Todos veneramos a un hombre en esta vida, en mi caso es San Vicent Mártir. Vicent de Osca no es un personaje creado por la factoría Marvel, es el Santo Patrón de la Ciutat de València. Vicent vivió en la Valentia Romana. Aquella colonia fundada en la parte más alta de la ciudad por el Cónsul romano Junio Bruto en el 138 AC. El imperio persiguió a Vicent por no renunciar a las fieles ideas del cristianismo. Vicent fue un hombre de fe. La barbarie imperial acabó sepultando y martirizando el cuerpo del Santo Patrón pero no su alma. La ciudad de València tiene un cierto apego a la onomástica vicentina. Los dos patrones, el de la ciudad y el de la Comunidad, Reino o País, están vinculados a dos Santos Vicentinos, San Vicent Mártir y San Vicent Ferrer. Vicent es un santo de estampa. La Delegación de ferias y fiestas del Ayuntamiento de València, de la cual era concejal Alfonso Grau Alonso, editó un maravilloso libro coordinado por Vicente España, Francisco Soriano y Rafaela Soriano en el que se recoge el completo y extenso catálogo de la colección de estampas de imágenes del Santo bajo el título “San Vicent Mártir, estampas para una fiesta“. La figura del Patrón ha creado un reguero de historias o leyendas venerables que se inician desde su muerte.
Han pasado unos días desde que el calendario local rindiera homenaje a Vicent el Mártir. El día 22 de enero, de cruces hacia adentro, se celebra la festividad de nuestro patrón. El legado del Santo es custodiado gracias al trabajo de las Asociaciones Vicentinas, Arzobispado y Ayuntamiento de València. Desde que se abrió la veda de poner fin a que las ciudades se liberaran de los días de asueto, la vida en la urbe se ha vuelto insoportable, hasta los semáforos han visto alterado su ritmo cardíaco. Los vecinos ya no distinguen de un día lectivo de un festivo o de un Vicent del otro. La festividad del Santo no es un cromo o por lo menos no debe serlo. Desde hace años la festividad del patrón está siendo utilizada como moneda de cambio para liberalizar un día en el calendario. Me llama mucho la atención cómo el mercado intenta desnaturalizar el ritual de la fiesta en el calendario vigente que patentaron los romanos. Recuerdo la receta económica del Partido Popular, dirigido por Mariano Rajoy, para mejorar la productividad de la maltrecha economía española de trasladar las festividades que cayeran en la semana laboral al lunes siguiente para no interrumpir la producción. Medida que gracias a dios, no soy creyente, ni creí en Rajoy, no se llevó a cabo. Modificar el ADN de un calendario con cierto tinte católico llega a ser como una especie de molesta cesárea.
Recientemente leí unas sorprendentes declaraciones del Concejal de Fiestas, Pere Fuset, contrariado o cabizbajo por no haber llegado a un acuerdo entre Ayuntamiento y Arzobispado para haber creado el mega puente fallero del día 18 de marzo, utilizando de monedero al Santo para un cambio de cromos. Me hubiera defraudado mucho el sí al acuerdo por parte de la autoridad eclesiástica, que hubiera supuesto la defunción de la Fiesta Vicentina, que ya de por sí es residual entre los vecinos de la ciudad. Por desgracia, el día del salve al Patrón se ha convertido en una peregrinación continua en forma de ritual a una gran superficie de muebles de origen sueco. Le recordaría a Pere Fuset el original grafiti “Marcelino el tombolero no quiere ser fallero“ que dedicaron al Arzobispo Olaechea por intentar modificar en el pasado el calendario festivo trasladando las fiestas josefinas del mes de marzo a mayo y que su antecesor en el cargo de la Junta Central Fallera, Clemente Cerdá, logró apaciguar los ánimos del respetado.
En un momento de vital importancia, gracias al presupuesto destinado de 600.000 euros por el Consistorio que dirige Joan Ribó para la búsqueda del cuerpo del Santo en el subsuelo de San Vicent de la Roqueta, es impropia la actitud tomada por el Concejal de Fiestas para buscar una salida del calendario al patrón de la ciudad. La dotación servirá además para la reforma o adecuación del complejo vicentino que llevará a cabo el servicio municipal de Arqueología del Consistorio. Es el momento de que los que han sacado pecho de lo propio desentierren ese anticlericalismo sobre las fiestas religiosas. La huella del Santo es vasta en iconografía urbana, arquitectónica y museística en la Ciutat de València. La figura del Patrón debe revitalizarse y la fiesta expandirse. València como ciudad eterna de la fiesta debe seguir el patrón de la memoria, San Vicent no debe ser un martirio para el calendario festivo del Cap i Casal, el 22 de enero debe seguir en nuestro interior de puertas hacía adentro.