Lamento la presión hacia los vendedores dominicales del entorno del Mercado Central. Prohibir tradiciones es ir contra natura
Cuando un gobierno, sea del rango que sea, comienza a gobernar por decreto o imposición, llamado también rodillo, sin escuchar a los colectivos afectados es que algo comienza a fallar o directamente falla.
Lo bien cierto es que no sé qué mal hacen los vendedores dominicales del entorno del Mercado Central para que el Ayuntamiento de Valencia, en su totalidad, haya decidido la prohibición de parte de ellos, esto es, todos aquellos que no vendan piezas de coleccionismo. No sé qué daño hacen los otros pequeños comerciantes quienes durante unas horas y al tanto de sus impuestos y tasas intentan ganarse la vida domingos y festivos vendiendo otro tipo de objetos, algo que anima las mañanas de muchos de nosotros. No ahora sino desde hace muchas décadas, casi tantas como las que allí llevan ubicados ofreciendo sus mercancías. O sea, más de cuarenta años.
Valencia, señores del Ayuntamiento de Valencia cuyo gobierno alardea de supuesta progresía, ha defendido una de las medidas más impopulares y anti progres que se podían adoptar. Y además quiere poner fin a una tradición que forma parte de nuestra historia social y paisaje urbano.
Nuestra ciudad y nuestros pueblos son tierra de mercadillos. Pero no de ahora sino desde hace siglos porque eran puntos en los que las poblaciones más distantes se abastecían gracias a las caravanas de comerciantes. Y así continúa siendo en muchas de nuestras comarcas. De hecho, el mercado de la Plaza Redonda era una tradición para familias durante el siglo XX hasta que el falso progreso con la excusa de una modernidad mal entendida se la cargó y hoy es un espacio sin alma, pero muy modelno.
Al parecer nuestros gobernantes nos han salido más modernos y son de grandes superficies, centros comerciales y boutiques. Eso de comprar un jersey en la calle, unas gafas de lectura por pocos euros, un cinturón, ropa de segunda mano o hasta un cactus pues está mal visto.
Además se quejan los comerciantes que encima el consistorio ni les atiende ni les escucha. Si un concejal, en este caso Galiana, o un alcalde, llámese Ribó, son incapaces de atender a un colectivo que tiene tras de sí a mucha parte de nuestra ciudadanía es que algo se les ha subido a la cabeza porque va en contra de sus supuestos principios. Hacen falta explicaciones. Pero también a la ciudadanía
A un servidor le resulta lamentable la medida. Más si cabe porque no tiene sentido. Este Ayuntamiento no sólo debería de velar por sus ciudadanos sino evitarles dolores de cabeza. No perseguirlos, sino acompañarlos cuando están al día de impuestos y tasas y cumplan sus obligaciones legales.
Este ayuntamiento lo que debería de hacer es velar por la protección de sus mercados, algunos de los cuales está realmente en riesgo de muerte y otros en lenta agonía -Castilla, Jerusalén, Jesús, Ruzafa, Rojas Clemente, ya que sólo importa el Central o esa es la sensación-, y donde se viven auténticas despoblaciones mientras aumentan los gastos, los pagos y los impuestos y desaparecen los clientes. Sólo hay que escuchar a sus vendedores. No basta con esas fiestas que les organizan de vez en cuando o el maquillaje de grafiti cuando los problemas son mayores y mucho más profundos. Hay que velar y defender al comercio de proximidad, antes de convertir nuestros centros urbanos en auténticos mercadillos de franquicias de quita y pon que disfrutan de todas las garantías municipales.
Este gobierno no puede permitir que nuestros mercados sean sólo centros turísticos y en ellos se pueda vender lo que haga falta prohibiendo después la venta ambulante regulada en festivo y sin que afecte a su funcionamiento más próximo, pero si autorizando a las puertas de La Lonja verbenas descontroladas que ponen en peligro nuestro patrimonio.
Me pregunto si habrá algún otro tipo de interés oculto, porque de otra forma cuesta entender que estemos acabando con muchas de nuestras tradiciones más naturales y sociales.
Los vendedores entregaban esta semana en el consistorio 3.000 firmas en contra de la medida. Espero que sólo sea el principio.