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crónicas por los otros / OPINIÓN

Sidonka el masái

Sidonka es masái. El padre de Sidonka falleció hace dos años, tuvo cuatro mujeres y 37 hijos e hijas. Dice Sidonka que los masáis de hoy día no tienen tantos hijos ni tantas mujeres. Él tiene 28 años, tres hijos y solo una mujer

15/12/2018 - 

La vida de un masái me resulta de lo más interesante. Me gusta conversar con ellos y conocerles mejor para darme cuenta que no es sólo una fachada ese look tan particular que llevan ni su manera de exponerse ante la sociedad, sino que son realmente auténticos.

Aquí en Lamu convivo de alguna manera con muchos masáis. Suelen ser hombres pues son ellos los que han dejado sus poblados en el interior, a sus mujeres e hijos en busca de una vida mejor en la costa keniana. Además de verles en los mercados donde venden su artesanía, suelen ser los guardianes de las casas de la gente adinerada o con buena posición en la isla porque, dicen, que son los mejores vigilantes, los más leales y los mejor preparados… Y es que los masái se preparan para ser guerreros.

El guerrero

Me cuenta Sidonka, el masái que vigila la casa donde me alojo en la playa de Shella, que desde que nacen están rodeados por el espíritu del cazador pues en casa lo viven desde pequeños. Su infancia la pasan en los bosques, selva o montaña, dependiendo de donde hayan nacido, pero siempre en medio de la naturaleza.

La vida de un masái se divide en etapas: la infancia y la adolescencia, la guerrera (mayor y menor) y la madurez (adulto menor y mayor). Desde que nacen viven en el hogar familiar al amparo de esas familias inmensas que nunca acaban hasta que a los 13 años llega el momento de la circuncisión , solo la practican en los hombres, no en las mujeres que esperan a casarse y criar.  

La circuncisión se convierte en el paso de ser niños a prepararse para ser guerreros. Esta preparación suele ser dura pero necesaria para ganarse el respeto de su comunidad.

Ahí se preparan para cazar. Y cazan los animales que luego se comen después de beber su sangre. Quien consiga matar un león se convierte es uno de los masái más respetados y mejor valorados en su comunidad aunque luego no se comen la carne del león ni la del elefante, otro de los animales mejor valorados en el ranking de la caza masái.

Los antílopes, búfalos, etc son animales que sí que consumen desde que nacen por eso prefieren comer carne que pescado. De hecho hay masái que nunca han probado el pescado, ni tampoco han visto el mar.

Kenia es un país con una gran variedad de tribus y es la masái una de las más populares y reconocidas. Los masáis están repartidos por todo el país y por Tanzania también, y son fácilmente reconocibles cuando visten con sus telas de manera tradicional sobre todo en sus poblados o para atraer al turista. En las ciudades los masái ya viven integrados con el resto de la población y visten de manera occidental, de hecho se pueden emparentar o casarse con personas de otra etnia.

De Amboseli a Lamu

Sidonka nació en Amboseli, famoso destino masái cerca del Kilimanjaro y con un parque nacional. De allí vienen la mayoría de masái que trabajan en Lamu y en la costa de Kenia. Una vez se casó con 20 años empezó su etapa de madurez y tuvo que salir de su poblado para ganar dinero y buscarse la vida.

La primera vez se marchó a Nairobi, una ciudad donde estuvo muy cómodo pues Nairobi siempre ha sido un terreno masái antes que la colonización y el sistema capitalista invadiera la capital de Kenia. Allí vendía artesanía para los turistas que llegan a Kenia en busca de safaris de experiencias. De hecho en los famosos safaris por Masái Mara o Seregueti siempre los tour operadores ofrecen una actividad que es la visita a un poblado masái. 

La visita a un poblado masái es una experiencia curiosa porque simula cómo viven los masái pero que no deja de ser un escaparate para ganar dinero tanto los mismos masáis como las agencias que los organizan.

Sidonka llegó de Nariobi a la isla de Lamu como han llegado sus compañeros: porque conocía a alguien que le dijo que en la costa había más oportunidades de conseguir dinero y mantener a la familia. Y hasta aquí se vino. Como buen masái que es nunca había visto el mar y tenía terror al agua. Un miedo que poco a poco ha ido superando pues ahora ya puede hasta coger un barco para moverse por la isla. Les recuerdo que en Lamu solo hay barcos y burros para el transporte, eso sí, alguna moto ya ha llegado a la isla.

Sidonka lleva ahora más de cinco años en la isla de Lamu en Kenia donde vino solo. Dejó a su familia en Amboseli, mujer y tres hijos. Hace ocho meses tuvo su tercera hija y sólo la ha visto una vez porque desde Lamu sólo va a Amboseli una o dos veces al año. El viaje tarda entre dos y tres días en llegar porque viaja en autobús y ha de hacer varias paradas. Una vez llega a su casa, se pasa como un mes o mes y medio preparando la artesanía que necesita para venderla luego en el Masái Market.

En Nairobi está el mercado masái más famoso pero prácticamente todos los poblados o ciudades en Kenia tienen unos puestos donde se vende artesanía masái. 

La artesanía masái es una artesanía muy característica que elaboran artesanalmente y manualmente y que no llegas a darle el valor real que tiene hasta que no les ves trabajar.

Sidonka trabaja prácticamente sin luz de noche elaborando las pulseras, llaveros o cestas masái. Pero es que no necesita la luz. Desde niño se ha entrenado a desenvolverse sin luz como un buen masái y no necesita luz ni para cazar ni para trabajar la artesanía… porque un masái es siempre un cazador y ha sido entrenado para ello.

Por eso Sidonka compagina su trabajo por el día en el Masái Market con el de vigilante de seguridad por la noche.

Dicen que los masái son los mejores vigilantes de seguridad, son capaces de ver y oír cuando nadie vemos ni oímos nada y son rápidos y ligeros pues su fisionomía ayuda a ello, largos y estilizados.

De ahí que las casas de Lamu tengan como vigilante de seguridad siempre a un masái. Un masái significa seguridad, lealtad, protección… son los valores o las señas de identidad que acompañan a un masái y de lo que se sienten tremendamente orgullosos. Valores que si se universalizaran más, quizá tendríamos un mundo

Todo un lujo haber conocido a Sidonka y haber podido conversar con él con calma y sosiego en las bellas y tranquilas noches lamunias.

La semana que viene … ¡más!

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