Sebastián Nicolau presenta 'Mercurio entre los dedos' en el Museo de la Ciudad

VALÈNCIA. “(...) Ciertas existencias ajenas pueden acabar conteniendo la nuestra. (...) Somos quienes somos gracias a los encuentros, y brillan estas palabras, refulgen sus imágenes como peces dorados que fueron, que son, tal relámpagos en el abismo deslumbrando un día de ceniza” (Alfonso de la Torre, prólogo de 'Mercurio entre los dedos. Piedras calaverinas')

El Museo de la Ciudad acoge el próximo martes 18 de diciembre, a las 19.30, la presentación del libro Mercurio entre los dedos. Piedras calaverinas (Makma, 2018), de Sebastián Nicolau, cuya publicación -prologada por el teórico y crítico de arte madrileño Alfonso de la Torre- supone una nueva incursión en el mapa editorial de la revista de artes visuales y cultura contemporánea Makma. 

El autor valenciano, de dilatada y reconocida trayectoria artística en los campos de la pintura y la escultura, rubrica con este título la inquietante deriva de un proyecto personal asociado e imbricado con las vanitas, memento mori que determina los fundamentos estéticos y gobierna, con turbación ineludible, el pulso cronológico. 

De este modo, una colección de piedras, encontradas durante los paseos de los últimos veranos por la playa, acaba convertida en un conjunto de pequeñas calaveras. Recuerdos, reflexiones y sensaciones las acompañan en forma de textos, imágenes, fotografías, canciones, películas, cuadros, diálogos en una serie de TV... creando vínculos alrededor de la idea de tempus fugit. 

Todo ello forma parte de un contenido que actúa como sugerencia para los lemas sobre el tiempo que acompañan a las vanitas desenfadadas en las que se revelan las piedras calaverinas que ilustran las páginas. Las combinaciones resultantes nos desvelan tanto sobre el autor del libro como sobre nosotros mismos. Es inevitable no sentirse identificado con cada doble página, pues el paso del tiempo del que nos hablan mantiene el mismo ritmo constante para todos. 

Mercurio entre los dedos. Piedras calaverinas se formula, a la postre, como un paseo por la playa recogiendo piedras que traen evocaciones del tiempo que, como el mercurio entre los dedos, se escurre de las manos.