VALÈNCIA. Hace una semana el taller cerámico de Ana Illueca, en la calle Rodrigo Pertegás, se convirtió en una celebración del error. Un hurra al defecto. La ceramista sacó sus piezas con pega, las que habían salido del horno con problemas o no habían seguido los procesos canónicos. Las vendió durante toda una jornada a la que llamó ‘Shit happens’ y que, según rezaba la convocatoria, era la ocasión para homenajear “aquellas veces que las cosas no salieron como queríamos (…) Son el resultado de errores, experimentación, pruebas y caminos”.
Illueca, que se ha convertido en la última década en una de las mejores impulsoras de la emancipación creativa valenciana, encontró su propio error fundacional en una de las primeras series en las que trabajó: los platos de amor platónico, dedicados a plasmar en cada pieza una escena. “La persona que me ayudaba en ese momento, y que se encargaba de los hornos, vio que el plato dedicado al desamor y la ruptura salió del horno roto. Casi le da algo, pero vi la posibilidad: lo pongo como ejemplo de aprovechar el error como disparador creativo. Podía haberlo restaurado con la técnica japonesa de restauración, ¿pero yo qué tengo de japonesa? Entonces lo restauré como nuestros abuelos: con unas grapas metálicas que antiguamente se ponían en el reverso de los platos, pero que yo para enfatizar el drama los puse en el anverso. Como el error es inesperado, puede ser algo brillante”.
Desde ese idea supo un mejor a qué jugaba. Esa apología de la cagada la usa Illueca para hablar, en amplio, sobre los procesos creativos. El plato como metafórico campo de pruebas. “La cerámica -dice ella- es una disciplina muy técnica, requiere de muchas horas de investigación y experimentación, y como consecuencia de ello el taller se llena de ‘errores’ y descartes. Si trabajas sobre suelo firme seguramente los resultados serán correctos, pero no innovadores”.
En ese akelarre de la equivocación hubo pujas entre compradores, errores apadrinados y conatos de pelea para quedarse con esa pieza -todas entre 1 y 20 euros- con fallos fe esmalte o experimentaciones de cocciones. De alguna forma estaban adquiriendo parte de los pasos que siguió Illueca hasta lograr su identidad artística: “En cada cerámica que se llevaron expliqué qué había aprendido con ella o dónde me había ayudado a llegar o por qué no la podía vender dentro de mis colecciones. Creo que les encantó comprender que lo que llevaban era un ‘proceso’”.