La semana pasada en una tertulia y off the record, alguien comentó en tono de cierta seriedad y preocupación que Mónica Oltra estaba desaparecida de la esfera pública desde el enfado por el adelanto electoral anunciado por Puig. Para tranquilidad de todos, ha vuelto y está “imparable”
VALÈNCIA. La campaña electoral en estas elecciones tiene como elemento clave que se desarrolla en la semana más importante del año para el calendario cristiano y en gran medida, para gran parte del mundo, pues la Semana Santa representa y hace presente el hecho más trascendente de nuestra historia: la pasión, muerte y resurrección de Jesucristo. Absténganse los que piensan que, por no ir a misa esto no va con ellos, porque todo, absolutamente todo, empezando por el calendario, el espacio físico, la historia, el imaginario colectivo, el lenguaje, etc. está vinculado e impregnado de la cultura y tradición cristiana.
En consecuencia, es una extraña y peculiar campaña con tremendos contrastes. De la majestuosidad, belleza, recogimiento y elegancia de los cientos de pasos y palios que inundan las calles de España; a la cotidianeidad, espontaneidad y a veces vulgaridad de los mítines políticos y las declaraciones de los candidatos, llenas de vaguedades, generalidades, tópicos y naderías. La campaña tendrá en los próximos días un lógico, razonable y deseable parón por los días de mayor intensidad en las celebraciones de la Semana Santa (Jueves Santo, Viernes Santo y Domingo de Resurrección), pese a todo se hablará de política más de lo esperable, sobre todo porque se mezclan los temas que siempre se han considerado tabú para las reuniones: religión y política. Aunque quizá ya estamos hartos de tantos mitos y tampoco pasa nada por hablar con libertad y educación de lo que a cada uno le apetezca.
Los partidos llevan semanas haciendo campaña y ahora que empieza de manera oficial parece que ya lleguen desgastados, especialmente cuando tienen que enfrentarse a los actos públicos con afiliados, simpatizantes y algún aficionado a los actos de campaña. Sigue siendo sorprendente el poder de convocatoria de Vox y especialmente la atracción que genera entre el colectivo juvenil, algo que puede tener una sencilla explicación: a los jóvenes la novedad siempre les interesa, y los mensajes claros y directos son fácilmente digeribles. Pese a ello, es curioso que en la tan cacareada era digital donde parece que todo lo hacemos con el móvil desde el sofá, el partido que preside Santiago Abascal en los lugares donde celebran sus actos dejen en la calle a la misma gente que hay dentro.
La combinación de elecciones generales y autonómicas deja en un papel (a priori) incómodo a la única fuerza potente a nivel regional pero no así nacional, Compromís. Porque los partidos de ámbito estatal hacen una campaña muy enfocada en lemas generales y promesas de gobierno central, pero el partido de Mónica Oltra debe levantar su voz y sus propuestas sólo para la Comunidad Valenciana. Celebraron un mitin de campaña donde todos llevaban un sombrero naranja, color corporativo y la señora Oltra volvió a lucir una camiseta con la palabra/eslógan ‘imparables’, como en sus mejores tiempos en Les Corts cuando gobernaba el PP.
El lema de Compromís al menos pretende transmitir una idea de movimiento, de avance, de fuerza que no deja de hacer cosas, aunque puede ser interpretado con algo más de negatividad si pensamos en representantes como Grezzi, diríamos “imparable su ataque al coche y su creación de carriles sin diálogo y consenso previo con vecinos, comerciantes, policía, etc.”. A veces es bueno parar, reflexionar, plantear las cuestiones y razonarlas hasta que se efectúan. Pero sin duda alguna, el lema de inicio de campaña que más sorpresa me ha causado es el del Partido Popular de la Comunidad Valenciana.
“Correctamente política” es la leyenda que aparece sobre la foto de Isabel Bonig, un eslogan realmente curioso, pues le da la vuelta a esa expresión que ha impregnado todo en los últimos años: ser políticamente correcto, que ha venido a ser, en román paladino, asumir todos los mensajes y postulados ideológicos y culturales de la izquierda para no ser tachado de facha, machista, xenófobo o lo que toque en el momento. Justamente Bonig se ha caracterizado por su valentía para romper ese discurso dominante y su ausencia de complejos para definirse como persona conservadora, y cuando llega la campaña, no se les ocurre mejor lema que usar esa expresión que pese a cambiar el orden de las palabras, no altera el producto, pues nos lleva a pensar en la expresión original. Un mensaje desacertado para una candidata que ha liderado el PPCV en su época más compleja y convulsa. Desconectemos unos días de la actualidad política y tenga una feliz Semana Santa.