VALÈNCIA. El transporte es la principal fuente de emisiones de gases de efecto invernadero en España y, en consecuencia, el mayor causante en el calentamiento global del planeta. Tanto es así que según los últimos datos del Ministerio para la Transición Ecológica, en 2019 el sector del transporte supuso el 29% de todas las emisiones de gases de efecto invernadero (el 72% procedían del tráfico rodado, el 14% del aéreo, el 13% del marítimo y el 0,5% del tren). Por tanto, viajar en avión supone casi nueve veces más emisiones de gases efecto invernadero por pasajero y kilómetro que viajar en tren. Y es que, el tren es el modo de transporte de viajeros y mercancías más eficiente en términos de consumo de energía y de emisiones de dióxido de carbono.
En este sentido, Renfe lleva años trabajando para limitar y evitar las consecuencias del calentamiento global, esfuerzos que se materializaron en 2019 con el Plan Director de Lucha Contra el Cambio Climático de Renfe y ADIF, con el que se pretende reducir 9,9 millones de toneladas de dióxido de carbono en 2030, así como alcanzar un ahorro de más de 250 millones de euros en costes externos. De hecho, en 2021 el Financial Times reconocía a Renfe como una de las empresas líderes en descarbonización, año en el que la reducción de la huella de carbono fue la segunda más importante de toda Europa en el sector de transportes. No solo eso, Renfe ha apareciendo en los cincuenta primeros puestos de las 300 empresas líderes en sostenibilidad en toda Europa.
Sobre los retos de la descarbonización, los planes de futuro de Renfe y las consecuencias que puede traer la guerra conversamos con Santos Núñez del Campo, responsable de Medio Ambiente de Renfe en su vista a València en el marco del desayuno Sostenibilidad como activo estratégico de la compañía organizado por Valencian Plaza en colaboración con Cuatroochenta y FAMA en el Hotel SH Valencia Palace. Un encuentro del que Santos destaca que "se demostró como las empresas valencianas tienen su ADN en la sostenibilidad"
- ¿Cómo una empresa como Renfe puede ser competitiva sin perjudicar al medio ambiente?
En el caso de Renfe no existe esa contradicción. Las apuestas que hemos hecho, por ejemplo en renovables, demuestran que las energías alternativas, tras un periodo de maduración, pueden llegar a ser incluso más baratas en términos de producción que las energías convencionales, incluso que la energía nuclear; que siempre se ha tildado de barata. También Renfe tiene una mirada puesta en la innovación para detectar las mejores técnicas y las mejores máquinas disponibles, las que más estén adaptadas a nuestras condiciones de explotación. Incluso muchas veces incidiendo en el diseño de los trenes desde el principio. Somos una empresa pública y, como tal, nos comprometemos con el desarrollo de las energías limpias, con la descarbonización, con la innovación y con la digitalización, que son los grandes ejes de transformación de esta Europa en la que vivimos.
- En su opinión, ¿qué papel deben cumplir las grandes empresas en esa transición ecológica?
- Normalmente, las grandes empresas tienen capacidad y los medios para realizar esta transición hacia una economía menos carbonizada. Por lo tanto, dentro de sus múltiples relaciones con su entorno y con sus holders empresariales, van a apostar por la reducción de la huella de carbono en toda la cadena de suministro, lo que también concierne a sus empresas colaboradoras. Por tanto, las pequeñas empresas tienen que ser conscientes de que la emergencia climática supone un cambio pero también es una oportunidad excelente para replantearse su estrategia y acomodarse a las estrategias de las empresas más grandes, que están llamadas ser las locomotoras de la descarbonización de todos estos stakeholders. De hecho, las empresas pequeñas que tengan más capacidad de adaptarse serán las que tengan más posibilidad de triunfar y es aquí también donde las empresas grandes tienen que hacer un esfuerzo de establecer una conversación estructurada con sus empresas colaboradoras para facilitarles ese tránsito.
- Esa transición hacia un modelo más sostenible requiere de un proceso previo que puede ser más complejo para las empresas pequeñas...
- Exacto, puede parecer como algo muy sofisticado y que no interesa a las pequeñas empresas pero la utilización de los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS) y para comparar la situación actual de la empresa es importante. Lo es porque permite hacer una radiografía de sostenibilidad de la empresa e identificar cuáles son las capacidades, las ventajas y los ámbitos que se deben mejorar. Y por otra parte, las autoridades están poniendo a disposición de las pequeñas empresas herramientas para facilitar que sea más competitivo adaptarse a este mundo ya de la eficiencia energética.
- Al respecto, ¿cree que se deberían dar más ayudas para facilitar a las empresas esa transición?
- Se van a necesitar más ayudas pero, sobre todo, un mayor esfuerzo en la comunicación de los recursos disponibles. Pero el primer análisis es casi un análisis íntimo que se puede realizar con los recursos disponibles dentro de las propias empresas y que, más tarde, puede llevar a la definición de un plan estratégico en el que ya se requiere de una ayuda de un profesional. Yo animo a los pequeños y medianos empresarios a que hagan esa reflexión profunda sobre sus fines, sus debilidades, amenazas, fortalezas y oportunidades de este nuevo mundo.
- ¿Cuáles son los planes de Renfe en materia de sostenibilidad?
- Para Renfe la sostenibilidad es una ventaja competitiva estratégica. Lo es porque gracias a las decisiones que se han hecho en materia de descarbonización y eficiencia energética se ha conseguido que su huella de carbono sea realmente baja —entorno a los 5,5 gramos de carbono equivalente por unidad de transporte—. Si comparamos las huellas de carbono de nuestros competidores, que son hasta treinta veces más altas que las de Renfe, cada vez que se produce una transferencia desde esos modos de transporte dependientes de los hidrocarburos, se produce una reducción de carbono muy importante para nuestros clientes y para la sociedad, porque se recorta en los gases de efecto invernadero. Además, Renfe cuenta con un plan de descarbonización y de eficiencia energética que se alarga hasta el 2028 y tiene distintas líneas de actuación, además de la descarbonización. En la actualidad, el 80% de la energía que consume Renfe es energía eléctrica limpia de emisión cero porque procede de fuentes renovables con certificados de origen, lo que ha permitido tener una huella de carbono mínima. El otro 20% de nuestras emisiones se refieren al tráfico diésel y, en ese sentido, Renfe está participando en proyectos de investigación, desarrollo e innovación que van dirigidos hacia la sustitución del gasoil por otras fuentes renovables, como pueden ser el hidrógeno verde, el biogás o los biocombustibles de segunda y tercera generación. Por lo tanto nuestro horizonte es la emisión cero en 2050.
renfe está trabajando en una plataforma para integrar diferentes modos de transporte que permitan al viajero organizar su viaje de principio a fin, a través de un pago único
- ¿Cuándo inició Renfe su plan de descarbonización?
- Renfe lleva apostando por la energía eléctrica prácticamente desde hace cincuenta años, cuando se produjo la primera gran crisis del petróleo y se apostó por la tracción eléctrica. Desde entonces hemos continuado ese trabajo de sustituir la tracción diésel por la tracción eléctrica con la colaboración de Adif que es la responsable de establecer y desarrollar los planes de electrificación que plantea el Gobierno. Cuando se habla del vehículo eléctrico se olvida que, seguramente, el más desarrollado y que ya ofrece unas prestaciones ambientales fantásticas, es el tren. En toda Europa, la mayor parte de los vehículos eléctricos son los trenes de alta velocidad, de cercanías y de mercancías. De esta manera, Renfe puede hacer crecer sus tráficos sin aumentar la huella de carbono y ofrece a sus clientes, viajeros como de mercancías, reducir sus emisiones de alcance. Por eso decimos que Renfe es un proveedor de sostenibilidad para nuestros clientes.
- Sin embargo, viajar en AVE a veces resulta más caro
- A través de nuestra oferta de alta velocidad de bajo precio, con Renfe Avlo, estamos consiguiendo que una nueva generación de personas que no habían probado el tren de alta velocidad lo prueben y vean que la relación calidad-precio es buena. De hecho, está acercando el ferrocarril a gente que antes no lo utilizaba por precio. Por otro lado, es también una obligación como empresa pública, pues se han llevado a cabo una serie de inversiones en infraestructuras de gran calado y hay que amortizar esas inversiones haciendo circular más trenes y promoviendo la transferencia modal —especialmente del vehículo privado y del avión, que son los más contaminantes— hacia el ferrocarril.
- Para eso también sería necesario conectar el tren con la línea de metro de la ciudad.
- Exacto y en ello estamos. Actualmente, cuando se compra un billete de alta velocidad en ese billete va integrado la posibilidad de moverte en cercanías de forma gratuita, pero queremos dar un paso más. Por eso, RENFE está trabajando en la disponibilidad de un sistema de movilidad, llamado Mobility as a Service, una plataforma intermodal que permite la integración de toda la oferta sostenible de transportes, de tal manera que el traslado puerta a puerta, ya sean de viajeros o mercancías, sea completamente sostenible y se haga con un único título de transporte.
- ¿Cuándo será una realidad esa plataforma o bono conjunto?
- El soporte informático ya está hecho así que vamos a empezar a hacer pruebas de concepto en una serie de corredores para afinar la herramienta. La idea es que pueda estar en disposición de todos nuestros clientes en un período no superior a un año y medio o dos años.
- En su opinión, ¿la invasión de Ucrania por parte de Rusia va a tener consecuencias para los planes a futuro de la empresa?
- Todavía no lo podemos precisar pero estoy seguro de que la guerra va a tener consecuencias para Renfe. El tráfico de mercancías puede verse trastocado, pero como también lo ha hecho la covid-19, y los impactos sobre la economía tienen también un efecto directo sobre nuestros clientes. Por tanto, la guerra va a tener un impacto porque se desarrolla en nuestro territorio pero todavía no somos capaces de definirlo. Lo que sí que ha demostrado Renfe es su capacidad para adaptarse a las peores circunstancias, como han sido las derivadas de esta epidemia que seguimos viviendo y todos los activos de Renfe se van a poner al servicio de poder prestar unos servicios lo más competitivos y lo más sostenibles posibles para nuestros clientes. Lo cierto es que guerra es siempre una gran tragedia pero precisamente esta guerra está demostrando una de las mayores debilidades de la Unión Europea: la falta de soberanía sobre los recursos energéticos que opera. En este sentido, si ya era importante conseguir una autonomía energética de la Unión Europea, cada vez es más importante reforzar esa autonomía y esas capacidades se la dan en buen parte las energías renovables y la apuesta por la sostenibilidad. Por supuesto, la guerra va a trastocar todos los planes, pero creo que la guerra, tristemente, es un elemento más que pone de manifiesto lo acertado del rumbo de la Unión Europea en materia de descarbonización, eficiencia energética, digitalización y transición hacia unas nuevas capacidades que hagan de la Unión Europea, digamos un interlocutor de primer nivel en el comercio mundial.