VALÈNCIA. Como su propio título indica, los protagonistas de la serie La suerte confían en los caprichos del destino. También sus creadores, Paco Plaza y Pablo Guerrero, con rituales propios a la hora de filmar. El valenciano siempre lo hace con un anillo nuevo, que el día del estreno del proyecto arroja al mar (o en este caso, a la ría). El de Lorca luce bigote en cada rodaje desde que lo hiciera en su primera serie en prime time, La otra mirada.
Presentada fuera de concurso como parte de las proyecciones especiales de la Sección Oficial del Festival de San Sebastián, esta comedia excéntrica, de capítulos de escasa media hora, se estrenará en Disney+ el 8 de octubre.
Sus protagonistas, un taxista antitaurino al que da vida Ricardo Gómez y un maestro del toreo en decadencia interpretado por Óscar Jaenada, se embarcan en una road movie que ha recorrido más de 6.000 kilómetros de carreteras y 59 localizaciones de toda España.
- La suerte cuenta la forja de una amistad insospechada. ¿Qué hay de la vuestra?
- Pablo: Nos conocimos en la escuela de cine, en la especialidad de dirección, el año 97. Cada uno iba a su rollo, pero en las prácticas, todos nos ayudábamos a todos. Fue una etapa de probar cosas. Aquello nos unió muchísimo y desde entonces hemos mantenido esta amistad que está basada en el amor verdadero y la admiración.
- Tu debut en el formato serie, Paco, ¿tiene que ver con esa relación de confianza?
- Paco Plaza: Sí, Pablo es un director de series con una experiencia dilatadísima, el responsable de las propuestas más vistas de España. O sea, el mejor. Para mí ha sido un aprendizaje brutal poder verle trabajar y estar juntos, codo a codo, en este proyecto. Lo considero un maestro.
- ¿También le debemos a él tu salto a la comedia?
- Paco Plaza: En todas mis película siempre hay algo de comedia, aunque en IMDB quizás este proyecto conste como el primero. En realidad, se trata de una comedia muy particular, muy berlanguiana. Los dos somos mediterráneos y se nota en nuestro gusto por el disparate, por la pólvora, por lo fallero...

- Paco Plaza y Pablo Guerrero. -
- Te has referido a lo fallero del humor de la serie, que no deja de ser un tópico referido a los valencianos, como también los que se exploran en la serie referidos, por ejemplo, a Andalucía y a Asturias. ¿Era vuestra intención retratar los prejuicios y lugares comunes entre comunidades?
- Pablo: Todo parte de la idea base de desmontar los prejuicios e invitar a la tolerancia, de demostrar que cuando conoces al otro, aunque pienses diferente, entra la interacción humana y al final las barreras se derrumban, porque todos somos piel.
- Esa diversidad también se aprecia en la estética de cada uno de los capítulos, que difiere.
- Pablo: No queríamos hacer una serie sobre España, pero al tratar de toros, eso implica girar por diferentes plazas, lo que supone que la trama se desarrolle en varios sitio. En efecto, quisimos que cada lugar que visitaran afectara a a cada capítulo, incluso en la forma de rodar y de contar lo que sucede. Además estamos hablando de dos Españas. El prejuicio es la esencia de la polarización en este país.
- Paco: Todos tenemos prejuicios y nos acabamos rodeando de gente que piensa como tú, que vive como tú. Tus amigos tienen mucho en común y tiendes a pensar que el mundo se divide entre nosotros y los que están equivocados. Y eso es un freno para conocer al otro. Por eso lo de situar la trama en dos personajes que empiezan tan en las antípodas, dos personajes que se miran con recelo, que tienen que trabajar para que su curiosidad les lleve a aproximarse al otro. Desde que empezamos el proyecto, hemos repetido hasta la saciedad que para respetar y querer al otro no hace falta entenderlo. Lo bonito es aprender a respetar a alguien que piense de una manera que para ti es inconcebible.
- Tardes de soledad gustó a los taurinos, pero también a los antitaurinos, que sentimos que el retrato de este mundo se hacía desde la ironía. ¿Cuál pensáis que va a ser la recepción de La suerte?
- Nuestra película es una aproximación muy diferente: es pura comedia, es blanca, esquiva deliberadamente cualquier tipo de truculencia, porque no estamos hablando de tauromaquia, sino de personas que tienen un código de valores y una manera de pensar alrededor de la profesión de uno de ellos. En La suerte echamos una mirada a esas personas que viven de una manera que nos puede parecer sorprendente, pero que es el resultado de que su oficio implica una manera de vivir que no es la de las personas normales: ellos se van a trabajar y a lo mejor no vuelven. Su trabajo consiste en ir a un sitio y matar animales delante de gente. Nos hemos asomado a ese mundo con curiosidad y con respeto.
- ¿Por qué habéis querido rodarla en 16 mm?
- Pablo: La idea estuvo del principio porque habla de un arte que se está perdiendo. Es simbólico.
- Paco: El fotoquímico está fuera del tiempo, lo contemporáneo es el digital. Lo arcaico resonaba mucho con el propio mundo taurino, una disciplina que no es muy siglo XXI.
- La división de pantallas a la que recurrís en algunos momentos tampoco es muy siglo XXI.
- Paco: (Risas) A Pablo le gusta mucho Brian de Palma.
- La serie retrata un mundo de transgresiones, con una gallina paseando por el pasillo de un hotel y cigarrillos y puros fumados en lugares cerrados.
- Paco Plaza: Eso obedece a a la transgresión de la norma, que es algo muy inherente al mundo taurino. Con el traje no pueden llevar cinturón. Todo incide en lo mismo, en que las reglas de nuestra sociedad es muy difícil aplicarlas a los toreros. Por ejemplo, cuando vas a rodar te hacen un cursillo de riesgos laborales, pero esta gente está delante de un toro (risas), así que no tiene mucho sentido que lleven casco. Yo pienso mucho en mi abuelo, si viera a estas señoras que llevan un carrito de bebé con un caniche dentro, ¿qué pensaría? Mi abuelo es un señor de la huerta, que tenía cerdos, vacas, así que su relación con los animales no sé si le permitiría entenderlo. Hay un abismo. Estas personas que nosotros retratamos y hemos conocido tienen una manera de entender la vida que no es la nuestra.
- Pablo: Son viajeros del mundo. Me recuerdan a los luchadores de sumo. En un país tan industrializado e innovador como es Japón, existen estas liturgias, esta especie de dioses con pañales.
- Paco: Son muy fascinantes los universos que te sacuden y te hacen salir de la norma. Los toreros son un desafío a la lógica.
- ¿Cómo ha sido vuestro acercamiento a este mundo, de tipo antropológico?
- Pablo: Queríamos ser muy rigurosos y no caer en la parodia ni mirar nada por encima, porque ese realismo no nos hubiera funcionado.
- ¿Qué ha aportado a ese realismo contar entre el elenco con el torero Óscar Higares?
- Pablo: Te lo legitima todo. Ha sido como tener un coach.
- Paco: Un actor no puede vestir a un torero. Esa secuencia solo podía hacerla él, porque ha tenido 20 años y pico de carrera. Esa autenticidad para nosotros era muy importante para evitar cualquier tentación de caricaturizar este mundo.
- Pablo: Toda la cuadrilla, todo aquel que es torero, banderillero, o mozo de espada, lo es en la vida real.
- Pablo: Hay un momento que me me emocionó rodándolo. Se trata de un capítulo en el que hay un torero herido en el hospital. Y la gente que estaba en el pasillo esperando, su cuadrilla, son toreros de verdad. La actitud a la puerta de la habitación donde hay un compañero de profesión, herido, ningún figurante te lo puede hacer. Los gestos, la manera de saludarse, la gravedad… A mí me ponía la carne de gallina. Es precioso, porque rezuma verdad.