso con el medio ambiente o su apuesta por las mujeres con el programa “Mujeres del mundo” con proyecciones por todo el mundo o la campaña “ Filmen elles, guanyem totos” que reivindica el papel de la mujer en la industria del cine.
La gala se inauguró con la música del duo polaco Dolce Vita que cada día tocan en la calle, son músicos callejeros instalados en la puerta románica de la Catedral de València y terminó con la voluntaria Sara Santes que recitó el poema de Nadia Anjuman. Nadia fue una poetisa y activista afgana que fue asesinada a los veinticinco años por su marido y los familiares de este ya que consideraban que su poesía deshonraba a toda la familia. Con su poema nos quedamos…
“No deseo abrir la boca ¿A qué podría cantar? A mí, a quien la vida odia, tanto me da cantar que callar. ¿Acaso debo hablar de dulzura cuando es tanta la amargura que siento? Ay, el festín del opresor me ha tapado la boca. Sin nadie a mi lado en la vida ¿a quién dedicaré mi ternura? Tanto me da decir, reír, morir, existir. Yo y mi forzada soledad con mi dolor y mi tristeza. He nacido para nada mi boca debería estar sellada. Ha llegado, corazón, la primavera, el momento propicio del festejo. ¿Pero qué puedo hacer si un ala tengo ahora atrapada? Así no puedo volar. Llevo mucho tiempo en silencio, pero nunca olvidé la melodía que no paro de susurrar. Las canciones que brotan de mi corazón me recuerdan que algún día romperé la jaula. Volando saldré de esta soledad y cantaré con melancolía. No soy un frágil álamo sacudido por el viento. Soy una mujer afgana Entiéndase pues mi constante queja. Estoy enjaulada en este rincón llena de melancolía y pena... Mis alas están cerradas y no puedo volar... Soy una mujer afgana y debo aullar “.
La semana que viene… más!